ASIA/CHINA - La muerte del Obispo Agustín Hu Daguo, una vida de sencillez y pobreza, en plena adhesión a los principios de la Iglesia Universal y el Primado de Pedro

sábado, 26 febrero 2011

Shiqian (Agencia Fides) - El 17 de febrero, a la edad de casi 90 años, ha muerto Su Exc. Mons. Agostino Hu Daguo, Obispo legítimo y clandestino de la Prefectura Apostólica de Shiqian (Shihtsien) en la provincia de Guizhou (China continental). El prelado nació el 15 de mayo 1921 en una familia de antigua tradición cristiana en Tongzhou, en el Condado de Pingtang, en Guizhou. Fue bautizado cuando con tan sólo un mes de vida. Entre los 7 y 11 años aprendió a conocer las Escrituras, asistiendo regularmente a la Iglesia Católica. En 1936 entró en el seminario menor diocesano de Guiyang, para pasar en 1939, al mayor de ‘San Pedro’ para el estudio de la teología. Fue ordenado sacerdote el 29 de junio de 1951.
Después de la ordenación sacerdotal fue profesor en el seminario mayor y en 1955 fue enviado a trabajar en la parroquia de Youtangkou como vicepárroco, pero el 4 de abril fue detenido y luego encarcelado durante casi tres años en el centro de detención de Guizhou. En 1958 fue condenado a diez años de trabajos forzados y de reeducación en tres fábricas diferentes de Guizhou. Cuando terminó de cumplir condena fue enviado, en régimen de la semi-detención, a la fábrica de Fuquan. Fue rehabilitado después y enviado a enseñar en el seminario teológico de Chengdu, en la provincia de Sichuan.
Las dificultades para el prelado no habían terminado aún, ya que, cuatro años después, debido a su firme lealtad al Santo Padre fue retirado de la enseñanza. Decidió, por tanto, regresar a Guizhou, donde fue nombrado párroco de Duyun, Dushan, Fuquan Tuanbo y Wen'an.
En 1987 fue ordenado Obispo por el fallecido Mons. Joseph Fan Xueyan, de Baoding. En 1999, a la edad de casi 80 años, sufrió un accidente en una pierna, del que nunca se recuperó por completo. En los últimos años, no mantuvo en secreto sus dificultades de lenguaje, de comprensión y movimiento, pero sin dejar de gastar sus energías en el servicio de Dios y dedicándose especialmente a oír las confesiones de los fieles. Las autoridades civiles, que nunca lo han reconocido como Obispo, le había impedido que residiese en Shiqian. A pesar de que su residencia estaba en Duyun, en la Arquidiócesis de Guiyang, él con discreción y eficacia ha administrado a su clero y sus fieles de la Prefectura Apostólica con gran celo y fervor espiritual, dando nueva vida y esperanza a las diversas comunidades parroquiales dispersas en las zonas de montaña.
Mons. Hu llevó una vida de sencillez y pobreza, en plena adhesión a los principios de la Iglesia Universal y el Primado de Pedro. Estaba muy dotado desde el punto de vista intelectual y siempre ha sido respetado por todos como un eclesiástico santo. El funeral del fallecido Obispo se ha celebrado el domingo 20 de febrero en la catedral. El clero y los fieles de su prefectura apostólica lloran por su ausencia. En él, como en muchos otros Obispos chinos que han muerto en los últimos años, se han cumplido las palabras del Libro de la Sabiduría: “Las almas de los justos están en las manos de Dios, y no los afectará ningún tormento. A los ojos de los insensatos parecían muertos; su partida de este mundo fue considerada una desgracia y su alejamiento de nosotros, una completa destrucción; pero ellos están en paz. A los ojos de los hombres, ellos fueron castigados, pero su esperanza estaba colmada de inmortalidad. Por una leve corrección, recibirán grandes beneficios, porque Dios los puso a prueba y los encontró dignos de él. Los probó como oro en el crisol y los aceptó como un holocausto” (Agencia Fides 26/2/2011)


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