VATICANO - Viajes Apostólicos de Juan Pablo II (3)

lunes, 4 abril 2005

Primer viaje apostólico a Santo Domingo, México y las Bahamas: “el Papa quiere estar cercano a esta Iglesia evangelizadora para alentar su esfuerzo, para traerle nueva esperanza en su esperanza... para que cada vez sea más fiel a su misión”

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - El primer viaje apostólico de Juan Pablo II al extranjero tuvo lugar en enero de 1979, apenas tres meses después de su elección como Pontífice, a la Republica Dominicana, a México donde visitó cinco ciudades, y las Bahamas, en un viaje que duró una semana, del 25 al 31 de enero de 1979 durante la cual pronunció un total de 36 discursos y recorrió 23.710 Km . La ocasión era la III Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Puebla (México). Para el Santo Padre el viaje tenía tres objetivos claros: hacer una auténtica peregrinación de fe, como lo fueron después todos los viajes de su pontificado, ser mensajero del Evangelio, y manifestar su ayuda y apoyo a los hermanos en el Episcopado.
El etapa principal del viaje era, pues, México pero el Santo Padre quiso realizar su viaje siguiendo la ruta que, en el momento del descubrimiento del Continente, trazaron los primeros evangelizadores. Se acercó también al Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, poniéndose bajo su protección al inicio de su Pontificado: “Antes de llegar a la sede de la conferencia, quiero hacer una parada en el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe. De aquí que quiero sacar el superior consuelo y el necesario estímulo para mi misión de Pastor de la Iglesia y en particular para mi primer contacto con la Iglesia latinoamericana”.
Las anteriores Conferencias del Episcopado Latinoamericano habían tenido lugar en Río de Janeiro en 1955 y en Medellín en 1968. Esta Tercera Conferencia giró en torno al tema “La Evangelización en el presente y en el futuro de América Latina”. Un problema importante en un continente que debía buscar el justo equilibrio entre evangelización y promoción humana, entre evangelización y liberación, entre bienestar material y bienestar espiritual.
Al llegar a Santo Domingo, primera etapa de su viaje, el Santo Padre afirmó en su discurso al Presidente: “El Papa quiere estar cercano a esta Iglesia evangelizadora para alentar su esfuerzo, para traerle nueva esperanza en su esperanza... para que cada vez sea más fiel a su misión”. Y en la homilía pronunciada en la Plaza de la Independencia el 25 de enero de 1979, el Santo Padre invitó a los cristianos a comprometerse en la construcción de un mundo más justo, humano y acogedor, que no se encierre en sí mismo sino que se abra a Dios.
A los sacerdotes de México Juan Pablo II pidió que fueran auténticos servidores de la Palabra de Dios y de la fe, administradores y testigos del amor de Cristo por los hombres. En la misa celebrada en la Catedral de México pidió a todo el pueblo mexicano que permaneciera fiel a la Iglesia, nacida según el designio de Dios, para construir, con todas las gentes, un país fundado en la fe, en la esperanza y en el amor.
El 28 de enero comenzaron los trabajos de la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Puebla, punto culminante del viaje del Papa. En su discurso, el Santo Padre exhortó a los Obispos a ser Maestros de la verdad que viene de Dios y que trae consigo la auténtica liberación del hombre, pidió que vigilaran la pureza de la doctrina y que transmitieran la verdad sobre Jesucristo, sobre la misión de la Iglesia y sobre el hombre; les instó a ser servidores de la unidad, unidad entre Obispos, sacerdotes, religiosos y con el pueblo de los fieles y que fueran defensores y promotores de la dignidad humana. Y señaló como tareas prioritarias para América Latina la familia, las vocaciones sacerdotales y religiosas y la juventud, esperanza de la Iglesia.
Durante este primer viaje apostólico, el Santo Padre quiso acercarse de forma especial a los pobres, a los marginados, a los que sufren. En Santo Domingo, en un encuentro con los habitantes del barrio pobre de “Las minas”, dijo: “Veo en vosotros una presencia más viva del Señor que sufre en los hermanos más necesitados. Deseo haceros pensar en vuestra dignidad de hombres y de hijos de Dios”. En México, en Oxaca, a los indígenas y campesinos les aseguró: “El Papa quiere ser vuestra voz, la voz de quien no puede hablar o de quien es silenciado” y lanzó un fuerte llamamiento a los responsables de las naciones y a las clases dirigentes: “La conciencia de los pueblos, el grito del desvalido y, sobre todo, la voz de Dios, la voz de la Iglesia, os repiten conmigo: no es justo, no es humano, no es cristiano continuar con ciertas situaciones claramente injustas”. También a los obreros de Guadalajara les recordó el valor del trabajo como colaboración con Dios, perfeccionamiento de la creación, servicio a los hermanos y contribución a la humanización del mundo y sus estructuras. En un encuentro con los habitantes del “barrio pobre” de Santa Cecilia, les aseguró su cercanía y particular atención: “Siendo pobres, tenéis derecho a mis particulares desvelos. EL Papa os ama porque sois los predilectos de Dios”. En el viaje de regreso a Roma el avión realizó una escala técnica en las Bahamas, donde el Santo Padre dirigió un saludo a los cristianos de esas tierras exhortándoles a permanecer unidos en la solidaridad y en el amor. (Agencia Fides - SIGUE)


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