Riohacha (Agencia Fides) - Fortalecer la pastoral indígena, formar a laicos y promover proyectos sociales sostenibles que mejoren la calidad de vida de las comunidades, en cuanto al acceso al agua, la educación y la salud. Estas son algunas de las urgencias que enfrenta la comunidad eclesial en la región venezolana de La Guajira. Estas necesidades constituyen el eje central de una semana de formación misionera, impulsada a principios de agosto por la archidiócesis de Maracaibo y las Obras Misionales Pontificias (OMP) de Venezuela. La iniciativa, diseñada para dar seguimiento cercano a los proyectos de cooperación misionera implementados por las OMP locales en este vasto territorio y promover nuevas iniciativas entre las comunidades, implicó a las parroquias eclesiásticas de Guarero, Sinamaica, Paraguaipoa, La Sierrita, Tamare y Santa Cruz de Mara, y fue recibida con entusiasmo y disponibilidad por los párrocos y las comunidades locales.
Durante la semana en la que se celebraron casi simultáneamente la Escuela de Animadores Misioneros (ESAM) y la Escuela de Niños, Niñas y Adolescentes Misioneros (IAM), se organizaron encuentros con los operadores de las OMP, sesiones de formación y momentos de oración compartida.
La región de La Guajira presenta una realidad pastoral y social compleja. Pastoralmente, la Iglesia en esta zona se enfrenta a la dispersión geográfica de las comunidades y a la escasez de vocaciones sacerdotales autóctonas. A pesar de estos desafíos, la fe de sus habitantes se manifiesta en la participación activa en las celebraciones litúrgicas y en la devoción mariana. Socialmente es una región marcada por la presencia de comunidades indígenas Wayuu, con una cultura ancestral profundamente arraigada que convive con los desafíos de la modernidad. La precariedad de servicios básicos como agua potable, electricidad y salud, sumada a las dificultades económicas y la alta tasa de migración, crea una situación que requiere la atención y el apoyo continuo de diversas instituciones.
La comunidad eclesial, a través de sus distintas instancias y en colaboración con otras instituciones, también busca apoyar procesos de transformación social, promoviendo el desarrollo humano y pastoral de las comunidades. La semana misionera fue una etapa en este camino, no exento de dificultades, pero materializado con gran fe, esperanza y comunión fraterna.
(EG) (Agencia Fides 9/8/2025)