VATICANO - Benedicto XVI a los obispos de reciente nombramiento: “El tiempo que el sacerdote y el Obispo consagran a Dios en la oración es siempre el mejor empleado, porque la oración es el alma de la actividad pastoral… y la fuente inagotable de fervor misionero”

martes, 22 septiembre 2009

Castel Gandolfo (Agencia Fides) – “Uno de los deberes esenciales del Obispo es ayudar, con el ejemplo y con el sostén fraterno, a los sacerdotes a seguir fielmente su vocación, y a trabajar con entusiasmo y amor en la viña del Señor”: lo ha recomendado el Santo Padre Benedicto XVI recibiendo en audiencia el 21 de septiembre, en el Palacio apostólico de Castel Gandolfo, los Obispos ordenados en los últimos doce meses que han participado en el encuentro promovido por las Congregaciones para los Obispos y por las Iglesias Orientales.
Recordando el contexto del año Sacerdotal que se está celebrando, y la Carta que ha enviado por la ocasión a todos los sacerdotes, Benedicto XVI ha subrayado: “La imitación de Jesús Buen Pastor es, para cada sacerdote, la vía obligatoria de la propia santificación y la condición esencial para ejercer responsablemente el ministerio pastoral. Si esto vale para los presbiterios, aun vale más para nosotros, queridos Hermanos Obispos”.
Volviendo a llamar el gesto del sacerdote de poner las propias manos en las del Obispo durante el ritual de ordenación presbiteral, el Papa ha citado la observación contenida en la exhortación postsinodal Pastores gregis de Juan Pablo II: “El nuevo presbítero elige encomendarse al Obispo y, por su parte, el Obispo se empeña en custodiar esas manos. A bien ver ésta es una tarea solemne que se configura para el Obispo como paternal responsabilidad en custodiar y promover la identidad sacerdotal de los presbiterios confiada a la propia cura pastoral, una identidad que vemos hoy desaforadamente sometida a la dura prueba de la creciente secularización”.
De modo particular el Obispo, ha continuado Benedicto XVI, “está llamado a alimentar en los sacerdotes la vida espiritual, para favorecer en ellos la armonía entre la oración y el apostolado… La misión de un presbítero y, a mayor razón, la de un Obispo, comporta hoy una gran cantidad de trabajo que tiende a absorberlo continua y totalmente. Las dificultades aumentan y las inconveniencias van multiplicándose, también porque se nos pone frente a realidades nuevas y a crecientes exigencias pastorales. Sin embargo, la atención a los problemas de cada día y a las iniciativas dirigidas a conducir a los hombres a la vía del Señor no tienen que distraernos nunca de la unión íntima y personal con Cristo. El estar a disposición de la gente no tiene que disminuir u ofuscar nuestra disponibilidad hacia el Señor. El tiempo que el sacerdote y el Obispo le consagran a Dios en la oración siempre es aquel mejor empleado, porque la oración es el alma de la actividad pastoral, la 'linfa' que le infunde fuerza, es el sostén en los momentos de incertidumbre y desaliento y la fuente inagotable de fervor misionero y amor fraterno hacia los demás”.
En la parte conclusiva de su discurso, el Papa ha remarcado que “al centro de la vida sacerdotal está la eucaristía” y ha expresado este augurio a los Obispos: “la celebración eucarística ilumine todo vuestro día y el de vuestros sacerdotes, imprimiendo su gracia y su influjo espiritual sobre los momentos tristes o alegres, agitados o relajantes, de acción o de contemplación. Un modo privilegiado de alargar en el día la misteriosa acción santificante de la eucaristía es la devota oración de la Liturgia de las Horas, como también la adoración eucarística, la lectio divina y la oración contemplativa del Rosario. El Santo Cura de Ars nos enseña cuanto es preciosa la identificación del sacerdote al Sacrificio eucarístico y a la educación de los fieles a la presencia eucarística y a la comunión. Con la Palabra y los Sacramentos - he recordado en la Carta a los Sacerdotes - San Juan María Vianney ha edificado su pueblo”. (S.L.) (Agencia Fides 22/9/2009)


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