VATICANO - El Mensaje del Papa para la Jornada Misionera Mundial 2009: “Las naciones caminarán en su luz” (Ap 21, 24)

lunes, 6 julio 2009

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – “Objetivo de la misión de la Iglesia es en efecto iluminar con la luz del Evangelio a todos los pueblos en su camino histórico hacia Dios, para que en Él tengan su realización plena y su cumplimiento. Debemos sentir el ansia y la pasión por iluminar a todos los pueblos, con la luz de Cristo, que brilla en el rostro de la Iglesia, para que todos se reúnan en la única familia humana, bajo la paternidad amorosa de Dios”. Dirigiéndose a los “Hermanos en el ministerio episcopal y sacerdotal”, y a los “hermanos y hermanas de todo el Pueblo de Dios”, en su Mensaje para la Jornada Mundial Misionera 2009, que se celebrará el domingo 18 de octubre, el Santo Padre Benedicto XVI exhorta a “reavivar en sí mismo la conciencia del mandato misionero de Cristo de hacer ‘discípulos a todos los pueblos’, siguiendo los pasos de san Pablo, el Apóstol de las Gentes”.
En su Mensaje, intitulado “Las naciones caminarán en su luz” (Ap 21, 24), el Santo Padre afirma una vez más que “la Iglesia no actúa para extender su poder o afirmar su dominio, sino para llevar a todos a Cristo, salvación del mundo”, en cuanto “el esfuerzo orientado al anuncio del Evangelio a los hombres de nuestro tiempo... es sin duda alguna un servicio que se presenta a la comunidad cristiana e incluso a toda la humanidad”.
En efecto, la dispersión, la multiplicidad, el conflicto, la enemistad, que marcan a la humanidad, “serán repacificadas y reconciliadas mediante la sangre de la Cruz, y reconducidas a la unidad. El nuevo inicio ya comenzó con la resurrección y exaltación de Cristo, que atrae a sí a todas las cosas, las renueva, las hace partícipes del eterno gozo de Dios”. Ya hoy, en medio de las contradicciones y sufrimientos del mundo contemporáneo, se encienden las luces de la esperanza de una vida nueva, por lo tanto el Pontífice subraya que “la misión de la Iglesia es la de “contagiar” de esperanza a todos los pueblos” y “Cristo llama, justifica, santifica y envía a sus discípulos a anunciar el Reino de Dios, para que todas las naciones lleguen a ser Pueblo de Dios... La misión universal debe convertirse en una constante fundamental de la vida de la Iglesia. Anunciar el Evangelio debe ser para nosotros, como lo fue para el apóstol Pablo, un compromiso impostergable y primario”.
El Santo Padre recuerda asimismo que la Iglesia universal “se siente responsable del anuncio del Evangelio frente a pueblos enteros” y “debe continuar el servicio de Cristo al mundo”, en cuanto su misión no es “a la medida de las necesidades materiales o incluso espirituales que se agotan en el cuadro de la existencia temporal, sino de una salvación trascendente, que se actúa en el Reino de Dios”. “La Iglesia busca transformar el mundo con la proclamación del Evangelio del amor”, refirma una vez más el Papa, llamando a participar a esta misión a todos los miembros e instituciones de la Iglesia.
Deteniéndose en particular en la Misión ad gentes, Benedicto XVI subraya la necesidad de “renovar el compromiso de anunciar el Evangelio, que es fermento de libertad y de progreso, de fraternidad, de unidad y de paz”, compromiso particularmente urgente considerando “los amplios y profundos cambios de la sociedad actual”: “Animados e inspirados por el Apóstol de las gentes, debemos ser conscientes de que Dios tiene un pueblo numeroso en todas las ciudades recorridas también por los apóstoles de hoy... La Iglesia entera debe comprometerse en la missio ad gentes, hasta que la soberanía salvadora de Cristo no se realice plenamente”.
La Jornada dedicada a las misiones es también ocasión para recordar a las Iglesias locales y a los misioneros y misioneras “que se encuentran testimoniando y difundiendo el Reino de Dios en situaciones de persecución, con formas de opresión que van desde la discriminación social hasta la cárcel, la tortura y la muerte. No son pocos quienes actualmente son llevados a la muerte por causa de su ‘Nombre’... La participación a la misión de Cristo, en efecto, marca también la vida de los anunciadores del Evangelio, para quienes está reservado el mismo destino de su Maestro”.
Luego el Pontífice recuerda a las Iglesias antiguas como a las de reciente formación que están “llamadas a difundir a Cristo, Luz de las gentes, hasta los extremos confines de la tierra”, por lo tanto “la missio ad gentes debe constituir la prioridad de sus planes pastorales”. Agradeciendo y alentando a las Obras Misionales Pontificias “por el indispensable trabajo de animación, formación misionera y ayuda económica que aseguran a las jóvenes Iglesias”, el Pontífice recuerda que “a través de estas Instituciones pontificias se realiza en modo admirable la comunión entre las Iglesias, con el intercambio de dones, en la solicitud mutua y en la común proyección misionera”.
En la conclusión el Papa afirma de nuevo que “la evangelización es obra del Espíritu” por lo que pide a todos los católicos “que recen al Espíritu Santo para que aumente en la Iglesia la pasión por la misión de difundir el Reino de Dios, y que sostengan a los misioneros, las misioneras y las comunidades cristianas comprometidas en primera línea en esta misión, a veces en ambientes hostiles de persecución. Al mismo tiempo invito a todos a dar un signo creíble de comunión entre las Iglesias, con una ayuda económica, especialmente en la fase de crisis que está atravesando la humanidad, para colocar a las Iglesias locales en condición de iluminar a las gentes con el Evangelio de la caridad”. (S.L.) (Agencia Fides 6/7/2009; líneas 61, palabras 929)

El texto completo del Mensaje del Santo Padre:


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