EUROPA/ESPAÑA - Es necesario rescatar la centralidad de la persona humana y de su dignidad: los Obispos para la Jornada Mundial del emigrante

martes, 4 enero 2011

Madrid (Agencia Fides) – El “derecho fundamental de toda persona a salir de su tierra y a ir a otro país que le ofrezca mejores posibilidades, sin tener que desprenderse de su familia, de su religión, de su cultura” y el “derecho propio de los Estados a regular los flujos migratorios con justicia, con solidaridad y con sentido del bien común” han sido revindicados por los Obispos de la Comisión Episcopal de Migración de la Conferencia Episcopal española, en su mensaje en ocasión de la próxima Jornada del Migrante y del Refugiado, que se celebra el 16 de enero. El tema que el Santo Padre ha escogido es “Una sola familia humana” y se trata, para los Obispos españoles, de un “anuncio, invitación, denuncia y programa”, en medio de la grave situación por la que atraviesa nuestra sociedad, “que tan negativamente repercute en numerosas familias, muy especialmente en las familias emigrantes”.
“Los derechos de los emigrantes a vivir como miembros de la familia humana y la obligación correspondiente hacia ellos de acogida, ayuda, solidaridad y fraternidad tienen su fundamento en la condición de todos los seres humanos de hijos del mismo Padre Dios, de la que se deriva la común vocación de hermanos” prosigue el texto, que subraya como “tenemos un origen común, el mismo fin, el mismo hábitat… un camino común, aunque vivamos diferentes situaciones”. Una de esas diferentes situaciones es la emigración, circunstancia que “no afecta a la común pertenencia a la misma y única familia humana”, a lo que se añade el fenómeno ambiguo de la globalización. Frente a esta dura realidad, “agravada por la crisis económica y no siempre favorecida por las leyes, que afectan a los emigrantes y refugiados... se hace necesario rescatar la centralidad de la persona humana y de su dignidad, con sus correspondientes e inalienables derechos y deberes”.
La Iglesia, continúan los Obispos, “ha de ser pionera en la tarea de acoger a los diferentes, de ayudarles en su proceso de incorporación a la nueva sociedad, y a la comunidad creyente”, además en su realidad de católica, “la Iglesia a Iglesia y los católicos han de ser signos e instrumentos de la realidad de la única familia de Dios, en la que caben hombres y mujeres diferentes en procedencia, raza, cultura, clase social”. Por último el mensaje subraya que “la Iglesia, en sus comunidades, en su vida, en su acción, en sus manifestaciones… ha de constituir un signo de esperanza en medio de una sociedad tentada de desesperanza”. (SL) (Agencia Fides 4/1/2011)


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