Jartum (Agencia Fides) - La guerra que estalló hace diez meses en Sudán ha creado una crisis humanitaria devastadora. En enero de 2024 había más de 10,7 millones de personas desplazadas, la mayor crisis de desplazamiento del mundo. El conflicto ha causado entre 12.000 y 15.000 muertos.
Un drama recordado por el Papa Francisco tras el Ángelus del domingo 18 de febrero: "Han transcurrido ya 10 meses desde el inicio del conflicto armado en Sudán que ha provocado una gravísima situación humanitaria. Hago nuevamente un llamamiento a las partes beligerantes para que pongan fin a esta guerra, que tanto daño está haciendo a la gente y al futuro del país. Recemos para que pronto se encuentren caminos de paz para construir el futuro del querido Sudán".
El conflicto que estalló el 15 de abril de 2023 entre el ejército regular (Fuerzas Armadas de Sudán, SAF), dirigido por Abdelfattah Al-Burhan, y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) lideradas por Mohammed Hamdan Dagalo, conocido como Hemeti, no parece que vaya a terminar fácilmente. Al contrario, ha desencadenado una dinámica que amenaza con fragmentar Sudán, después de que otros grupos armados presentes desde hace tiempo en distintas zonas del país hayan tomado partido o aprovechado el caos para hacerse con el control de las zonas en las que están presentes.
De momento, las RSF parecen tener ventaja sobre el ejército regular tras hacerse con el control a mediados de diciembre de Wad Madani, en el estado de Al-Gezira, considerado el granero de Sudán.
Las RSF también dependen del suministro de armas, municiones, combustible y otros víveres de los países vecinos: África Central, Chad, Libia (Cirenaica), y del apoyo de mercenarios rusos de la compañía Wagner y de los Emiratos Árabes Unidos. Las SAF perdieron la importante fábrica de armas de Yarmouk, en la zona de Jartum, que fue destruida por las RSF, pero siguen contando con algunos apoyos externos como el de Egipto.
También han circulado por la red vídeos de ataques de las fuerzas especiales ucranianas contra las RSF y los mercenarios rusos de Wagner, que casi simbolizan una extensión de la guerra de Ucrania a suelo sudanés.
El conflicto se ve agravado por las divisiones existentes en el seno de las propias fuerzas sobre el terreno. El ejército regular tiene divisiones internas entre tribus, etnias y confesiones religiosas porque recluta a personas procedentes de distintos estratos de la sociedad sudanesa. Por otro lado, la ágil estructura de mando de la RSF hace que sus combatientes sean menos controlables por la cúpula de la organización, lo que facilita las violaciones de los derechos humanos. Éstas, a su vez, pueden desencadenar espirales de venganza y más violencia. Por último, los distintos grupos que se han alineado con uno u otro bando se dividen a su vez en formaciones opuestas.
(L.M.) (Agencia Fides 21/2/204)