VATICANO - Migraciones y nuevas esclavitudes: “La Iglesia combate contra las formas moderas de esclavitud, mediante sus convicciones, con enseñanzas y acciones, inspirada por el Evangelio del amor y de la compasión del Señor y de la dignidad de cada persona humana”

miércoles, 24 junio 2009

Roma (Agencia Fides) – “La Iglesia combate contra las modernas formas de esclavitud, mediante sus convicciones, con enseñanzas y acciones, inspirada por el Evangelio del amor y de la compasión del Señor y de la dignidad de toda persona humana, utilizando los medios a su disposición, de conformidad con su naturaleza y misión”: lo ha destacado el Arzobispo Agostino Marchetto, Secretario del Pontificio Consejo para los Migrantes e Itinerantes, en una conferencia sobre el tema “Migraciones y nuevas esclavitudes”, tenida recientemente en Roma, en el Convenio del Consejo Nacional Forense.
La Iglesia, afirmó el Arzobispo, “invita a todas las personas de buena voluntad a responder al vigoroso llamado de la Instrucción Erga Migrantes Caritas Christi a ‘ser promotores de una verdadera y propia cultura de la acogida’ y, para los cristianos, a responder a la invitación de San Pablo de ‘acogeos mutuamente como os acogió Cristo para gloria de Dios’.”
Para tener una idea de la dimensión del fenómeno migratorio mundial, Mons. Marchetto recordó que los migrantes internacionales son más o menos 200 millones. El número de personas por las que se preocupa la UNHCR (Alto Comisariato de las Naciones Unidas para los Refugiados) llega a cerca de 32,9 millones. De estos, 9,9 millones son refugiados, 12,8 millones son evacuados internos y 5,8 son apátridas. Otros 4,2 millones de refugiados están bajo la UNRWA (Agencia de las Naciones Unidas para el socorro y la ocupación de los prófugos palestinos en el cercano oriente).
Las Naciones Unidas definen la trata de seres humanos como “el reclutamiento, el transporte, la transferencia, el alojamiento o la acogida de personas”, a través de medios impropios como la amenaza, el recurso a la fuerza u otros medios de cohersión, el secuestro, el fraude, el engaño, el abuso de poder o el uso del estado de vulnerabilidad “con fines de explotación”. Ello incluye también la prostitución u otras formas de explotación sexual, el trabajo forzado, la esclavitud o prácticas análogas, incluso la exportación de órganos.
“La entrada en vigor del Protocolo sobre la trata de personas, en diciembre del 2003, ha planteado importantes retos tanto en términos de conceptos como de aplicación de la ley –destacó Mons. Marchetto–. Ello ha introducido en la legislación internacional el concepto de explotación, hasta entonces poco conocido, que puede ser laboral o sexual”. Según el reporte global del ILO sobre el trabajo forzado, al menos 12,3 millones de personas viven en condiciones de esclavitud. También según el ILO “hay tres tipos de esclavitud moderna: la impuesta por el Estado, la que entra en el ámbito del comercio sexual organizado por privados, y la explotación económica también operada por privados”. Entre los esclavos modernos 2,4 millones son víctimas de la trata, otros 7,4 son explotados por privados, mientras 2,5 millones están sometidos a trabajos forzados por parte del Estado o de grupos militares. Las cifras muestran que el trabajo forzado del que son responsables el Estado o las fuerzas armadas corresponde a cerca del 20% de todos los esclavos de hoy. De los restantes 9,8 millones, 1,4 millones (11%) son explotados por medio de la prostitución (entre quienes son víctimas del tráfico y quienes no lo son) y 7,8 millones (un estupefaciente 63%) están sometidos a esclavitud por razones económicas. En todo caso, poco menos de la mitad de todo el tráfico (43%) está destinado a la explotación sexual con fines comerciales, y casi un tercio (32%) con fines económicos. Un cuarto (25%) con fines mixtas o indeterminadas, y sabemos que entre los objetivos del tráfico está también la exportación de órganos.
Más de la mitad (56%) de todas las víctimas de la explotación con fines comerciales son mujeres adultas y jóvenes, mientras los hombres, adultos y jóvenes, son poco menos de la mitad (44%). En la explotación para prostitución, en cambio, las mujeres constituyen casi la totalidad (98%). Se estima, además, que los niños representan entre el 40 y el 50% de las víctimas.
“La Iglesia no es indiferente o silenciosa en relación con las formas modernas de esclavitud”, puso en evidencia Mons. Marchetto, citando varios documentos desde el Concilio Ecuménico Vaticano II hasta la Instrucción Erga Migrantes Caritas Christi, que habla del tráfico de seres humanos como de “un nuevo capítulo de la esclavitud”, y subraya, entre otras cosas, la importancia de una solución jurídica. Ella, en efecto, reconoce la relación que existe entre tráfico y migración, y por tanto alienta “la ratificación de los instrumentos internacionales legales que aseguran los derechos de los migrantes, de los refugiados y de sus familias”.
El Secretario del Pontificio Consejo para los Migrantes e Itinerantes ha resaltado que “la Iglesia está comprometida en varios países en la asistencia a las víctimas de la trata, haciéndose presente entre ellos, con la escucha, el apoyo, la ayuda para escapar a la violencia sexual, creando refugios seguros, ayudándoles a integrarse a la sociedad del país que los acoge o a regresar a su lugar de origen de manera sostenible. En los países en los que se verifica una explosión de conflictos violentos, la Iglesia se preocupa también por la recuperación de los niños-soldado mediante actividades para favorecer su reinserción socio-económica en la sociedad, pero también para sanar las heridas de estos ex combatientes y las familias o comunidades que los reciben. La Iglesia está también comprometida en la promoción de actividades de prevención o de concientización”.
“No debemos olvidar, sin embargo –observa el Arzobispo–, que la causa principal de este horrendo fenómeno de las nuevas formas de esclavitud es sobre todo la enorme brecha económica existente entre países ricos y pobres y entre ricos y pobres al interior de un mismo país, que empuja a mucha gente a dejar, de una manera u otra, su propia tierra en búsqueda de oportunidades mejores en el exterior”. (S.L.) (Agencia Fides 24/6/2009 – líneas 69, palabras 1002)


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