VATICANO - “AVE MARÍA” por Mons. Luciano Alimandi - Los ángeles, mensajeros de felicidad

viernes, 2 octubre 2009

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - El grande Doctor de la Iglesia, San Bernardo abad, nos exhorta a amar afectuosamente a los ángeles y a confiar en ellos, porque estos espíritus celestiales nos han sido dados por Dios para acompañarnos y protegernos en el camino de nuestra vida: “Amemos entrañablemente a estos espíritus, que han de ser algún día nuestros coherederos. ¿Qué podremos temer bajo su custodia? Ni pueden ser vencidos ni sobornados. Ni pueden engañar, ni hay medio de que los engañen. Son fieles, prudentes y poderosos. ¿Por qué temer? Sigámosles, escuchémosles, y vivamos bajo la protección de Dios”. (Cfr. Oficio de Lectura para la memoria de los Santos Ángeles custodios)
La memoria de los Santos Ángeles Custodios, que leemos hoy, 2 de octubre, invita a renovar la devoción en estos celestiales compañeros que la Providencia divina nos ha dado para acompañarnos en el sendero, a veces arduo, de la existencia humana. En el designio salvífico de Dios para toda la humanidad, los Ángeles no tienen un rol secundario pues nos ayudan a alcanzar la meta de todas las metas: la felicidad eterna. Ellos, quienes ya la viven plenamente porque están inmersos en la gloria divina y, como afirma Jesús, “contemplan el rostro de Dios’ (Cfr. Mt 18,10), anhelan que también nosotros, algún día, con ellos y con los santos del cielo, glorifiquemos al Señor viviendo con Él en una felicidad que no tendrá fin.
Los ángeles son mensajeros de felicidad que nos indican constantemente la dirección a seguir para escoger el bien y evitar el mal, viviendo según la libertad de los hijos de Dios. En medio a todos nuestros combates, ellos están junto a nosotros para defendernos de los espíritus del mal y sostenernos en el combate más difícil: el que tenemos contra nuestro egoísmo.
Nosotros, que estamos a la búsqueda de un “bienestar”, de una satisfacción interior y de una realización, debemos aliarnos con los Ángeles para poder alcanzar, gracias a su ayuda, aquella felicidad que continuamente buscamos.
La felicidad del hombre – como afirmó el Santo Padre Benedicto XVI –tiene un nombre, un rostro, una identidad, que los Ángeles conocen perfectamente y que nosotros, creyentes, también conocemos gracias a la Divina Revelación: “Queridos amigos, Jesús es vuestro verdadero amigo y Señor; entablad una relación de verdadera amistad con él. Él os espera y sólo en él encontraréis la felicidad. ¡Cuán fácil es contentarse con los placeres superficiales que nos ofrece la existencia diaria! ¡Cuán fácil es vivir sólo para sí mismos, gozando aparentemente de la vida! Pero antes o después nos damos cuenta de que no se trata de verdadera felicidad, porque esta es mucho más profunda: sólo la encontramos en Jesús. Como dije en Colonia, ‘la felicidad que buscáis, la felicidad que tenéis derecho de saborear, tiene un nombre, un rostro: el de Jesús de Nazaret’ “ (Benedicto XVI, Mensaje a los jóvenes de Holanda, 21 de noviembre de 2005).
Ciertamente sólo de Jesús afirma la Palabra de Dios: “Pues de su plenitud hemos recibido todos y gracia por gracia. Porque la ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” (Jn 1,16-17). Justamente a sus apóstoles, a aquellos que serían los primeros “consagrados” del Señor en el sacerdocio ministerial, les viene explícitamente revelada por el Señor la acción de los Ángeles: “en verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los Ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre” (Jn 1, 50-51)
La gracia de este Año Sacerdotal, podrá hacernos redescubrir, en primer lugar a nosotros sacerdotes, la cooperación de los Ángeles con el ministerio sacerdotal. Contando también con su ayuda, podremos profundizar en nuestra identidad para anunciar al mundo que el cristianismo es “la religión de la felicidad”: “El sacerdote, ciertamente hombre de la Palabra divina y de lo sagrado, debe ser hoy más que nunca hombre de alegría y de esperanza. A los hombres que ya no pueden concebir que Dios sea Amor puro él dirá siempre que la vida vale la pena vivirla, y que Cristo le da todo su sentido porque ama a los hombres, a todos los hombres. La religión del cura de Ars es una religión de la felicidad, no una búsqueda morbosa de la mortificación, como a veces se ha creído: ‘Nuestra felicidad es demasiado grande; no, no, nunca podremos comprenderlo’ (Nodet, p. 110)” Benedicto XVI, Video Mensaje a los participantes en el retiro sacerdotal internacional en Ars, 29 de septiembre de 2009). (Agencia Fides 2/10/2009; líneas 50 palabras 750)


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