ÁFRICA/COSTA DE MARFIL - Más dinero para armas y menos para la lucha contra la lepra, que sigue amenazando las zonas pobres

martes, 28 febrero 2012

Dimbokro (Agencia Fides) – Durante la guerra civil que ha causado estragos en la Costa de Marfil desde 2002 a 2007, y debido a los disturbios del año pasado, el programa sanitario contra la lepra ha sufrido una disminución en su financiación y ha dado lugar a una pérdida en términos de detección y tratamiento de la enfermedad. Al no considerarla una prioridad sanitaria, el gobierno ha reducido los fondos al 30% del total original. A pesar de la disponibilidad de las medicinas, es difícil controlar los nuevos casos en las zonas remotas debido a la falta de enfermeros cualificados y medios de transporte para llegar a las aldeas. Sin embargo, algunas mejoras se pueden ver, según datos del Ministerio de Salud local, en 2011 se registraron 770 casos nuevos frente a los 887 del 2009. La enfermedad es definida como “insidiosa y silenciosa” debido a que el período de incubación puede no tener ningún tipo de síntomas y durar incluso 20 años, además, por desgracia son demasiados los casos descubiertos en una fase avanzada. Los síntomas, de hecho, aparecen muy tarde, y cuando la enfermedad se identifica es muy difícil detectar la fuente de contagio.
Otro problema se deriva del hecho que muchas personas no tienen la posibilidad de llegar a los hospitales por la distancia. El tratamiento de la lepra es muy irregular en el norte del país, gobernado durante una década por los ex rebeldes de las Forces Nouvelles, un período durante el cual la mayor parte de las infraestructuras del Estado estaban abandonadas. Según los profesionales de la salud, muchos enfermeros abandonaron el norte para ir a trabajar al sur, y muchos pacientes con lepra se avergüenzan de buscar tratamiento porque la enfermedad se asocia a menudo con una maldición.
La vergüenza también está vinculada a la pobreza, ya que la lepra afecta principalmente a las zonas más pobres y remotas del país, en parte debido a las malas condiciones sanitarias que favorecen la propagación de las bacterias. Sor Paulina trabaja en una clínica de Dimbokro, en el centro-sur de Costa de Marfil, y cuida de los enfermos de lepra de la aldea de Chrétienko, a 5 km de distancia. En una declaración, la religiosa dice que los pacientes deben ser alentados y no compadecidos para ayudarles a convivir con su enfermedad. (AP) (28/2/2012 Agencia Fides)


Compartir: