VATICANO - El sacramento de la confesión en el Magisterio de Juan Pablo II

viernes, 8 abril 2005

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - “...misión que el Señor nos ha dado de representarle, no sólo en el Sacrificio eucarístico, sino también en el sacramento de la Reconciliación. Hay una íntima conexión entre los dos sacramentos” (Carta para el Jueves Santo 2002 n.2). De esta sabiduría debemos ser amorosos e iluminados intérpretes a través del contacto personal que estamos llamados a establecer con tantos hermanos y hermanas en la celebración de la Penitencia. A este propósito, deseo recordar que la celebración personal es la forma ordinaria de administración de este sacramento y que, solo en “casos de grave necesidad” es legítimo recurrir a la forma comunitaria de confesión y absolución colectiva.
Id. n.5: Cada encuentro con un fiel que nos pide confesarse, aunque sea de modo un tanto superficial por no estar motivado y preparado adecuadamente, puede ser siempre, por la gracia sorprendente de Dios, aquel «lugar» cerca del sicómoro en el cual Cristo levantó los ojos hacia Zaqueo. Para nosotros es imposible valorar cuánto haya penetrado la mirada de Cristo en el alma del publicano de Jericó.Sabemos, sin embargo, que aquellos ojos son los mismos que se fijan en cada uno de nuestros penitentes.
N.6: podremos encontrarnos en cada confesión ante los más diversos tipos de personas. Pero hemos de estar convencidos de una cosa: antes de nuestra invitación, e incluso antes de nuestras palabras sacramentales, los hermanos que solicitan nuestro ministerio están ya arropados por una misericordia que actúa en ellos desde dentro. Ojalá que por nuestras palabras y nuestro ánimo de pastores, siempre atentos a cada persona, capaces también de intuir sus problemas y acompañarles en el camino con delicadeza, transmitiéndoles confianza en la bondad de Dios, lleguemos a ser colaboradores de la misericordia que acoge y del amor que salva.
N.7: Por lo demás, ¿cómo ocultar las dificultades objetivas que crea la cultura dominante en nuestro tiempo a este respecto? También los cristianos maduros encuentran en ella un obstáculo en su esfuerzo por sintonizar con los mandamientos de Dios y con las orientaciones expresadas por el magisterio de la Iglesia, sobre la base de los mandamientos. Éste es el caso de muchos problemas de ética sexual y familiar, de bioética, de moral profesional y social, pero también de problemas relativos a los deberes relacionados con la práctica religiosa y con la participación en la vida eclesial. Por eso se requiere una labor catequética que no puede recaer sobre el confesor en el momento de administrar el Sacramento. Esto debería intentarse más bien tomándolo como tema de profundización en la preparación a la confesión. En este sentido, pueden ser de gran ayuda las celebraciones penitenciales preparadas de manera comunitaria y que concluyen con la confesión individual.
Para perfilar bien todo esto, el «icono bíblico» de Zaqueo ofrece también una indicación importante.En el Sacramento, antes de encontrarse con «los mandamientos de Dios», se encuentra, en Jesús, con «el Dios de los mandamientos». Jesús mismo es quien se presenta a Zaqueo: «me he de quedar en tu casa». Él es el don para Zaqueo y, al mismo tiempo, la «ley de Dios» para Zaqueo. Cuando se encuentra a Jesús como un don, hasta el aspecto más exigente de la ley adquiere la «suavidad» propia de la gracia.
N.9: aparece aún mejor para que el encuentro personal entre el confesor y el penitente sea la forma ordinaria de la reconciliación sacramental:... no sólo expresa bien la verdad de la misericordia divina y el consiguiente perdón, sino que ilumina la verdad misma del hombre en uno de sus aspectos fundamentales: la originalidad de cada persona que, aun viviendo en un ambiente relacional y comunitario, jamás se deja reducir a la condición de una masa informe. Esto explica el eco profundo que suscita en el ánimo el sentirse llamar por el nombre. Saberse conocidos y acogidos como somos, con nuestras características más personales, nos hace sentirnos realmente vivos. (Agencia Fides 8/04/05)


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