AMÉRICA/ARGENTINA - “Salir del infierno y proclamar que Cristo ha resucitado”. La red Familia Grande Hogar de Cristo y la nueva misión del Padre Charly
Buenos Aires (Agencia Fides) – Una gran fiesta ha acompañado el decimoséptimo «cumpleaños» de la Familia Grande Hogar de Cristo, nacida en Buenos Aires cuando Jorge Mario Bergoglio era arzobispo de la ciudad. Era el 2008, y la presencia de sacerdotes en las zonas más pobres de Buenos Aires y su «Conurbano», las Villas Miseria, ya se había extendido desde hacía tiempo.
Precisamente del apelativo irónico dado a esas zonas habían tomado su nombre los curas villeros, sacerdotes que comenzaron a compartir completamente la vida de los más pobres, involucrándose de primera mano en las grandes necesidades que encontraban e involucrando a otros en ese abrazo, convirtiéndose en el centro de comunidades que surgían y se multiplicaban.
El Jueves Santo de 2008 marca el inicio de la Familia Grande propiamente dicha: ese día, el arzobispo Bergoglio, lavando los pies a jóvenes que habían iniciado un camino para salir de la drogadicción, inauguró el primer Hogar, resumiendo su método como «tomar la vida como viene», en un trabajo «mano a mano» con los hermanos y hermanas que encuentran.
El domingo 16 de marzo de 2025, la Basílica de Luján se ha llenado de gente bulliciosa y feliz. De todas partes del país, e incluso de Ecuador y Paraguay, la gente de los Hogares de la Familia Grande se ha reunido en la misa para agradecer el abrazo recibido en estos años y para rezar por su querido Papa Francisco.
Pero ha habido otro motivo, otra ocasión para la oración. El querido Padre Carlos «Charly» Olivero, uno de los primeros en el origen de la historia de la Familia Grande, que siendo seminarista se había trasladado a vivir a la Villa 21, ha sido llamado a una gran misión. El padre Pepe Di Paola (a quien los demás llaman cariñosamente «el miembro fundador» de Familia Grande) lo ha anunciado durante la homilía, y el obispo Oscar Ojea, ex presidente de la Conferencia Episcopal Argentina y figura paterna de muchos Curas Villeros, lo ha recordado antes de bendecirlo: el Padre Charly se irá a vivir a Bogotá y trabajará en nombre del CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano) para llevar el método de la Familia Grande a todo el continente.
El obispo Ojea, con el orgullo y la ternura de un padre, recordando un pasaje del Documento de Aparecida ha dicho: «Conocer a Jesús es el mejor regalo que una persona puede recibir; haberlo conocido es lo mejor que nos ha pasado en la vida y darlo a conocer [...] es nuestro gusto». Un gusto «grande e inmenso». Y ha continuado recordando que «confiar la misión del Hogar de Cristo al Padre Charly significa traspasarle el poder, el servicio, la misión de anunciar la Resurrección de Jesús», porque «cada uno de los integrantes del Hogar de Cristo anuncia la Resurrección. Estuvo en el infierno y salió de él, esto proclama y lleva al mundo. Este es el anuncio del Evangelio, transmitir que Jesús es la vida, la verdadera felicidad que tiene la persona humana».
Bendiciendo al Padre Charly y pidiendo a todos que se unieran en el gesto de enviarlo a Colombia tendiéndole las manos, el obispo Ojea le ha encomendado la tarea «de llevar a América Latina esta experiencia tan rica del Evangelio, en la que él ha estado involucrado e insertado durante tantos años; en la que conoció a la Virgen, se consagró a Ella y conoció a Jesús». Por ello, toda la Familia Grande cierra filas en torno al Padre Charly, rogando para que «los hermanos de la patria grande de América Latina se enriquezcan con este don maravilloso que Jesús y la Virgen nos confían».
Lo ocurrido el domingo en la Basílica de Luján tiene el sabor de un nuevo paso en la historia de la Familia Grande. Hace falta, dice el propio Padre Charly en un video-testimonio editado por la «Pastoral Villera», ese abrazo sin precondiciones que reciba «la vida como viene, todas las vidas, empezando por la más rota, la que vamos a buscar porque la Iglesia primitiva no se detiene a esperar».
(Agencia Fides 20/3/2025)
