EUROPA/POLONIA - Llamado por la paz en la conclusión del congreso internacional "Hombres y Religiones": "Partimos de la memoria de la Segunda Guerra Mundial, de la profecía de Juan Pablo II, como peregrinos de paz, construyendo con paciencia y audacia una nueva etapa de diálogo"

miércoles, 9 septiembre 2009

Cracovia (Agencia Fides) – “Partimos de la memoria de la Segunda Guerra Mundial, de la profecía de Juan Pablo II, como peregrinos de paz, construyendo con paciencia y audacia una nueva etapa de diálogo, que una en la paz a quienes se odian y a quienes se ignoran, a todos los pueblos y a todos los hombres. !Que Dios otorgue al mundo entero, a cada hombre y a cada mujer, el maravilloso don de la paz!" Con estas palabras concluyó el llamado por la paz hecho al término del congreso internacional "Hombres y Religiones", organizado por el Arzobispado de Cracovia y por la Comunidad de San Egidio, que se realizó en Cracovia del 6 al 8 de septiembre.
"Nosotros, hombres y mujeres de religiones diferentes -dice el texto del llamado por la paz- nos hemos reunido en la antigua ciudad de Cracovia, en Polonia, a 60 años del inicio de la Segunda Guerra Mundial: para rezar, para dialogar, para hacer crecer un humanismo de paz. Rendimos homenaje a la memoria de Juan Pablo II, hijo de esta tierra. Fue maestro del diálogo y testimonio tenaz de la santidad de la paz, capaz de dar una visión en tiempos difíciles: el espíritu de Asís."
Lamentablemente "a menudo se olvida la amarga lección de la Segunda Guerra Mundial". Y sin embargo "ha sido una enorme tragedia en la historia humana. ¡No se puede olvidar tanto dolor!" El encuentro de Cracovia fue ocasión de mirar "los dolores de nuestro mundo": pueblos en guerra, pobreza, el horror del terrorismo, las víctimas del odio, pueblos enteros inmersos en la pobreza, son muchos los que han desaparecido, han sido raptados o viven en la inseguridad. Además, nuestro mundo "está desorientado por la crisis de un mercado que se ha creído omnipotente, y por una globalización a menudo sin alma ni rostro. La globalización es una ocasión histórica, aunque a menudo se ha preferido vivirla en una lógica de enfrentamiento entre civilizaciones y religiones.
El llamado resalta que "no hay paz para el mundo cuando muere el diálogo entre los pueblos", y las diversas tradiciones religiosas reunidas en Cracovia, en sus diferencias, "dicen juntas con fuerza que un mundo sin espíritu no será jamás humano. Éstas indican el camino de vuelta a Dios, que es el origen de la paz. ¡Espíritu y diálogo darán ánimo a este mundo globalizado! Un mundo sin diálogo será siempre esclavo del odio y del miedo a los demás. Las religiones no desean la guerra y no quieren ser usadas para la guerra. Hablar de guerra en nombre de Dios es una blasfemia. Ninguna guerra será jamás santa. La humanidad siempre pierde con la violencia y el terror."
Solo el diálogo es la gran alternativa a la guerra: "Nada se pierde jamás con el diálogo. El diálogo escribe mejor la historia, mientras el enfrentamiento abre abismos. El diálogo es el arte de vivir juntos, el diálogo es el don con el que queremos edificar el siglo XXI.
El Arzobispo de Cracovia, Card. Stanislaw Dziwisz, durante su intervención en la ceremonia final, ha subrayado entre otras cosas que "ninguna religión y ninguna fe puede ser ocasión de conflicto, violencia o guerra. El nombre de cada religión es la paz, porque paz es el nombre de Dios. Los participantes en este congreso no se han reunido para competir y luchar, sino para construir juntos relaciones recíprocas de fraternidad y reconciliación, sobre las cuales se apoya la obra de la paz. Estamos contentos de que la invocación por la paz haya subido al cielo de Cracovia, ciudad de la paz, de la ciudad del peregrino de paz Juan Pablo II, que de aquí partió para servir al hombre y anunciar la paz a la tierra inquieta."
El fundador de la Comunidad de San Egidio, Andrea Riccardi, ha recordado: "hace más de veinte años, siguiendo los pasos de Juan Pablo II, buscamos ser peregrinos de paz en tantas ciudades del mundo, para testimoniar la santidad y la belleza de la paz. Pero no nos hemos detenido, porque aunque el paso de algunos se haya hecho más fatigoso con el pasar de los años, ha crecido en nosotros, después del 11 de septiembre de 2001, la convicción de que el mundo necesita del diálogo entre las religiones. Fruto del diálogo es el que no hayamos cedido a la fuerza de atracción de la violencia, a la seducción del desprecio y del odio. Fruto del diálogo es que no hayamos desesperado ni que seamos fáciles de intimidar. Fruto del diálogo es que continuamos caminando". Por último, un esfuerzo que Riccardi definió como "un sueño": "A sesenta años de la Segunda Guerra mundial, luego de las decepciones causadas por la crisis económica mundial, es tiempo de que renazca un humanismo de paz y de diálogo, capaz de darle alma a este mundo globalizado y fragmentado. ¡Nosotros continuaremos!" (S.L.) (Agencia Fides 9/9/2009; líneas 44, palabras 8)


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