ASIA/JAPÓN - Entre los “tesoros de la fe”: experiencia del Beato Angelo Orsucci, misionero en Japón

martes, 9 abril 2024 fe   misioneros   misión   evangelización  

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - La exposición itinerante "Thesaurum fidei. Mártires misioneros y cristianos ocultos en Japón. Trescientos años de heroica fidelidad a Cristo", a cargo de Paolo Giulietti y Olimpia Niglio, presenta varios "tesoros de la fe". Entre ellos, la experiencia del beato Angelo Orsucci, fraile dominico que vivió entre 1573 y 1622.

Don Marcello Brunini, Director del Archivo Histórico Diocesano de Lucca, describe a Angelo Orsucci como una persona animada por un fuerte deseo de compartir la belleza del Evangelio mediante el encuentro con nuevas gentes y culturas. Para ello, Orsucci, zarpó de Lucca, embarcándose hacia España para llegar a Valencia y, finalmente, tras pasar por México, arribar a Filipinas y de allí a Japón, su último destino. "Angelo es un heraldo de buenas y bellas noticias, capaz de ofrecerlas y testimoniarlas incluso hasta la muerte", se subraya en la exposición.

Del catálogo que recoge parte de la documentación de la aventura misionera del religioso italiano y de su martirio, que tuvo lugar en Nagasaki el 10 de septiembre de 1622, emerge la historia cristiana en las Indias Orientales entre finales del siglo XVI y principios del XVII. "Se nos presentan así las implicaciones del primer anuncio del Evangelio en el Japón de aquellos siglos. Se nos conduce a un conocimiento más concreto del crecimiento en la fe del Beato Angelo, de los acontecimientos de su encarcelamiento y de su martirio. Nos adentramos en los acontecimientos del reconocimiento de su santidad y en el recuerdo y el culto que la Iglesia le ha otorgado a lo largo del tiempo", señala don Brunini.

En una carta de 1602 escrita desde Manila y dirigida a su padre, escribía: «Parece que estos reinos están fuera del mundo, tanto que no menos aquí verdaderamente es el mundo y no allá [en Europa]». "El deseo del Beato Angelo de salir de su 'espacio' conocido e ir, 'desarmado', por caminos nuevos e inexplorados puede ser un estímulo para alimentar nuestros propios deseos que nos impulsan, también a través del encuentro con experiencias antiguas, a entrar con respeto y abierta curiosidad en territorios concretos o simbólicos, nuevos e inexplorados, de la cultura, del futuro, de la humanidad, de la fe evangélica", espera Brunini.

Los objetos recogidos y expuestos en la muestra incluyen documentos y volúmenes en italiano, latín, japonés y español, y proceden de distintas realidades como el Archivo Apostólico Vaticano, el Archivo Histórico de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos (antes "de Propaganda Fide") y la Biblioteca Estatal del Monumento Nacional de Santa Escolástica en Subiaco.

Contextualizando la figura de Orsucci, monseñor Paolo Giulietti, arzobispo de Lucca y comisario de la exposición, observa: "El proceso de evangelización de Japón, que comenzó en 1549 con la llegada de San Francisco Javier, tuvo un éxito inicial: un gran número de personas se convirtieron y recibieron el bautismo, entre ellas algunos importantes señores feudales de la región de Kyushu. La toma del poder por el shogun Tokugawa, que unificó el país y se convirtió de facto en su máxima autoridad, lo cambió todo. Como parte de una política de estricto cierre a toda influencia extranjera, en 1612 se promulgó el Kinkyo-rei, la prohibición del cristianismo en Japón.

Se inauguró así una época de persecución sistemática y radical, destinada a durar más de 250 años. "En ese largo y triste periodo se produjeron dos fenómenos de absoluto interés para la historia de la evangelización: el de los misioneros que, durante unos años, siguieron fluyendo y actuando encubiertos en el País del Sol Naciente, enfrentándose a una muerte segura. Y el de los "cristianos ocultos" que, una vez finalizado el flujo de misioneros, mantuvieron encendida la llama de la fe en familias y pequeñas comunidades, desafiando también a la muerte, en un régimen de absoluta clandestinidad".

El dominico lucchés Angelo (Michele) Orsucci -explica monseñor Giulietti- pertenece a las filas de los primeros: "Su ansia misionera y su deseo de martirio le llevaron a Japón, donde desembarcó en 1618. Al cabo de unos meses, fue descubierto y encarcelado. Durante sus cuatro años de prisión, consiguió escribir a su familia: «Estoy muy contento por el favor que me ha hecho Nuestro Señor, y no cambiaría esta prisión por los más grandes palacios de Roma». Fue martirizado el 10 de septiembre de 1622".

Precisamente el 450 aniversario del nacimiento del Beato (8 de mayo de 1573) es la ocasión para dedicar una exposición a la extraordinaria historia de los mártires misioneros y los 'cristianos ocultos' de Japón. "Recordar a los mártires misioneros y a los 'cristianos ocultos' -escribe Giulietti- no sólo es un homenaje a una historia gloriosa, sino que tiene una singular actualidad: de hecho, la 'Iglesia en salida' deseada por el Papa Francisco no podrá desarrollarse si se desvanece en el pueblo de Dios la estima por el precioso don de la fe y el celo por la misión. Hoy, como entonces en Japón, es tiempo de coraje".
(PA) (Agencia Fides 9/4/2024)


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