EUROPA/ITALIA - El beato Clemente Vismara: “misionero entusiasta, emprendedor y santo”

lunes, 27 junio 2011

Milán (Agencia Fides) – Alrededor de 8.000 fieles llenaron ayer, 26 de junio, la Plaza del Duomo en Milán para asistir a la misa de beatificación del P. Serafino Morazzone, del padre Clemente Vismara, misionero del PIME, y de la hermana Enrichetta Alfieri, de las Hermanas de la Caridad de Santa Juana Antida Thouret . La Santa Misa fue presidida por el Arzobispo de Milán, el Cardenal Dionigi Tettamanzi, concelebrada por más de 300 Obispos y sacerdotes, mientras que el rito de beatificación fue presidido por el Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el cardenal Angelo Amato.
En el día en que la Iglesia celebra la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, el Cardenal Tettamanzi subrayó en su homilía la relación profunda que une la Eucaristía a estos tres beatos: "amada, celebrada y vivida todos los días, brilla con toda su fuerza en su camino de santidad. Alimentándose del Cuerpo de Cristo, ellos han encontrado la energía para superar cualquier adversidad". En particular, citando al beato Clemente Vismara, el Cardenal Tettamanzi, dijo: "Nutrido de Cristo, el fervoroso misionero no se salvaguardaba a sí mismo, sino que se entregaba con alegría". "Nuestros tres beatos sentían profundamente el misterio del Cuerpo de Cristo que se coloca en el altar, cuyos miembros somos todos nosotros", continuó el Arzobispo de Milán.
El padre Clemente sentía como si fuesen sus propios miembros a las familias que le pedían el don del bautismo para compartir la fe en el único Dios y también a los muchos niños que le fueron encomendados para que los salvase. Estos huérfanos veían salir al beato de la iglesia siempre el último y permanecer durante mucho tiempo ante el Tabernáculo, contemplando la Divina Presencia, el Santísimo Sacramento tan valioso para él, porque era 'vida de su vida'. Este es el mensaje, siempre actual, que nos presentan estos tres beatos: estamos hechos para formar un solo Cuerpo de Cristo, nos alimentamos y santificamos por la Eucaristía, para que 'una sola fe ilumine y una sola caridad una a la humanidad repartida por toda la tierra’.”
Tomando la palabra al final de la ceremonia, el Cardenal Angelo Amato señaló que los tres nuevos beatos - "campeones de la santidad", "modelos de la buena vida según el Evangelio" -, ciertamente no son "naturalezas muertas que se pueden contemplar, sino que se trata de presencias vivas que admirar y emular". "El padre Clemente Vismarra era un misionero entusiastas, ingenioso y santo - destacó el Cardenal Amato -. Su amor era enorme. Un testimonio de entre muchos es el de un musulmán, que había llegado a la misión en 1971 para estudiar. Veía gente que a menudo se dirigía al padre Vismara para encomendarle a niños que él a su vez confiaba a la hermana Clementina. A las quejas de la hermana por la falta de comida y dinero, el padre Vismara respondía: 'No soy yo quién los ha traído. Es Dios quien los envía y Dios proveerá para ellos'. Al día siguiente, - concluye el testigo - llegaba de algún donante un saco de arroz”.
El Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos concluyó su discurso señalando que "en sus labios la palabra 'amor' tiene la resonancia auténtica de aquellos que han gastado su existencia para construir día tras día un mundo más humano y bueno. Nuestros tres beatos no mostraron su bondad a gritos, sino que la ejercieron en el silencio y la humildad. Es una lección de vida que todos nosotros debemos re-descubrir”.
El Santo Padre Benedicto XVI, después de la oración del Ángelus, recitado desde la ventana de su estudio con los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, recordó a los nuevos beatos con estas palabras: "hoy también tengo la alegría de anunciar la proclamación de algunos nuevos beatos... Don Serafino Morazzone, párroco ejemplar en la zona del Lecchese entre los siglo XVIII y XIX; el padre Clemente Vismara, heroico misionero del PIME en Birmania, y Enrichetta Alfieri, una Hermana de la Caridad, conocida como "ángel" de la cárcel San Vittore de Milán. ¡Alabemos al Señor por estos testigos luminosos del Evangelio!” (SL) (Agencia Fides 27/06/2011)


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