VATICANO - El Papa al Congreso europeo sobre la pastoral vocacional: “sed sembradores de confianza y esperanza. La sensación de desamparo entre la juventud actual es profunda”

lunes, 6 julio 2009

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – “La atención a las vocaciones constituye para cada diócesis una de las prioridades pastorales que asume todavía más valor en el contexto del Año Sacerdotal que acaba de empezar” afirmó el Santo Padre Benedicto XVI en la audiencia concedida el 4 de mayo a los participantes del Congreso europeo sobre la pastoral vocacional, cuyo tema es: “Sembradores del Evangelio de la vocación: una Parábola que llama y envía” (Roma, 2-5 de julio del 2009).
A los responsables de las vocaciones de las 34 Conferencias Episcopales de Europa el Papa les recordó la parábola evangélica del sembrador, centro de los trabajos del Congreso: “Con abundancia y generosidad, el Señor echa la semilla de la Palabra de Dios aún sabiendo que podrá encontrar un terreno inadecuado que no permitirá que madure por su aridez, o que su fuerza vital será sofocada por la mala hierba... La imagen del terreno puede evocar la realidad más o menos buena de la familia; el ambiente a veces árido y duro del trabajo; los días del sufrimiento y de las lágrimas. La tierra es sobre todo el corazón de todo ser humano, en particular de los jóvenes, a quines vosotros os dirigís en vuestro servicio de escucha y de acompañamiento. Un corazón a menudo confundido y desorientado y capaz, sin embargo, de energía de entrega impensable, dispuesto a abrirse al fruto de una existencia vivida por amor a Jesús, capaz de seguirlo con la totalidad y con la certeza de haber encontrado el tesoro más grande de la existencia. El que siembra en el corazón del ser humano es siempre y solamente el Señor. Únicamente después de la siembra abundante y generosa de la Palabra de Dios nos podemos aventurar por los senderos de la compañía y la educación, de la formación y el discernimiento”
Después de hacer referencia a otra de las parábolas de Jesús – “si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto” (Jn 12,24) — el Papa subrayó que “como Cristo, el sacerdote y los formadores deben ser ‘un grano de trigo’, renunciando a sí mismos para hacer la voluntad del Padre, sabiendo vivir alejados del clamor y del rumor; dejando de lado la búsqueda de la visibilidad y la imagen, que hoy se convierten, a menudo, en criterios e incluso objetivos en tantos sectores de nuestra cultura y que fascinan a tantos jóvenes”.
A continuación, el Santo Padre exhortó a los participantes del Congreso con estas palabras: “Queridos amigos, sed sembradores de confianza y esperanza. La sensación de desamparo entre la juventud actual es profunda. Con frecuencia, las palabras humanas carecen de futuro y perspectiva y también de sentido y sabiduría. Se difunde una actitud de impaciencia frenética y una incapacidad para vivir el tiempo de la espera. Y, no obstante, esta puede ser la hora de Dios: su llamada, con la mediación de la fuerza y la eficacia de la Palabra, engendra un camino de esperanza hacia la plenitud de la vida... es este el mensaje que nos deja el Año Paulino apenas clausurado. San Pablo, conquistado por Cristo fue promotor y formador de vocaciones, como se puede ver claramente en los saludos de sus cartas, donde aparecen decenas de nombres propios, es decir, hombres y mujeres que colaboraron con él en el servicio del Evangelio. Éste también es el mensaje del Año Sacerdotal que apenas hemos iniciado. El Santo Cura de Arz, San Juan María Vianney — quien constituye el ‘faro’ de este nuevo itinerario espiritual — fue un sacerdote que dedicó su vida a la guía espiritual de las personas, con humildad y simplicidad”.
En la parte conclusiva de su discurso Benedicto XVI subrayó que el Año Sacerdotal “ofrece una hermosa oportunidad para reencontrar el sentido profundo de la pastoral vocacional así como sus enfoques fundamentales: el testimonio sencillo y creíble, la comunión, con itinerarios concertados y compartidos en la Iglesia particular, la cotidianidad, que educa a seguir al Señor en la vida diaria, la escucha, inspirada por el Espíritu Santo, para orientar a los jóvenes en la búsqueda de Dios y de la verdadera felicidad y, en fin, la verdad, que engendra libertad interior”. Finalmente, dirigiéndose a los presentes afirmó: “La Palabra del Señor habite en vosotros, renueve en vuestros corazones la luz, el amor y la paz que sólo Dios nos puede donar, y que os haga capaces de testimoniar y anunciar el Evangelio, fuente de comunión y de amor”. (S.L.) (Agencia Fides 6/7/2009; líneas 51, palabras 773)


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