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Por Raphael Schutz*
El artículo “Infierno en Tierra Santa” del Arzobispo de Horns, Hama y Nabek (véase Fides 15/11/2023), se centra, como indica el título, en la guerra en curso, pero también aborda la historia del conflicto israelo-palestino y algunos otros aspectos regionales. Agradezco la oportunidad de presentar una perspectiva diferente sobre el texto citado.
Falsos paralelismos con una brújula moral rota
Si tuviera que limitarme a un punto del artículo, sería sin duda la frase “No es humano que los palestinos maten a israelíes en los kibutzim. Y no es humano que los israelíes bombardeen iglesias y hospitales”.
Esta frase es importante porque resume la desafortunada tendencia a establecer falsos paralelismos y simetrías donde no los hay. Mientras Hamás, Hezbolá y los otros tres emisarios de Irán pretenden matar al mayor número posible de civiles israelíes para aniquilar al Estado judío, la acción militar israelí representa el caso más claro de legítima autodefensa. Su objetivo es restablecer la seguridad de los propios civiles. Para ello, el ejército israelí debe atacar a veces iglesias y hospitales, así como escuelas y guarderías, porque Hamás utiliza estas y otras instalaciones, que “deberían ser las últimas guarniciones de la humanidad”, como centros operativos para sus actividades criminales. Al hacerlo, Hamás convierte estos lugares en objetivos militares legítimos según el derecho internacional y, debo añadir, también según la moral y el sentido común.
El ejército israelí, en consonancia con la adhesión de Israel al derecho internacional y su compromiso de reducir al máximo el número de víctimas inocentes, adopta numerosas medidas preventivas antes de atacar objetivos civiles convertidos en centros de Hamás.
Hamás, por el contrario, no sólo utiliza a la población palestina como escudo humano, sino que trata activa y brutalmente de impedir que esta población se salve, sabiendo que Israel será el único culpable de cualquier víctima civil.
Reducir esta realidad y las motivaciones abismales de los dos bandos a una frase que las ignora todas es un indicador decepcionante de una brújula moral rota.
Otra frase que manifiesta el mismo defecto es “el mal no puede ser erradicado por el mal”. Las guerras son siempre terribles, pero a veces hay que combatirlas. Nadie calificaría de “malvada”" a las fuerzas aliadas que lucharon contra los nazis en Europa en la década de 1940 y no hay ninguna persona con moral que utilice este término para las operaciones del ejército israelí en la actualidad.
¿Qué se entiende por “refugiados palestinos”?
Me temo que mi comentario debe ir más allá del punto moral, para llegar a la parte histórica del artículo. Refiriéndose a los palestinos, el arzobispo Mourad escribe: "Desde 1948 viven como refugiados en campos diseminados por todo Oriente Medio". Se trata de un dicho común que suele oírse casi automáticamente en el contexto del conflicto.
Ruego a los lectores inteligentes que eviten este automatismo y se hagan algunas preguntas, sobre todo acerca de las circunstancias en las que 750.000 palestinos se convirtieron en refugiados en 1948 (la respuesta es breve: al rechazar la solución de los dos Estados, los dirigentes palestinos declararon la guerra a los hebreos, que ellos, el agresor, han perdido), pero también cómo es que, a diferencia de los muchos millones de refugiados en la Europa posterior a la Segunda Guerra Mundial, no se les integró en Líbano, Siria y otros países árabes, sino que se les mantuvo como ciudadanos de segunda clase?. Además, ¿por qué de 750.000 en 1948 se afirma que hoy hay unos 5 millones?
Éste debe ser el único caso en el que el estatuto de refugiado se transmite “de generación en generación”. La respuesta sencilla es que desde 1948 los “refugiados” han sido más bien una herramienta política antiisraelí en manos del mundo árabe, que ha preferido utilizarla y manipularla en lugar de resolverla, como se ha hecho en Europa y también en el propio Israel, que en los años posteriores a 1948 absorbió a más de un millón de refugiados judíos perseguidos y/o expulsados de países árabes musulmanes.
La voz más fuerte jamás oída
El artículo afirma que los palestinos no han podido hacerse oír. Esto dista mucho de la realidad, como puede atestiguar un sinfín de resoluciones antiisraelíes en la ONU y sus organismos. En muchas de ellas, la agenda profesional ha sido secuestrada, los debates serios sobre los verdaderos desafíos globales han sido barridos, sacrificados y sustituidos por una descarada propaganda antiisraelí. Los palestinos lo hacen con la mayoría automática de los Estados no democráticos de la organización. Un ejemplo entre muchos es el “Consejo de Derechos Humanos de la ONU” que, desde su creación, ha adoptado más resoluciones antiisraelíes relacionadas con el conflicto que todos los demás conflictos mundiales juntos.
De hecho, los palestinos gozan de mucha más atención internacional que muchos otros problemas más graves en todo el mundo.
Una conclusión lingüística
Mi breve comentario final es más bien de carácter lingüístico: mientras que el arzobispo Mourad escribe sobre Israel que bombardea hospitales, en una frase posterior, refiriéndose a los hospitales de Homs y Alepo, prefiere utilizar la forma pasiva “han sido bombardeados” sin identificar quién ha realizado el bombardeo. No quiero ser explícito al explicar su elección. Estoy seguro de que el lector inteligente lo entenderá.
(Agencia Fides 21/11/2023)
* Embajador de Israel ante la Santa Sede