Roma (Agencia Fides) - El domingo, 15 de enero, la Iglesia Católica en varios países del mundo celebra la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado, mientras que en otros países se traslada a otra fecha, en función de las necesidades pastorales. Para la ocasión, el Santo Padre, Benedicto XVI propuso en su mensaje anual, el tema "Migración y la Nueva Evangelización" (ver Fides 25/10/2011).
Al recordar este importante evento, P. Sergio O. Gerema, CS, Superior General de la Congregación de los Misioneros de San Carlos (Escalabrinianos), desde hace 125 años comprometidos con el servicio concreto a las comunidades de migrantes, señala que el mensaje "invita a todos los hombres de buena voluntad, los cristianos, en particular, a participar en búsqueda de soluciones adecuadas a los múltiples retos de la movilidad humana. La acogida de los hermanos y hermanas emigrantes y refugiados, que dejan sus países en busca de mejores condiciones de vida o por estar amenazados por la persecución, la guerra, la violencia, el hambre y los desastres naturales, no son sólo una cuestión de las intervenciones sociales y la solidaridad, sino también "una ocasión providencial para renovar el anuncio del Evangelio en un mundo moderno" según lo propuesto por Benedicto XVI.
Los retos del proceso de globalización, la primavera árabe, la crisis económica mundial, la persecución de las minorías cristianas y cambios profundos en la sociedad actual han hecho que Juan Pablo II y sucesivamente Benedicto XVI, iniciaran la "nueva evangelización" como una respuesta pastoral urgente a los retos de la migración y las necesidades de la catolicidad de la fe en Dios revelado en Jesucristo.
Esta respuesta se basa en el mensaje evangélico, que es acoger a los demás en un encuentro con Cristo. Cada cristiano es el portador y heredero de la memoria histórica de la travesía del pueblo de Dios, el respeto por la hospitalidad de migrantes y el valor contenido en la Palabra de Dios. En Cristo, Dios ha venido personalmente a pedir refugio a los hombres y mujeres en el mundo viviendo Él mismo en el exilio en Egipto. Se identificó como un extranjero que necesita abrigo y refugio. Para más migraciones - tales como el Concilio Vaticano II ha definido - son un signo de los tiempos que van interpretados hoy ". (SL) (Agencia Fides 14/01/2012)