ASIA/CHINA - En Xi'an, académicos y estudiosos vuelven a dar protagonismo a la historia de la antigua Iglesia de Oriente en suelo chino

miércoles, 17 julio 2024 iglesias orientales   evangelización   misión   vida monástica   inculturación  

Por Gianni Valente

Xi’an (Agencia Fides) - La pagoda de Daqin, aunque en ruinas e inhabitable, todavía se mantiene en pie en las montañas del condado de Zhouzhi, a pocos kilómetros de Xi'an. Esa pagoda -afirma un número creciente de investigadores y académicos chinos- antes de ser adquirida y utilizada por los budistas fue una iglesia, la más antigua que existe actualmente en la República Popular China. Fue erigida, asimilando los cánones arquitectónicos locales, por los primeros cristianos que llegaron al Imperio chino a través de la antigua Ruta de la Seda: los monjes de la antigua Iglesia Siríaca de Oriente, que se establecieron en China ya a finales de la Antigüedad, y que también habían construido su monasterio junto a la iglesia-pagoda cristiana.

Fue precisamente en la zona comprendida actualmente en la diócesis de Zhouzhi donde se halló en 1625 la «Estela Nestoriana», hoy conservada en el Museo de Bosque de Estelas de Piedra de Xi'an: la reliquia/testimonio arqueológico que atestigua la llegada del primer anuncio cristiano a China por parte de los monjes misioneros de la Iglesia de Oriente ya en el año 635 d.C. Una copia de la estela está colocada junto a la «Pagoda Cristiana» de Daquin. Y llama la atención que en los últimos años cientos de vocaciones de sacerdotes y religiosas católicos hayan florecido precisamente en las ciudades y aldeas de montaña de la diócesis de Zhouzhi, lugares vinculados a la llegada y los inicios del cristianismo en China.

La Estela de piedra, construida en el año 781, representa (como se indica en su encabezado) el «Memorial de la Propagación de la Luminosa Religión de Da Qin en China». En lengua china, el término Da Qin se refería originalmente sólo al Imperio Romano. Después, la expresión comenzó a utilizarse para referirse precisamente a las comunidades de la Iglesia siríaca que se habían asentado de forma permanente en China.

Más de mil años después, estudiosos y académicos de China continental siguen prestando atención a aquellos inicios de la historia cristiana en suelo chino que con frecuencia son olvidados, suprimidos y desconocidos en las academias de Occidente. Así se ha constatado en el 2024 Xi'an International Jingjiao Forum, un congreso dedicado a la Iglesia Siríaca de Oriente (Jingjiao en chino) y que se celebró del 5 al 7 de julio en el Hotel Shaanxi de Xi'an.

Un congreso de estudios cristianos

El 2024 Jingjiao Forum, titulado «Nuevas orientaciones, nuevos materiales históricos y nuevos descubrimientos», ha sido organizado por el Instituto de Estudios de la Ruta de la Seda de la Universidad del Noroeste de China y ha reunido a más de 20 ponentes de instituciones de China continental, Macao e Italia. También han participado sacerdotes de varias diócesis chinas (Xi'an, Shanghai, Pekín).

En varias ponencias se ha hecho balance de las recientes aportaciones de las campañas arqueológicas llevadas a cabo en los lugares donde se encontraban importantes asentamientos de la Iglesia de Oriente en suelo chino. Investigaciones que permiten reconstruir los ritmos y prácticas de la vida cotidiana de aquellas comunidades cristianas reunidas en torno a los monasterios. «El descubrimiento en los yacimientos de objetos pertenecientes a distintas épocas -ha subrayado Liu Wensuo, de la Universidad Sun Yatsen, en su relación sobre las excavaciones en el yacimiento arqueológico de Turfán- atestigua que la presencia de yacimientos y comunidades de la antigua Iglesia de Oriente en China se prolongó durante cientos de años».

Además, diversas aportaciones históricas, historiográficas y teológico-doctrinales han ofrecido valiosos datos y puntos de vista para comprender el alcance de aquella experiencia y las formas en que se produjo el fructífero encuentro entre aquel cristianismo y China durante las dinastías Tang (618-907 d.C.) y Yuan (1272-1368 d.C.).

Los monjes de la Iglesia de Oriente, llegados de Persia a lo largo de la Ruta de la Seda -ha subrayado el profesor Roberto Catalano, del Instituto Universitario Sophia de Loppiano (Italia)-, eran poco numerosos, no seguían una agenda política ni un «proyecto» de conversión del Imperio chino. Sobre todo al principio, practicaron un estilo de anuncio «itinerante» similar al de los primeros Apóstoles, presentando el cristianismo no como una «religión a imponer», sino como una «humilde propuesta», un don a ofrecer en un contexto plural e interreligioso. Su presencia no se planteaba como una fuerza «antagónica» con respecto al orden social y político: pedían y esperaban el consentimiento del Emperador, cuyo retrato se exhibía en las iglesias para mostrar a todos que habían recibido la autorización imperial.

