ÁFRICA/MALI - “Me pidieron perdón pero yo ya les había perdonado”. El “año sabático” del padre Ha-Jo con sus secuestradores

jueves, 8 febrero 2024

GM

Por Antonella Prenna

Bamako (Agencia Fides) – “Alemania está en guerra contra nosotros, tiene soldados en Gao (Malí) y entrena al ejército maliense con la Unión Europea en Kulikoro, a orillas del río Níger. La toma de rehenes es nuestra venganza contra vuestro país”. Esta es la respuesta que recibió el padre Hans Joachim Lohre, de los Misioneros de África (conocidos como Padres Blancos), por parte del líder del grupo JNIM, vinculado a Al Qaeda, quién le había secuestrado en Malí el domingo 20 de noviembre de 2022. El padre Joachim, conocido por todos como “padre Ha-Jo”, recuperó la libertad tan sólo un año después, el 26 de noviembre de 2023.

El misionero alemán, que había llegado a Malí en 1981, recorre con la Agencia Fides algunos rasgos destacados de lo que ha denominado su “año sabático”: los doce meses que pasó en manos de sus secuestradores.

“Cuando me tomaron como rehén - recuerda el padre Joachim-, tuve la gracia de permanecer completamente tranquilo y no sentí ningún miedo. Sabía que los rehenes de JNIM suelen ser bien tratados y viví este periodo en la fe y la oración” El primer traslado duró cuatro días, luego otras cinco semanas en la espesura del Sahel, hasta que llegó un nuevo grupo de guardias al cabo de dos semanas. Permanecí 4 meses en el desierto arenoso, con una rotación mensual de guardias que nos retenían. Después, 6 meses en una zona desértica entre rocas y colinas. En los últimos meses antes de ser liberado estuve con otros rehenes. Siempre nos reuníamos una hora durante las comidas cocinadas por un rehén que estaba con nosotros, y podíamos hablar de cualquier cosa”.

“Fueron meses intensos”, añade el misionero, “al principio pasé mucho tiempo con los jóvenes guardias hablando de la fe musulmana y de la fe cristiana. Durante los cuatro meses siguientes, pude rezar. Me levantaba por la mañana y me iba a dormir con el sol. Caminaba 30 minutos todos los días, tenía dos horas para la celebración eucarística, que celebraba según las intenciones del mundo, de la Iglesia, de mi familia y amigos, de mis hermanos de comunidad, del pueblo de Malí, del diálogo interreligioso. Solía celebrar la misa a diario partiendo el pan e imaginando que también tenía vino. Después de comer rezaba el rosario durante una hora y por la tarde meditaba un pasaje del Evangelio. Durante el Ramadán, el mes de ayuno de los musulmanes, me ‘predicaba a mí mismo’ un retiro ignaciano de 30 días. En los últimos meses tenía una radio y podía escuchar las noticias por la mañana y a la hora de comer, y por la noche Radio Vaticano, las noticias de la Iglesia universal. Los fines de semana también podía seguir los acontecimientos futbolísticos de Alemania, Inglaterra, Italia, España y Francia”.

La conversación con el padre Ha-Jo revela una relación serena con quienes le mantuvieron secuestrado. El misionero repite que nunca fue maltratado: “Siempre tuvimos relaciones civiles, educadas, respetuosas y algunas incluso amistosas. Ellos simplemente hacían su 'trabajo': vigilarme”. “El jefe de los secuestradores me pidió que ‘algún día’ les perdonara, cosa que yo ya había hecho, al igual que los jóvenes que me retenían en el monte, preocupados por si podían haber hecho algo que me dañara. Hasta el conductor del coche que me condujo a la libertad me pidió perdón por cualquier problema que hubiera podido tener”.

Seguidamente, el padre Ha-Jo explica: “Hicieron todo lo posible para que no me faltara de nada. Mis secuestradores de la JINM/AQMI no eran bandidos malvados, actuaban por motivos religiosos. Ellos reivindican un orden social basado en los mandamientos de Dios recogidos en el Corán. Yo también soy religioso y por eso nos respetábamos”.

En el momento de la liberación, uno de los líderes quiso explicar al sacerdote las razones por las que toman rehenes. “Hay tres razones por las que tomamos rehenes -le dijo-: la primera es porque Occidente, Europa y América están en guerra con los musulmanes; la segunda es para extorsionar o pedir rescate por los prisioneros; y la tercera es para que no vengan más europeos a Malí a subyugar a los musulmanes con algunos de sus comportamientos que no se corresponden con nuestra cultura”.

“En Malí -concluye el padre Joachim- todos me esperan: musulmanes y cristianos, el Instituto de Educación Islámico-Cristiana (IFIC) el Centro para la Fe y el Encuentro (CFR), la parroquia de Santa Mónika. Rezo por ellos todos los días”.

Malí sufrió dos golpes de Estado, uno en agosto de 2020 y otro en mayo de 2021 (véase Fides 26/5/2021), que se sumaron a una crisis de seguridad dictada por las revueltas yihadistas en el norte del país. (Agencia Fides 8/2/2024)


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