EUROPA/ITALIA - La diaconía de la Palabra, de la Eucaristía y de los Pobres: la homilía del Arzobispo Mauro Piacenza en la ordenación de 38 diáconos Legionarios de Cristo

miércoles, 1 julio 2009

Roma (Agencia Fides) - “El diácono es profeta de un mundo nuevo, portador de un mensaje que lanza luz sobre todos los problemas de la sociedad. Es también el primer cooperador del sacerdote en la celebración de la Eucaristía. Que puedan vivir esta misión, por toda la vida, con aquella adoración interior y aquella devoción que son expresión de un ánimo que cree y que permanece siempre en la comprensión de la altísima dignidad de las propias tareas”. Son palabras de la homilía de Su Exc. Mons. Mauro Piacenza, Secretario de la Congregación para el Clero, pronunciadas el 30 de junio en Roma, en la Capilla del Centro de Estudios Superiores, durante la celebración de ordenación diaconal de 38 Legionarios de Cristo (ver Fides 30/6/2009). Participaron unas 900 personas: familiares y amigos de los nuevos diáconos, la comunidad de los Legionarios de Cristo, los miembros del Regnum Christi, sacerdotes y fieles de la ciudad de Roma.
En su homilía Mons. Piacenza explicó que el diácono realiza un triple servicio: la diaconía de la Palabra, de la Eucaristía y de los Pobres. Al diácono compete proclamar el Evangelio y ayudar al sacerdote en la explicación de la Palabra de Dios. Una Palabra que permanece eterna y que sabe tocar el corazón, sin duda y sin ambigüedad, con un espíritu de plena fidelidad al Magisterio de la Iglesia. El Arzobispo explicó que esta Palabra no debe ser reducida o domesticada a la medida de nuestra comodidad: “Somos nosotros quienes debemos crecer para alcanzar la medida de la Palabra del Señor. Una Palabra que, con su fuerza y con su pureza, puede cambiar la cultura de los hombres de hoy, liberándolos de las múltiples formas de esclavitud del pecado”.
Mons. Piacenza agregó que “al diácono se confía en modo particular la misión de la Caridad, que está al origen de la institución misma de la Diaconía”. El diácono está llamado a prestar atención a las necesidades de los demás, a darse cuenta del sufrimiento de los otros y ofrecerse como don a los otros. “Estos –dijo- son los elementos distintivos del discípulo de Dios que se nutre del Pan de la Eucaristía. El amor por el prójimo no debe ser solamente proclamado. Debe ser también practicado”.
Mons. Piacenza continuó su homilía hablando del significado del celibato: “Para ser fieles a esta triple diaconía, vosotros, queridos ordenantes, tomad una posición definitiva frente a Nuestro Señor Jesucristo. Quien ha sido llamado por Él no puede sino dar una respuesta que abarca la totalidad del propio ser: alma, cuerpo, mente, corazón, presente y futuro. Todo y para siempre. Quien ha reconocido en Cristo el centro, la razón y el sentido de la propia vida no puede sino amarlo con el amor más grande del que sea capaz un corazón humano”. “El celibato –resaltó Mons. Piacenza- no es una renuncia a amar. Es la voluntad generosa y magnánima por recoger todos los latidos del corazón y ofrecerlos a la familia de la Iglesia, para que disponga de estos como quiere, en modo exclusivo y para el servicio de los hermanos”.
El Secretario de la Congregación para el Clero concluyó la homilía hablando de la importancia de la oración, dirigiéndose nuevamente a los diáconos con este afectuoso deseo: “Que vuestro fijar en Dios la mirada y el corazón sea el acto más alto y más pleno de vuestra misión y que tendrá que establecer el orden y la jerarquía de toda vuestra vida. La oración cotidiana, sobre todo frente al Santísimo, os ayudará a elevaros cada día más alto, purificando vuestra mirada y vuestro corazón, para ver el mundo con los ojos de Dios y para amar a los hermanos con Su mismo corazón”. (SL) (Agencia Fides 1/7/2009; líneas 41, palabras 645)


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