VATICANO - El Papa en San Giovanni Rotondo - A los sacerdotes, a los religiosos y a los jóvenes: “Como el Padre Pío, también vosotros sed fieles amigos del Señor Jesús, entablando con Él una relación cotidiana mediante la oración y la escucha de su Palabra, la asidua práctica de los Sacramentos y la pertenencia cordial a su familia, que es la Iglesia”

lunes, 22 junio 2009

San Giovanni Rotondo (Agencia Fides) – La última cita de la visita pastoral del Santo Padre Benedicto XVI en San Giovanni Rotondo, en la tarde del Domingo 21 de junio, ha sido con los sacerdotes, los religiosos y religiosas, y los jóvenes, reunidos en la iglesia de San Pío de Pietrelcina. “Aquí, en San Giovanni Rotondo, todo habla de la santidad de un fraile humilde y sacerdote celoso, que esta tarde, nos invita a todos nosotros a abrir el corazón a la misericordia de Dios; nos exhorta a ser santos, es decir sinceros y auténticos amigos de Jesús”, dijo el Papa en su discurso. Recordando el Año Sacerdotal apenas iniciado, el Papa subrayó que “como el Cura de Ars, también el Padre Pío nos recuerda la dignidad y la responsabilidad del ministerio sacerdotal... Del amor por la Eucaristía surgía en él, como en el Cura de Ars, una total disponibilidad para acoger a los fieles, sobre todo a los pecadores. Asimismo, si San Juan María Vianney, en una época atormentada y difícil, buscó en todos los modos posibles que sus parroquianos redescubriesen el significado y la belleza de la penitencia sacramental, par el santo Fraile del Gargano, la cura de las almas y la conversión de los pecadores fueron un anhelo que lo consumió hasta la muerte. ¡Cuántas personas han cambiado vida gracias a su paciente ministerio sacerdotal; cuántas largas horas él transcurría en el confesionario! Como para el Cura de Ars, es justamente el ministerio de confesor el que constituye el mayor título de gloria y el rasgo distintivo de este santo Capuchino. ¿Cómo entonces no darnos cuenta de la importancia de participar devotamente a la celebración eucarística y de acercarnos frecuentemente al sacramento de la Confesión? En particular, el sacramento de la Penitencia debe ser valorado aún más, y los sacerdotes no deberían nunca resignarse a ver desiertos sus confesionarios ni limitarse a constatar la desafección de los fieles hacia esta extraordinaria fuente de serenidad y de paz”. La otra gran enseñanza de Padre Pío se refiere al valor y la necesidad de la oración, “efectivamente rezaba siempre y en todos lados con humildad, confianza y perseverancia”. Dirigiéndose no sólo a los sacerdotes, sino a todo cristiano, y en particular a los religiosos y a las religiosas, el Santo Padre dijo: “A veces nos alcanza un cierto desaliento ante la debilitación e incluso el abandono de la fe, que se observa en nuestras sociedades secularizadas. Seguramente es necesario regresar a la fuente originaria, a Jesucristo que es ‘el mismo ayer, hoy y siempre’ (Hb 13,8). El recorrido humano y espiritual de Padre Pío enseña que sólo un alma íntimamente unida al Crucificado logra transmitir también a los que están lejos la alegría y la riqueza del Evangelio. Al amor por Cristo está inevitablemente unido el amor por su Iglesia, guiada y animada por el Espíritu Santo, en la que cada uno de nosotros tiene un papel y una misión que cumplir. Queridos sacerdotes, queridos religiosos y religiosas, diversas son las tareas que se os encomiendan y los carismas de los que sois intérpretes, pero que sea siempre único el espíritu con el que los realizáis, para que vuestra presencia y vuestra acción al interno del pueblo cristiano sean testimonio elocuente del primado de Dios en vuestra existencia”. La última parte del discurso fue reservada a los jóvenes: “Tengo presente los problemas que os inquietan, queridos jóvenes, corriendo el riesgo de sofocar los entusiasmos típicos de vuestra juventud. Entre estos, en particular, recuerdo el fenómeno de la desocupación, que interesa en modo dramático a no pocos jóvenes y muchachas del Mediodía de Italia. ¡No os desaniméis! ... La Iglesia no os abandona. ¡Vosotros no abandonéis a la Iglesia! Es necesario vuestro aporte para construir comunidades cristianas vivas, y sociedades más justas y abiertas a la esperanza. Y si queréis tener el ‘corazón grande’, entrad en la escuela de Jesús”. El Papa concluyó con esta exhortación dirigida a todos los presentes: “Como el Padre Pío, también vosotros sed fieles amigos del Señor Jesús, entablando con Él una relación cotidiana mediante la oración y la escucha de su Palabra, la asidua práctica de los Sacramentos y la pertenencia cordial a su familia, que es la Iglesia. Esta debe ser la base del programa de vida de cada uno de vosotros, queridos jóvenes, como también de vosotros, queridos sacerdotes, y de vosotros, queridos religiosos y religiosas”. (S.L.) (Agencia Fides 22/6/2009; líneas 49, palabras 715)


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