VATICANO - El domingo en Loreto el Papa proclamará beatos a un sacerdote español, asistente de la Acción Católica, y a dos jóvenes laicos italianos miembros de la AC: Alberto Marvelli y Pina Suriano

viernes, 3 septiembre 2004

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - El domingo 5 de septiembre el Santo Padre, Juan Pablo II, viajará a Loreto, con ocasión del encuentro-peregrinación que clausura el Congreso internacional de la Acción Católica, donde beatificará a un sacerdote español, Pere Tarrés i Claret (1905-1950), que fue asistente de la Acción Católica española, y a dos laicos italianos, Alberto Marvelli (1918-1946) y Pina Suriano (1915-1950), ambos miembros de la Acción Católica italiana. Presentamos a continuación algunos datos biográficos sobre los nuevos beatos.

Pere Tarrés i Claret nació el 30 de mayo de 1905 en Manresa, provincia de Barcelona, Cataluña (España). Fue alumno de los Padres Escolapios y de los Jesuitas. De carácter alegre y abierto, cariñoso con sus padres y hermanas, amante de la naturaleza, contemplativo, gracias a una beca pudo acceder a la Facultad de Medicina. Fue miembro de la Federación Jovens Cristians con ardiente celo apostólico. La Federación era Acción Católica (AC), como el Papa Pío XI la proponía entonces: oración, estudio y acción, bajo la dirección de la jerarquía local. Pere Tarrés cubrió varios encargos en la Federación y en la AC. Para él, el secreto de la vida espiritual de los militantes estaba en la devoción eucarística y el amor filial a la Madre de Dios. En la Navidad de 1927 hizo el voto de castidad.
En 1928, después de haber concluido la carrera de Medicina, fundó el sanatorio-clínica de Nuestra Señora de la Merced de Barcelona; durante el ejercicio de su profesión de médico, es ejemplar en la caridad y en la vida de piedad. Durante la Guerra Civil, llevaba a escondidas la comunión a los perseguidos por los milicianos rojos y él mismo logró escapar a una perquisición realizada en su casa. En enero de 1939, retornado a su casa del frente de guerra (había sido obligado a enrolarse en el ejército republicano como médico), continua su actividad de médico, cubre algunos encargos en la AC y se prepara para ingresar en el Seminario de Barcelona, evento que tendrá lugar el 29 de septiembre de 1939. En 1941, año en que muere su madre, recibe las Órdenes menores, y es ordenado sacerdote el 30 de mayo de 1942. En Barcelona recibe varios nombramientos pastorales: vice-asistente diocesano de los jóvenes de la AC, asistente del centro parroquial de las mujeres y de las jóvenes de AC de la parroquia de San Vicente de Sarriá (1944), capellán de la comunidad y del colegio de las Hermanas Franciscanas de la Inmaculada Concepción (1945). Durante las vacaciones en los Pirineos recibía a numerosos grupos de jóvenes de la AC. Cubrió también otros encargos pastorales, dejando siempre una huella perenne. El 17 de mayo de 1950 le diagnosticaron un linfosarcoma linfoblástico. Tarrés vivió su enfermedad con una actitud de total abandono en Dios y ofreciendo su vida por la santificación de los sacerdotes. El 31 de agosto de 1950, con cuarenta y cinco años, moría en la clínica que él mismo había fundado.

