VATICANO - La catequesis de Benedicto XVI: San Pablo y el Santo Cura de Ars “difieren mucho por los caminos de vida que los han caracterizado, sin embargo hay algo fundamental que los acomuna: y es su identificación total con el propio ministerio, su comunión con Cristo”

jueves, 25 junio 2009

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – “¿Por qué un Año Sacerdotal? ¿Por qué justamente en el recuerdo del Santo Cura de Ars, que aparentemente no ha realizado nada extraordinario?”. Son las dos preguntas que el Santo Padre Benedicto XVI hizo al inicio de la audiencia general del miércoles 24 de junio, en la plaza San Pedro. “Mientras se va concluyendo el Año Paulino – explicó el Papa en su catequesis –, dedicado al Apóstol de las gentes, modelo extraordinario de evangelizador que ha realizado diversos viajes misionales para difundir el Evangelio, este nuevo año jubilar nos invita a mirar a un pobre campesino que llegó a ser un humilde párroco, que ha consumado su servicio pastoral en un pequeño villorrio. Si los dos Santos difieren mucho por los caminos de vida que los han caracterizado – uno ha pasado de región en región para anunciar el Evangelio, el otro ha acogido a miles y miles de fieles siempre permaneciendo en su pequeña parroquia –, hay sin embargo hay algo fundamental que los acomuna: y es su identificación total con el propio ministerio, su comunión con Cristo... El objetivo de este Año Sacerdotal como he escrito en la carta que he enviado a los sacerdotes, es favorecer la tensión de cada presbítero ‘hacia a la perfección espiritual, de la que depende en gran medida la eficacia de su ministerio’, y ayudar ante todo a los sacerdotes, y con ellos a todo el Pueblo de Dios, a redescubrir y reforzar la conciencia del extraordinario e indispensable don de Gracia que el ministerio ordenado representa para quien lo ha recibido, para la Iglesia toda y para el mundo, que sin la presencia real de Cristo estaría perdido”.
Subrayando cómo han cambiado profundamente “las condiciones históricas y sociales en las que se encontraba el Cura de Ars”, el Santo Padre se preguntó “cómo pueden imitarlo los sacerdotes en la identificación con su ministerio en las actuales sociedades globalizadas”. En efecto en nuestros días “la visión común de la vida comprende cada vez menos lo sagrado” y “la concepción católica del sacerdocio podría correr el riesgo de perder su natural consideración, a veces incluso al interno de la conciencia eclesial”. Luego Benedicto XVI recordó dos diferentes concepciones del sacerdocio que actualmente “se confrontan y a veces se oponen”. La primera, “una concepción social-funcional que define la esencia del sacerdocio con el concepto de ‘servicio’: el servicio a la comunidad, en la ejecución de una función... Por otro lado, está la concepción sacramental-ontológica, que naturalmente no niega el carácter de servicio del sacerdocio, pero que lo ve anclado en el ser del ministro y retiene que este ser está determinado por un don concedido por el Señor a través de la mediación de la Iglesia, que se llama sacramento”. Sin embargo, “no se trata de dos concepciones contrapuestas”, explicó el Santo Padre, citando el Decreto Presbyterorum ordinis del Concilio Vaticano II que afirma: “Pues por el mensaje apostólico del Evangelio se convoca y congrega el Pueblo de Dios, de forma que todos... se ofrecen a sí mismos ‘como hostia viva, santa; agradable a Dios’ (Rm, 12, 1). Por el ministerio de los presbíteros se consuma el sacrificio espiritual de los fieles en unión del sacrificio de Cristo, Mediador único, que se ofrece por sus manos, en nombre de toda la Iglesia, incruenta y sacramentalmente en la Eucaristía, hasta que venga el mismo Señor” (n. 2).

El Santo Padre ilustró asimismo qué significa evangelizar para los sacerdotes, y en qué consiste el así llamado primado del anuncio, con estas palabras: “La predicación cristiana no proclama ‘palabras’, sino la Palabra, y el anuncio coincide con la persona misma de Cristo, ontológicamente abierta a la relación con el Padre y obediente a su voluntad. Por esto, un auténtico servicio a la Palabra requiere por parte del sacerdote que tienda a una profunda abnegación de sí... El presbítero no puede considerarse ‘dueño’ de la palabra, sino siervo. Entonces, ser ‘voz’ de la Palabra, no constituye para el sacerdote un mero aspecto funcional. Al contrario presupone un sustancial ‘perderse’ en Cristo, participando a su misterio de muerte y de resurrección con todo el propio yo: inteligencia, libertad, voluntad y ofrecimiento del propio cuerpo, como sacrificio vivo. ¡Sólo la participación al sacrificio de Cristo, a su kénosis, hace auténtico el anuncio!... El anuncio, entonces, comporta siempre también el sacrificio de uno mismo, condición para que el anuncio sea auténtico y eficaz”.
En la parte conclusiva de la catequesis, el Papa subrayó que “justamente porque pertenece a Cristo, el presbítero está radicalmente al servicio de los hombres: es ministro de su salvación, de su felicidad, de su auténtica liberación, madurando, en este progresivo asumir la voluntad de Cristo, en la oración, en el ‘estar corazón a corazón’ con Él. Es esta entonces la condición imprescindible de todo anuncio, que comporta la participación a la oferta sacramental de la Eucaristía y la dócil obediencia a la Iglesia”. Finalmente ha expresado el auspicio de que el Año Sacerdotal conduzca “a todos los sacerdotes a identificarse totalmente con Jesús crucificado y resucitado”, y “siguiendo el ejemplo del Cura de Ars, adviertan en modo constante y profundo la responsabilidad de su misión, que es signo y presencia de la infinita misericordia de Dios”.
Al final de los saludos en diversas lenguas, Benedicto XVI se dirigió a la Delegación guiada por el Subsecretario de la ONU y Representante especial para los Niños en situación de conflicto armado, con estas palabras: “Expresando a Ud. y a sus compañeros mi vivo aprecio por el compromiso en defensa de la infancia víctima de la violencia y de las armas, pienso en todos los niños del mundo, en particular en aquellos que están expuestos al miedo, al abandono, al hambre, a los abusos, a las enfermedades, a la muerte. El Papa es cercano a todas estas pequeñas víctimas y las recuerda siempre en la oración”. Finalmente el recuerdo del 150º aniversario de la Cruz Roja – “un importante baluarte de humanidad y solidaridad en tantos contextos de guerra y de conflicto, como también en muchas emergencias” – ofreció al Papa la ocasión para “esperar que la persona humana, en su dignidad y en su totalidad esté siempre al centro del compromiso humanitario de la Cruz Roja” y para “pedir la liberación de todas las personas secuestradas en zonas de conflicto y nuevamente la liberación de Eugenio Vagni, operador de la Cruz Roja en Filipinas”. (S.L.) (Agencia Fides 25/6/2009; líneas 69, palabras 1068)


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