ÁFRICA/CONGO RD - Los niños, víctimas silenciosas de la guerra: testimonio desde Bukavu

lunes, 2 junio 2025 guerra   infancia   niños  

Kinshasa (Agencia Fides) – Los niños son las víctimas silenciosas de todas las guerras: en Gaza, Ucrania, Sudán y en el este de la República Democrática del Congo. Desde Bukavu, capital de Kivu del Sur, actualmente bajo control del movimiento rebelde M23 desde mediados de febrero (véase Fides 17/2/2025), hemos recibido un testimonio que refleja la dramática situación humanitaria que se vive en la región. Aunque los rebeldes han anunciado la creación de una administración para gestionar los territorios conquistados, la situación en Kivu del Sur y en Kivu del Norte sigue siendo precaria, especialmente para los más vulnerables: mujeres, niños y ancianos.
Publicamos el testimonio íntegro, omitiendo por motivos de seguridad el nombre de la persona que lo ha compartido:

«La hermana Charline me recibe en el pabellón del Hospital General de Bukavu, donde, junto con la hermana Marie-Jeanne, coordina la atención a los niños desnutridos. “Antes de la guerra eran unos cuarenta, ahora son ochenta y cuatro; incluso hay tres por cama”, me dice mientras me invita a pasar a las habitaciones. En una de ellas, una madre viste a su hija de unos ocho años: está a punto de volver a casa. Está muy delgada, pero ha superado la fase crítica. La niña se despide con una sonrisa. En la unidad de cuidados intensivos están los casos más graves, incluido el de un bebé abandonado en el hospital por su madre, proveniente de una zona de combate. Una enfermera lo cuida con esmero.

La guerra ha impedido cultivar, cosechar, comerciar... y esto, junto con los saqueos, ha provocado hambre. “Cuando tenemos suficiente comida adecuada, se recuperan en dos semanas; de lo contrario, se necesitan hasta dos meses… o mueren. Intentamos enviarlos a casa lo antes posible para dejar espacio a otros, pero a veces las madres nos dicen que allí volverán a faltarles alimentos... Les doy un poco de harina, no puedo hacer más”, añade desolada la hermana Charline.

Voy a saludar a Natalina. En su centro ‘Ek’Abana’ acoge a niñas y niños acusados de brujería, pero también, desde que comenzó la guerra, a niños que la Cruz Roja le confía a la espera de encontrar a sus familias. En total son unos veinticinco. “Están aumentando los casos de niñas acusadas de brujería”, dice Natalina. Esta semana han llegado tres. Con sus padres muertos o ausentes, las niñas vivían con sus abuelos u otros parientes. El psicólogo explica: el estrés de estos tiempos, la sucesión de enfermedades, muertes, pérdida de trabajo y otros problemas empuja a buscar respuestas en las ‘salas de oración’, donde pastores irresponsables señalan a los más frágiles como la causa de los males. La niña es acusada y marginada. A veces, son las comunidades de base las que las acompañan al centro para salvarlas.

¿Y qué decir del estrés de los niños que se sobresaltan con cada ruido? ¿De los abortos provocados por el sobresalto de los disparos? ¿De la violencia de la que son testigos los niños por parte de los ocupantes, los bandidos, la propia población cuando, exasperada, se ensaña con el presunto ladrón hasta matarlo? ¿Del abandono escolar tras huir con la familia, de la humillación de ser expulsados de la escuela porque los padres ya no pueden pagar las cuotas trimestrales? ¿De la escasez de alimentos diarios?

Mientras regresaba, un niño me pidió que le comprara un buñuelo, que se vende en la calle a bajo precio. “¿Con quién vives?”. “Con mi abuela”. Dada la crisis, supero mi reticencia: “Coge dos, una para la abuela”. “Entonces compraré un poco de harina”, me respondió. Nada que ver con un antojo.

Todo esto se suma al recuento de niños asesinados directamente por las bombas y la violencia. Son víctimas mudas, como las de Gaza, que pagan el precio de una deuda que es toda nuestra».
(Agencia Fides 2/6/2025)


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