VATICANO - Catequesis del Papa en la audiencia general: A la victoria de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte son asociados los mártires cristianos que han elegido la calle de la cruz, no cediendo al mal y a su virulencia, pero entregándose al Padre y uniéndose a la muerte de Cristo atravieso un testimonio de donación y ánimo"

miércoles, 12 enero 2005

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Retomando el ciclo de catequesis sobre los Salmos y Cánticos, el San Padre Juan Pablo II ha comentado esta mañana, durante la audiencia general, el Cántico del Libro del Apocalipsis: "El juicio de Dios" (Ap 11,17; 12,10.12). El texto describe " la grandiosa representación de la corte divina, en la que Dios y el Cordero, es decir Cristo, rodeados del «consejo de la corona», están juzgando la historia humana en el bien y en el mal, mostrando su fin último de salvación y gloria”.
La entrada del Señor omnipotente en la historia " no sólo tiene el objetivo de bloquear las reacciones violentas de los rebeldes sino sobre todo el de exaltar y recompensar a los justos" ha explicado al Papa, subrayando los términos usados para delinear la fisonomía espiritual de los cristianos: "Ellos son "siervos" que se adhieren a la ley divina con fidelidad; son "profetas", dotados de la palabra revelada qué interpreta y juzga la historia; son "santos", consagrados a Dios y respetuosos de su nombre, es decir, dispuesto a adorarlo y a seguir su voluntad. Entre ellos hay "pequeños y grandes", una expresión amada por el autor del Apocalipsis para designar el pueblo de Dios en su unidad y variedad."
En la segunda parte del Cántico, después de la escena dramática de la mujer embarazada "vestida de sol" y del terrible dragón rojo, una voz misteriosa entona un himno de agradecimiento y alegría. "La alegría proviene del hecho de que Satanás, el antiguo adversario... ha sido ya "precipitado" del cielo y por lo tanto, ya no tiene un gran poder. Él sabe "que le queda poco tiempo", porque la historia está a punto de experimentar un giro radical de liberación del mal y, por ello, reacciona «con gran furor».
Por otro lado, aparece Cristo resucitado, cuya sangre es principio de salvación."
A la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte se asocian los mártires cristianos que han elegido el camino de la cruz, no cediendo al mal y a su virulencia, sino que se han entregado al Padre y se han unido a la muerte de Cristo a través de un testimonio de entrega y de valor que les ha llevado a «despreciar la vida hasta la muerte». Parece escucharse el eco de las palabras de Cristo: «El que ama su vida, la perderá; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna»".
El Santo Padre ha concluido la catequesis recordando una espléndida súplica a Cristo atribuida a Simeón, Catholicos de Seleucia-Ctesifonte en Persia, antes de morir mártir con otros compañeros el 17 de abril del 341, durante la persecución del rey Sapor II: "Señor, dame esta corona: tú sabes que siempre la he deseado porque te he amado con todo el alma y con toda mi vida. Seré feliz al verte y tú me darás el descanso… Quiero perseverar heroicamente en mi vocación, cumplir con fortaleza la tarea que me ha sido asignada y ser ejemplo para todo el pueblo de Oriente…". (S.L) (Agencia Fides 12/1/2005 Líneas: 39 Palabras: 570)


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