Octubre de 2005: "Para que los fieles unan al deber fundamental de la oración, el esfuerzo de contribuir también económicamente a la obra misionera " Comentario a la intención misionera indicada por el Santo Padre, a cargo de Su Exc. Mons. Robert Sarah, Secretario de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos.

martes, 20 septiembre 2005

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Incorporados a Cristo por medio del Bautismo, los fieles cristianos se convierten en hijos de Dios y miembros del Cuerpo de Cristo que es la Iglesia. Están también directamente implicados en el mandato misionero que la Iglesia ha recibido de su Señor: "Id pues y enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo" (Mt 28, 19). Habiendo recibido la fuerza del Espíritu Santo y actuando bajo su impulso, están llamados a ser testigos de Cristo en sus familias, en sus barrios, en sus parroquias, en sus países, hasta los últimos confines de la tierra (cfr. At 1,8). El Bautismo los configura a Cristo y les dona poder participar en su misión evangelizadora que es la misión misma de la Iglesia. Esta misión consiste fundamentalmente en profesar ante los hombres la fe que han recibido de Dios por medio de la Iglesia y en participar personalmente en la actividad apostólica y misionera del pueblo de Dios (cfr. CCC 1270).
La participación en la actividad misionera de la Iglesia se realiza ante todo a través de los medios espirituales, en particular la oración, sacrificios, esfuerzo cotidiano por llevar una vida digna del evangelio de Cristo (cfr. Fil 1,27) y la orientación de nuestra vida hacia la santidad. A estos medios espirituales es oportuno sin embargo añadir un auténtico y concreto apoyo material, en cuánto que, inmersa en las realidades terrenales, la Iglesia también necesita de medios materiales para cumplir adecuadamente su misión. Es por tanto fundamental subrayar en este contexto, la importancia de las Obras Misionales Pontificias que, por medio de la recogida de subsidios a favor de las misiones, permiten a la Iglesia hacer frente a las necesidades materiales y financieras inherentes a su misión evangelizadora, sobre todo en los países de las jóvenes Iglesias de África, Asia, Oceanía y América Latina, caracterizadas a menudo por la pobreza material y la inestabilidad política.
La contribución económica a la obra misionera es pues parte integrante del deber del testimonio que concierne a todo cristiano en virtud de su compromiso bautismal. Tras el ejemplo de los primeros cristianos, que movidos por la fe en el Resucitado y conscientes de ser elementos de un mismo Cuerpo vendieron sus tierras y sus bienes y dividieron lo obtenido entre todos, según las necesidades de cada uno (cfr. At 2,42), los cristianos de hoy son invitados a tener el mismo impulso de corazón y la misma generosidad para donar a la Iglesia, incluso desde su pobreza e indigencia, lo que necesita para responder a su vocación misionera.
En este mes del Rosario y al final del Año de la Eucaristía, que podamos tener la misma fe, el mismo amor y la misma disponibilidad de la Virgen Maria para acoger al Verbo de la Vida y compartirlo con todos nuestros hermanos y hermanas que buscan la salvación que viene de Dios. (+ Robert Sarah, (Agencia Fides 20/9/2005, Líneas: 38 palabras: 544)


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