AMERICA / HAITI - En la casa de las Hermanitas de Jesús, donde se distribuyen ayudas sin necesidad de protección militar, nos encontramos, se reza.

martes, 9 febrero 2010

Port au Prince (Agencia Fides) – “Es mi primera experiencia de ayuda internacional en el extranjero pero me ha sorprendido el número de jóvenes voluntarios, muchos de ellos sin referencia de instituciones, que han llegado aquí para ayudar”: son algunas impresiones enviadas a la Agencia Fides por el Hermano Luca Perletti, Consultor General de los Camilos, enfermero profesional, que está trabajando desde hace semanas en el rescate en Haití tras el terremoto. Hermano Luca relata su visita a las “Hermanitas de Jesús”, una comunidad internacional de seis hermanas integrada en un barrio de la capital, Port au Prince. “Su casa está al fondo de una calle estrecha, intransitable por los escombros, los coches abandonados y tanta gente que duerme en la calle. Alrededor hay tanto movimiento, pero también paz. El barrio durante años, ha estado dividido en zonas cuyo responsable trabaja con las hermanas en la solución de los problemas cotidianos. Aquí, por ejemplo, la distribución de alimentos no necesita a los militares americanos para protegerles. Seis Hermanitas entregan a cada jefe de los sectores los alimentos necesarios para las familias de su sector y estos lo dividen en paz y tranquilidad!. La casa es un pequeño cuartel general, donde se apilan las existencias (no muchas en realidad), donde se celebran reuniones, se reza, y la gente se reúne. Fieles a su carisma de silenciosa encarnación, estas hermanas comparten la vida de la gente, en todas sus formas, incluso la de dormir en las aceras, dado el precario estado de los edificios. Solo en los últimos días han regresado a casa, después de que la Brigada de Bomberos de Italia, han dado el visto bueno a la habitabilidad. Para llegar a su casa se pasa por una estrecha calle en dos sentidos de circulación, corriendo entre las casas construidas desordenadamente, no se puede no detenerse cerca de una escuela primaria local reducida a escombros: aquí, el 12 de enero, casi 200 niños asistían el turno de tarde de las clases. Se han salvado 25, veinte cuerpos fueron recuperados, mientras que el resto aún están enterrados. Alrededor la vida continua normal. A pocos metros de distancia, altavoces emiten música a todo volumen. Se trata de canciones de una de las muchas iglesias protestantes que en este clima de drama, ofrece un consuelo inmediato. El encuentro reúne a cientos de personas que llegan para olvidar su suerte al ritmo frenético de canciones y palabras de esperanza. ¡Qué diferencia con la paz, la serenidad y la organización práctica de las seis hermanas que acabamos de conocer! ¡Pero el pueblo de Haití también necesita esto, el canto, la música y la distracción para poder hacer frente a las luchas de la vida cotidiana! Y mientras dejamos el barrio me llama la atención una pintada que un anónimo ha dejado en una pared: ¡Adiós Port au Prince: Haití nunca muere”. (AP / LP) (9/2/2010 Agencia Fides)


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