VATICANO - Intervención del Observador permanente de la Santa Sede en el Consejo Económico y Social de la ONU: poner la promoción de la vida al centro de las decisiones relativas a la asistencia sanitaria

miércoles, 15 julio 2009

Ginebra (Agencia Fides) – “Si no se pone la promoción de la vida al centro de las decisiones relativas a la asistencia sanitaria, entonces se tendrá una sociedad en la que el derecho absoluto del individuo a la asistencia sanitaria de base y a la vida es limitado por la capacidad de pagar, por la calidad de vida percibida y por otras decisiones subjetivas que sacrifican la vida y la salud por ventajas sociales, económicas y políticas a corto plazo”. Lo afirmó el Arzobispo Silvano M. Tomasi, Observador Permanente de la Santa Sede ante la Oficina de las Naciones Unidas e Instituciones Especializadas en Ginebra, en su discurso pronunciado el 9 de julio ante el Segmento de Alto Nivel del Consejo Económico Social de las Naciones Unidas (ECOSOC).
El Arzobispo inició recordando que “la crisis económica global prosigue inexorablemente”, “exacerbada por el surgimiento de un virus de influenza hasta ahora desconocido, el a-h1n1,… y por la crisis global de la seguridad alimentaria que pone en peligro la vida de millones de personas, especialmente las más pobres del mundo, muchas de las cuales sufren ya de desnutrición aguda y crónica”. Las consecuencias de la crisis – nueva pobreza, pérdida de puestos de trabajo, desnutrición y desarrollo sofocado – afectan a los grupos de personas más vulnerables, mientras se evidencia “una vez más el nexo entre pobreza y salud y el lastre desproporcionado que pesa sobre los países en vías de desarrollo e incluso sobre los pobres en los países desarrollados”. Subrayando la necesidad de “respuestas eficaces e inmediatas”, Mons. Tomasi afirmó que de otro modo “los jóvenes corren el riesgo de heredar un sistema económico gravemente comprometido, una sociedad sin cohesión y un planeta lesionado en su sostenibilidad como casa para toda la familia humana”.
Después de haber citado las previsiones de la Banca Mundial, según las cuales en el 2009 otros 53-65 millones de personas sufrirán la pobreza extrema y las personas crónicamente hambrientas superarán los mil millones, de los que 800 millones viven en áreas rurales, donde la salud pública es más débil, el Representante de la Santa Sede afirmó: “podemos razonablemente concluir que un número considerable de estas personas extremamente pobres y hambrientas está más expuesto al riesgo de contraer enfermedades tanto contagiosas cuanto crónicas no contagiosas. Asimismo, se debe afrontar cortes consistentes en las ayudas internacionales o si aumenta el número de personas que piden asistencia, los sistemas de salud pública, ya frágiles en los países en vías de desarrollo, no estarán en la capacidad de responder adecuadamente a las exigencias sanitarias de los ciudadanos más vulnerables”. Ha exhortado luego a “vencer la tentación de reducir los servicios públicos por un beneficio a corto plazo ante el costo humano a largo plazo”, considerando la ayuda al desarrollo “como factor fundamental para renovar la economía y hacernos superar la crisis”.
Las desigualdades existentes entre países y al interior de los mismos, y entre grupos raciales y étnicos, son otro obstáculo para la realización de los objetivos de salud pública citado por Mons. Tomasi, quien recordó como “en muchas regiones las mujeres siguen recibiendo una asistencia sanitaria de menos calidad”. Luego añadió: “La Iglesia católica sostiene 5.378 hospitales, 18.088 clínicas, 15.448 casas para ancianos y discapacitados y otros programas de asistencia sanitaria en todo el mundo, pero sobre todo en las áreas más aisladas y marginadas y entre las personas que raramente tienen acceso a la asistencia sanitaria... Al respecto, una atención particular se dirige al África, donde la Iglesia católica se ha comprometido a estar al lado de los más pobres del continente para sostener la dignidad inherente a toda persona... Entre las organizaciones de la sociedad civil que aseguran la asistencia sanitaria al interno de los diversos sistemas nacionales, los programas mantenidos por la Iglesia católica y otras organizaciones confesionales destacan como participantes clave. Sin embargo, a pesar de los resultados excelentes y documentados en el campo de los servicios ofrecidos para el HIV y la asistencia sanitaria de base, las organizaciones confesionales no reciben una parte equivalente de los recursos destinados al apoyo de las iniciativas sanitarias globales, nacionales y locales”.
“El acceso, por un precio aceptable, a la asistencia sanitaria primaria y a las medicinas que salvan la vida es fundamental para mejorar la salud global y promover una respuesta globalizada común a las necesidades fundamentales de todos”, destacó el Arzobispo solicitando una mayor cooperación global que se hace “un imperativo ético de solidaridad”. “Sin embargo, debemos ser guiados por la mejor tradición de asistencia sanitaria que respeta y promueve el derecho a la vida desde la concepción hasta la muerte natural para todos, prescindiendo de la raza, discapacidades, nacionalidad, religión, sexo y estatus socioeconómico”.
Mons. Tomasi concluyó su intervención recordando “la necesidad de soluciones que vayan más allá del aspecto financiero, a los desafíos puestos por la crisis económica a los esfuerzos globales dedicados a asegurar el acceso de todos a la asistencia sanitaria” y citando un pasaje de la encíclica Caritas in veritate, donde el Papa Benedicto XVI afirma: “La actividad económica no puede resolver todos los problemas sociales ampliando sin más la lógica mercantil. Debe estar ordenada a la consecución del bien común, que es responsabilidad sobre todo de la comunidad política” (n. 36). (S.L.) (Agencia Fides 15/7/2009; líneas 58, palabras 800)


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