Buenos Aires (Agencia Fides) – Los Obispos de la región Patagonia-Comahue (Argentina) han renovado su compromiso de "ayudar a realizar una sociedad sin exclusiones, en justicia y solidaridad", y han invitado a "imaginar una sociedad en donde todos nos sintamos responsables de la realización de un proyecto que no excluye a nadie ni por su cultura, ni por sus medios económicos, ni por su religión, ni por su sexo, que propone en la verdad, una convivencia en plenitud, posibilitada y transformada por este Niño que Nace".
Los Obispos han publicado en su carta, de la cuál ha llegado copia a la Agencia Fides, por la Navidad. En el texto explican que “tal proyecto de País implica involucrar instituciones reconocidas y estimadas, cuidadas y aceptadas así como necesarias, para la realización plena de cada persona y de la sociedad misma", por esto se consideran "el matrimonio, y la familia como primera y fundamental institución de la sociedad; el estado con la autonomía de sus poderes (el poder judicial, el poder legislativo y el poder ejecutivo); las escuelas y universidades como educadoras de personas y el trabajo dignificante del hombre".
Estas instituciones son esenciales para la persona y para la sociedad, no se pueden desconocer, o lastimar con criticas injustas y a menudo falsas. Ni tampoco se pueden ‘usar como trampolín’ para la obtención de fines vacíos. “Son para el bien común de todos; forman parte de ese plan de vida plena que todos merecemos disfrutar y gozar. Son esenciales para que la Patria pueda ser esa casa de todos y para todos, con la que nuestros antepasados soñaron y por la que gastaron sus vidas" subrayan.
La ausencia de la familia, la caída del nivel de la educación pública y la falta de perspectivas de futuro, precipita a muchos jóvenes en la soledad, que los empuja luego a buscar refugio en las adicciones, y en algunos casos hasta en el suicidio.
“Son muchos los síntomas de esa herida que hace sufrir hoy a nuestra sociedad – concluyen los Obispos-. En cada herida reconocemos una causa que la produce. Se trata de un desorden provocado por la ambición personal, por el egoísmo, por mezquinos intereses sectoriales o ideológicos, por la falta de referencia a Dios y a la fuerza transformante de su amor; en una palabra, por el pecado personal y por las estructuras que condicionan ((ignorancia, complicidad, facilismo) y dan lugar al llamado pecado social que debemos superar con un humilde retorno a Dios que posibilite una participación libre y comprometida de todos los ciudadanos en la búsqueda del Bien Común”. (CE) (Agencia Fides, 04/12/2010)