VATICANO - El Papa en San Giovanni Rotondo - “Ser ‘reservas de amor’: Esta es la misión, queridos hermanos y hermanas, que esta tarde nuestro Santo les pide a todos vosotros que formáis parte de la gran familia de esta “Casa Sollievo della Sofferenza”.

lunes, 22 junio 2009

San Giovanni Rotondo (Agencia Fides) – En la tarde del domingo 21 de junio, delante del ingreso monumental de la “Casa Sollievo della Sofferenza” (Casa Alivio del Sufrimiento) en San Giovanni Rotondo, el Santo Padre se encontró con los enfermos, el personal médico, paramédico y administrativo así como con los dirigentes y los familiares de los enfermos.
“Cada vez que entramos a un lugar donde se atiende a personas enfermas, naturalmente pensamos en el misterio de la enfermedad y del dolor, en la esperanza de la sanación y en el valor inestimable de la salud, de la que muchas veces nos damos cuenta precisamente cuando se pierde – afirmó Benedicto XVI en su discurso –. En los hospitales se puede percibir directamente lo preciosa que es nuestra existencia, pero también su fragilidad. Según el ejemplo de Jesús, que recorría toda Galilea, ‘curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo’ (Mt 4,23), la Iglesia, desde sus orígenes, movida por el Espíritu Santo, ha considerado un deber propio y un privilegio el poder estar junto a quién sufre, cultivando una atención preferencial por los enfermos”.
Al inició de su discurso el Santo Padre recordó el motivo fundamental que llevó al Padre Pío a fundar dicha obra: quería que “en esta estructura de salud, tan bien equipada, se pudiera experimentar directamente como el compromiso de la ciencia en la curación del enfermo no puede disociarse de una confianza filial hacía Dios, infinitamente tierno y misericordioso”
Preguntándose sobre la enfermedad y sobre el dolor, el Papa afirmó que dichos “cuestionamientos existenciales, que la mayoría de las veces no encuentran una respuesta humana, dado que el sufrimiento constituye un enigma inescrutable para la razón. El sufrimiento forma parte del misterio mismo de la persona humana”. A continuación citó su Encíclica Spe salvi, donde afirma que “ciertamente debemos hacer todo lo posible para que disminuya el sufrimiento... pero eliminarlo del mundo por completo no depende de nosotros, simplemente porque (...) ninguno de nosotros es capaz de eliminar el poder del mal, (...) fuente continua de sufrimiento” (cfr. n. 36). Y continuó diciendo: “El único que puede eliminar el poder del mal es Dios. Precisamente por el hecho de que Jesús vino al mundo para revelarnos el designio divino de nuestra salvación, la fe nos ayuda a penetrar en el sentido de todo lo humano y por tanto también del sufrimiento. Existe pues, una íntima relación entre la Cruz de Jesús, símbolo del dolor supremo y precio de nuestra verdadera libertad, y nuestro dolor, que se transforma y se enaltece cuando se vive con la conciencia de la cercanía y de la solidaridad de Dios. Padre Pío intuyó esta profunda verdad... cuando dijo que, en la Casa Sollievo, ‘internados, médicos, sacerdotes serán reservas de amor, que en la medida en que abunde en cada uno se podrá comunicar a los demás”.
Benedicto XVI concluyó con esta exhortación: “Ser ‘reservas de amor’: Esta es la misión, queridos hermanos y hermanas, que esta tarde nuestro Santo les pide a todos vosotros que formáis parte de la gran familia de esta “Casa Sollievo della Sofferenza”. El Señor os ayude a realizar el proyecto iniciado por Padre Pío con la ayuda de todos”. (S.L.) (Agencia Fides 22/6/2009; líneas 39, palabras 574)


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