A su llegada a China, en su labor de exponer su fe en Cristo a otros pueblos, los monjes asimilaron términos tomados del budismo, el taoísmo y las fuentes clásicas chinas. De este modo - ha señalado en su discurso el P. Andrea Toniolo, Decano de la Facultad de Teología de Triveneto - intentaron «una síntesis teológica en chino con un lenguaje culturalmente distinto del de origen semítico o griego romano». «Por estas vías - ha confirmado el profesor Liu Guopeng, investigador de la Academia China de Ciencias Sociales- se consiguió una cierta integración entre la fe cristiana y el lenguaje del pensamiento taoísta». Por su parte, en su discurso, Ding Ruizhong, de la Academia de Ciencias Sociales de Shaanxi ha ilustrado como incluso «la veneración de la Virgen María, la madre de Jesús, era propuesta con formas y acentos familiares a las tradiciones ancestrales de la cultura china».

La aventura de la antigua Iglesia de Oriente en China, relatada en la Estela de Xi'an, era bien conocida por el jesuita portugués Manuel Dias y sus cohermanos italianos Giulio Aleni y Martino Martini, que en el siglo XVII buscaron nuevas formas de proclamar el Evangelio en la sociedad y la cultura chinas. Los ponentes Teresa Hou Xin (Universidad Wanli de Zhejiang) y Yang Hongfan (Universidad Normal de Fujian) han documentado cómo la historia de la Iglesia de Oriente en suelo chino se ha mantenido como un punto de referencia, una experiencia histórica percibida como un «milagro divino» con el que hay que volver a conectar para todo auténtico «nuevo comienzo» del cristianismo en tierras chinas.

Un prestigioso grupo de eruditos y académicos chinos también ha destacado la aventura misionera de Jingjiao como una experiencia histórica en la que las comunidades cristianas, portadoras de un mensaje de salvación procedente de Oriente Próximo, en la tierra de Confucio dejaron de ser percibidas como expresiones de una «religión extranjera». Este reconocimiento ha sido explicado en su informe por la profesora Yin Xiaoping, de la South China Agricultural University, quien ha señalado que los estudiosos e investigadores de la Universidad de Lingnan se han distinguido merecidamente al testimoniar que aquellas comunidades habían recorrido caminos fecundos de adaptación al contexto chino.

En cambio, la lectura aplicada a Jingjiao por la historiografía y la divulgación fuera de China se ha mostrado ambivalente en varias ocasiones. A partir de mediados del siglo XIX -como ha relatado en su discurso Paolo De Giovanni, profesor de la Università Cattolica del Sacro Cuore de Milán-, los círculos académicos occidentales llegaron incluso a cuestionar la autenticidad y la propia existencia de la Estela de Xi'an. Se desconfiaba de aquel hallazgo histórico que echaba por tierra «el mito de una China refractaria y cerrada», ya que atestiguaba la obra de emperadores chinos que se habían convertido en protectores de los cristianos. En las reinterpretaciones imperantes en los círculos misioneros, sobre todo evangélicos y protestantes, la posterior desaparición de aquella red de monasterios y sedes episcopales fue tachada de fracaso histórico, y toda la larga historia de la Iglesia de Oriente en China se remontó a la sola figura de ese fracaso, atribuido por esos círculos precisamente a la excesiva actitud mimética de aquella Iglesia, que aparecía ante los misioneros occidentales modernos vacilante a la hora de proponer una «identidad» propia hasta el punto de no diferenciarse de los seguidores del budismo o el taoísmo. Sólo unos pocos estudiosos orientales ofrecían ya en aquellos años un punto de vista diferente e innovador sobre la aventura misionera de la antigua Iglesia de Oriente: el japonés Yoshiro Seki, en su libro 'The Nestorian Monument in China', describía aquella presencia de obispos, monjes y bautizados que se prolongó durante siglos en los territorios de Persia, Mongolia y China como una «civilización cristiana» en cierto modo análoga a la que se estaba gestando en Europa en aquellos mismos siglos.

La «desaparecida» Iglesia de Oriente y la «sinicización»

El Congreso de Xi'an ha concluido confirmando la oportunidad de profundizar en los estudios e intercambios culturales en torno al relato histórico de la Iglesia de Oriente en China. Los académicos chinos han manifestado explícitamente la intención de estudiar y potenciar aquel encuentro entre el cristianismo y la civilización china que tuvo lugar mucho antes del inicio de la modernidad occidental.

En ese encuentro, una comunidad portadora del anuncio cristiano llegó a China y no para imponerse como un «producto importado». A través de largos y pacientes procesos, la experiencia cristiana pudo florecer adaptándose al contexto cultural y sociopolítico de las dinastías imperiales Tang y Yuan de China.

En la actualidad, el interés de estudiosos y académicos chinos por los asuntos de la Iglesia de Oriente en China también podría ofrecer interesantes perspectivas sobre la cuestión de la llamada «sinicización» que los aparatos chinos exigen a las comunidades de creyentes. La confrontación con la dinámica real de los procesos históricos puede ayudar siempre a despejar el campo de malentendidos, rigorismos, mecanismos e imposiciones ideológicas.
(Agencia Fides 17/7/2024)


Compartir: