VATICANO - Benedicto XVI al segundo grupo de Obispos del Brasil en visita Ad Limina: “Es en la diversidad fundamental entre sacerdocio ministerial y sacerdocio común que se comprende la identidad específica de los fieles ordenados y laicos”

viernes, 18 septiembre 2009

Castel Gandolfo (Agencia Fides) – “Con sus fieles y con sus ministros, la Iglesia es sobre la tierra la comunidad sacerdotal orgánicamente estructurada como Cuerpo de Cristo, para desarrollar eficazmente, unida a su cabeza, su misión histórica de salvación... En efecto, los miembros no tienen todos la misma función: es esto que constituye la belleza y la vida del cuerpo. Es en la diversidad fundamental entre sacerdocio ministerial y sacerdocio común que se comprende la identidad específica de los fieles ordenados y laicos. Por esto es necesario evitar la secularización de los sacerdotes y la clericalización de los laicos. En esta perspectiva, los fieles laicos deben comprometerse y expresar en la realidad, incluso a través del compromiso político, la visión antropológica cristiana y la doctrina social de la Iglesia”. Es el consejo expresado por el Santo Padre Benedicto XVI al segundo grupo de Obispos de Brasil, de la región Noreste II, recibidos en audiencia el 17 de setiembre en el Palacio Apostólico de Castel Gandolfo, con ocasión de su visita Ad Limina apostolorum.
En su discurso el Papa ha recordado que “los sacerdotes deben permanecer apartados de un compromiso personal en política, con el fin de favorecer la unidad y la comunión de todos los files y poder así ser un punto de referencia para todos”. Evidenció asimismo la importancia de “hacer crecer esta conciencia en los sacerdotes, religiosos y fieles laicos, animando y vigilando para que cada cual se sienta motivado a actuar según su propio estado”. Deteniéndose una vez más sobre la relación entre sacerdocio común y sacerdocio ministerial, que “constituye actualmente uno de los puntos más delicados del ser y de la vida de la Iglesia”, Benedicto XVI añadió: “El número exiguo de presbíteros podría llevar a las comunidades a resignarse a esta carencia, consolándose a veces con el hecho de que ésta pone de manifiesto mejor el papel de los fieles laicos. Pero la falta de presbíteros no justifica una participación más activa y consistente de los laicos. En realidad, cuanto más los fieles se vuelven conscientes de sus responsabilidades en la Iglesia, tanto más sobresalen la identidad específica y el papel insustituible del sacerdote como pastor del conjunto de la comunidad, como testigo de la autenticidad de la fe y dispensador, en nombre de Cristo-Cabeza, de los misterios de la salvación”.
Benedicto XVI recordó luego que “la misión de salvación confiada por el Padre a su Hijo encarnado es confiada a los apóstoles y por ellos a sus sucesores... Por eso, la función del presbítero es esencial e insustituible para el anuncio de la Palabra y la celebración de los Sacramentos, sobre todo de la Eucaristía”. Por este motivo “es urgente pedir al Señor que mande obreros a su mies” y además, añadió el Santo Padre, “es preciso que los sacerdotes manifiesten la alegría de la fidelidad a la propia identidad con el entusiasmo de la misión”.
Dirigiéndose a los “Amados hermanos” Obispos, el Santo Padre los exhortó a buscar asegurar a las comunidades de sus diócesis la presencia de un ministro ordenado, no resignándose a considerar la situación actual, con pocos presbíteros, como “normal o típica del futuro”. Retomando cuanto había ya recordado al primer grupo de Obispos brasileros (ver Fides 8/9/2009), el Papa exhortó a los Obispos a concentrar esfuerzos “para despertar nuevas vocaciones sacerdotales y encontrar los pastores indispensables a vuestras diócesis, ayudándoos mutuamente para que todos dispongan de presbíteros mejor formados y más numerosos para sustentar la vida de fe y la misión apostólica de los fieles”.
En la parte conclusiva de su discurso, el Pontífice subrayó que también cuantos han recibido los órdenes sagrados “están llamados a vivir con coherencia y en plenitud la gracia y los compromisos del Bautismo”. “La celebración cotidiana del sacrificio del altar y la oración diaria de la liturgia de las horas deben estar siempre acompañadas por el testimonio de una existencia que se dona a Dios y a los demás y que se convierte en orientación para los fieles”. El Santo Cura de Ars sigue siendo un modelo actual para todos los presbíteros, “especialmente en la vivencia del celibato como exigencia del don total de sí mismos, expresión de aquella caridad pastoral que el Concilio Vaticano II presenta como centro unificador del ser y del actuar sacerdotal”. Entre los que “buscaron imitar a Jesucristo, haciéndose cada uno no sólo sacerdote sino también víctima y oblación como Jesús”, junto a San Juan María Vianney el Santo Padre ha citado a fray Antônio de Sant'Anna Galvão, quien vivió en Sao Paulo de Brasil, canonizado el 11 de mayo de 2007, quien fue “ferviente adorador de la Eucaristía... viviendo en constante actitud de adoración”.
En las palabras conclusivas de su discurso, el Santo Padre destacó que son ya visibles “numerosos signos de esperanza para el futuro de vuestras Iglesias particulares”, invocando la Bienaventurada Virgen María para que interceda por todo el pueblo de Dios en Brasil, “para que Pastores y fieles puedan, con coraje y alegría, anunciar abiertamente el misterio del Evangelio”. (S.L.) (Agencia Fides 18/9/2009; líneas 57, palabras 835)


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