Alberto Marvelli nace en Ferrara el 21 de marzo de 1918. Es el segundo de seis hermanos. Crece en una familia verdaderamente cristiana. Participa en el Oratorio salesiano y en la Acción Católica, donde madura su fe. Reza con recogimiento, enseña la catequesis con convicción, demuestra celo apostólico, caridad y serenidad. Posee un carácter fuerte, decidido, voluntarioso y generoso y un fuerte sentido de la justicia, por ello influye moralmente entre sus compañeros. Es un joven deportista y dinámico, ama todos los deportes, pero su gran pasión será la bicicleta, en la que descubre un medio privilegiado para su apostolado.
Madura su formación cultural y espiritual en la Federación Universitaria Católica Italiana (F.U.C.I.). Finaliza la carrera universitaria en ingeniería mecánica el 30 de junio de 1941. Durante el período de la ocupación alemana, después de cada bombardeo es la primera persona en ayudar a los heridos, a dar valor a los sobrevivientes y a asistir a los moribundos, a sacar de las ruinas a los sepultados. Alberto distribuía a los pobres todo lo que lograba recoger: colchones, frazadas, ollas. Compraba todo tipo de alimentos y después, en su bicicleta, cargada de provisiones, salía en busca de los que tenían hambre y estaban enfermos. Logró salvar a muchas personas de la deportación alemana, llegando a abrir los vagones del tren que partía desde la estación de San Arcángel destinados a los campos de concentración. Después de la liberación de la ciudad, el 23 de septiembre de 1945, al constituirse la primera junta del Comité de liberación, entre los asesores figura Alberto Marvelli, a pesar de no estar inscripto en ningún partido político ni pertenecer a los partisanos, porque todos reconocieron y valoraron el gran trabajo realizado por él a favor de los sin techo. Tenía sólo 26 años, pero le confiaron cargos muy arduos, como ocuparse de poner orden en la concesión de viviendas en la ciudad y de la reconstrucción. En 1945 el Obispo lo llama a dirigir a los Profesionales Católicos. Funda una Universidad popular y abre un comedor para pobres. Su actividad a favor de todos no conoce descanso. Como cofundador de la A.C.L.I. (Asociación Católica de Trabajadores Italianos), forma una cooperativa para los que se dedican a la construcción. Cuando se da cuenta de que el mundo que lo circunda está bajo el signo de la injusticia y del pecado, la Eucaristía le da fuerzas para realizar su trabajo de redención y liberación, capaz de humanizar la faz de la tierra. Al anochecer del 5 de octubre de 1946, mientras se dirige en bicicleta a un comicio electoral, un camión militar lo atropella. Muere unas horas más tarde: tenía 28 años.

Josefina Suriano, a quien se la conocerá siempre con el diminutivo de “Pina”, nació el 18 de febrero de 1915 en Partinico, centro agrícola de la provincia italiana de Palermo. De índole dócil y sumisa, particularmente sensible al espíritu religioso que reinaba en su familia, Pina vivía en la gran casa de sus abuelos, rodeada del afecto de sus parientes, siendo la primera nieta. En 1922 recibió los sacramentos de la penitencia, primera comunión y confirmación. En el mismo año ingresó en la Acción Católica. Aún era una niña cuando empezó a participar con profundo espíritu eclesial en la vida parroquial y diocesana, tomando parte activa en todas las iniciativas de la AC, sobre todo en las que se dirigían a afrontar los problemas locales.
A partir de 1937, cuando se erigió la nueva parroquia de la “Santísima Virgen María del Rosario” a la que pertenecía entonces la casa de Pina, siguió desempeñando con entusiasmo sus compromisos en el nuevo contexto, cubriendo varios encargos en la AC. En 1948 fundó la Asociación de las Hijas de María de la que fue presidenta hasta la muerte. Pina puso como fundamento de su apostolado la oración, el sacrificio, la misa, la comunión y la meditación cotidiana, el estudio de la palabra de Dios y la adhesión al magisterio de la Iglesia. El 29 de abril de 1932 hizo voto de castidad, a pesar de que su madre soñaba para ella una boda acaudalada. Pina rechazó siempre, con amabilidad y firmeza, las distintas propuestas de matrimonio que más de un joven le dirigía, conquistado por su gracia y su belleza. Intentó varias veces realizar su deseo de entrar en la vida religiosa, pero se encontró con dificultades insuperables. El 30 de mayo de 1948, junto con otras tres compañeras, se ofreció como víctima por la santidad de los sacerdotes. El mismo año se manifestó una forma de artritis reumática tan fuerte que le dejaría un defecto cardíaco que luego la llevará a la muerte de un infarto el 19 de mayo de 1950. (S.L.) (Agencia Fides 3/9/2004 - Líneas 91; Palabras 1310) .


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