Fort Dauphin (Agencia Fides) – La sequía siempre ha sido una causa de graves periodos de carestía y de epidemias que han afligido a la población de Fort Dauphin, o Tolagnaro en lengua malgache. Según algunas fuentes misioneras locales, la población de la diócesis de Tolagnaro, situada en el extremo sur de Madagascar, está viviendo un periodo de grande dificultas alimenticia. Esta región de Madagascar, que tiene una superficie de 45 mil Km2, es la más pobre, la menos desarrollada, la que menor tasa de escolarización posee en todo el país, con pocas infraestructuras que además está muy degradadas, es una zona que el Gobierno ha abandonado. La población que asciende a casi un millón de habitantes, de los cuales el 11% son católicos, se ocupa de la ganadería en las zonas más altas del norte, de agricultura en el sur y de pesca en las zonas costeras. Al tratarse de una zona rocosa y arenosa, donde no llueve la mayor parte del año, la vida es muy dura y al alargarse la estación de la sequía, se convierte cada vez más en una lucha por la supervivencia por la falta del agua.
Esta realidad dramática ha sido personalmente constatada por el Obispo de Antananarivo, Mons. Odon M. Razanakolona, durante su última visita en la región, dónde a menudo ha encontrado largas filas de gente que caminaban durante kilómetros para recoger un poco de agua en un pequeño río. Según cuanto explican los misioneros de la zona, son muy frecuentes los casos de gente que abandona en grupos las áreas más remotas y devastadas por la sequía para dirigirse a la ciudad de Tolagnaro, porque para ellos “es mejor morir de hambre en la ciudad que de sed en sus casas”. La situación se agrava más aun por las tradiciones ancestrales y las supersticiones que todavía son muy seguidas: por ejemplo la poligamia y los matrimonios forzados en edades precoces son muy comunes. O también, según una tradición de la etnia de los Tandroy, que domina en el distrito de Androy, cuando muere un jefe de familia se mata todo el ganado y se queman todas las casas, obligando a los demás miembros de las familias a comenzar de cero.
Sin embargo, según el Obispo, la fe que han sembrado los misioneros Lazaristas, primeros evangelizadores de la región, y que ha crecido durante los últimos 55 años gracias a la creación de la diócesis, está dando frutos y se hace viva en esta gente sencilla. Además la radio católica diocesana desarrolla su función de órgano de comunicación y evangelización. (AP) (22/1/2011 Agencia Fides)