VATICANO - Benedicto XVI en Viterbo (3) - “Vosotras, religiosas de vida contemplativa, tenéis la misión en la Iglesia de ser antorchas que, desde el silencio de los monasterios, ardan de oración y de amor a Dios”

lunes, 7 septiembre 2009

Viterbo (Agencia Fides) – En la tarde del domingo 6 de setiembre, el Santo Padre Benedicto XVI se encontrón con las monjas de clausura de los doce monasterios de la diócesis, reunidas en el Santuario de la Virgen de la “Quercia” (Encina), Patrona de la diócesis de Viterbo. “Vosotras, religiosas de vida contemplativa, tenéis la misión en la Iglesia de ser antorchas que, desde el silencio de los monasterios, ardan de oración y de amor a Dios – afirmó Benedicto XVI en su saludo –. Os confío mis intenciones, las intenciones del pastor de esta diócesis y las necesidades de los que viven en esta tierra. Os confío, en este Año Sacerdotal, sobre todo a los sacerdotes, seminaristas y las vocaciones. Sed con vuestro silencio orante su apoyo ‘a distancia’ ejerciendo con ellos vuestra maternidad espiritual”. Después de haberles agradecido su presencia, el Papa las exhortó a invocar la maternal protección de María con una oración compuesta por Él.
En la oración a la Virgen de la Encina, el Papa invocó la maternal protección de María sobre “el Sucesor de Pedro y la Iglesia confiada a sus cuidados; sobre esta comunidad diocesana y sobre sus pastores, sobre Italia, sobre Europa y sobre los otros continentes”. Invocó a la Reina de la paz, para que obtenga “el don de la concordia y de la paz para los pueblos y para toda la humanidad”. Dirigiéndose a la Madre de Cristo le pidió ayudar a todos sus hijos “a secundar los designios que el Padre celeste tiene para cada uno, para cooperar con el universal proyecto de la redención”. A la Reina de las familias, le pidió mantener unidas nuestras familias, “hoy tan amenazada por todas partes” y de velar sobre todo por “las que están divididas y en crisis”. A la Madre de la Iglesia el Papa le pidió alimentar el entusiasmo de todos los miembros de la Diócesis y que “haga firme y decidida la voluntad de los que el Dueño de la mies sigue llamando como obreros en su viña, para que resistiendo a toda lisonja e insidia mundana, perseveren generosamente en el seguimiento del camino emprendido”. A la Madre de la humanidad le rogó para que dirija su mirada a los hombres y a las mujeres de este tiempo, sobre los pueblos y sus gobernantes, sobre las naciones y los continentes; consuele a quien llora, a quien sufre por la injusticia humana, sostenga a quien vacila bajo el peso de la fatiga y mira el futuro sin esperanza; aliente a quien trabaja por construir un mundo mejor. Finalmente a la Virgen de la escucha, Estrella de la Esperanza, le agradeció la renovada oferta de la propia vida, “seguros de que no nos abandonas nunca, especialmente en los momentos oscuros y difíciles de le existencia”. (S.L.) (Agencia Fides 7/9/2009 - Líneas 31; Palabras 499)


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