VATICANO - Benedicto XVI en Angola (12) - La Santa Misa en la iglesia de San Pablo: “Hoy os toca a vosotros llevar a Cristo resucitado a vuestros compatriotas. Muchos de ellos viven temerosos de los espíritus, de los poderes nefastos de los que creen estar amenazados”

lunes, 23 marzo 2009

Luanda (Agencia Fides) – A las 10 horas del sábado 21 de marzo, el Santo Padre Benedicto XVI ha celebrado la Santa Misa en la Iglesia São Paolo de Luanda. A los Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, representantes de los movimientos eclesiales y catequistas de Angola y Sao Tomé presentes en la celebración, el Papa se ha dirigido con estas palabras: "Queridos hermanos y hermanas, siento una gran alegría de encontrarme hoy entre vosotros, mis compañeros de jornada en la viña del Señor; de ella os ocupáis cada día preparando el vino de la Misericordia divina y derramándolo sobre las heridas de vuestro pueblo tan atribulado”.
Al inicio de su homilía, el Pontífice ha comentado las lecturas proclamadas poco antes. Los hijos de Israel se animaban en las dificultades y en las tribulaciones que caían sobre ellos porque vivían en la ignorancia de Dios, repitiéndose unos a otros: “Esforcémonos por conocer al Señor”. Y el Señor como buen médico, él mismo había abierto la herida para que así se curase la llaga. En la página del Evangelio se cuenta de dos hombres que subieron al templo a rezar, uno "volvió a casa justificado a diferencia del otro". Este último - ha e presentó todos sus méritos ante Dios, casi como convirtiéndolo en un deudor suyo…. Y, sin embargo, es precisamente el publicano quien bajará a su casa justificado. Consciente de sus pecados, que le hacen agachar la cabeza, aunque, en realidad, está totalmente dirigido hacia el Cielo, él espera todo del Señor… Llama a la puerta de la Misericordia, que se abre y lo justifica”.
"De este Dios, rico en Misericordia - ha continuado el Papa en la homilía -, nos habla por experiencia personal san Pablo, patrono de la ciudad de Luanda y de esta estupenda iglesia, construida hace casi cincuenta años. He querido resaltar el bimilenario del nacimiento de San Pablo, con el objetivo de aprender de él a conocer mejor a Jesucristo… En la vida de Pablo, su encuentro con Jesús cuando iba de camino hacia Damasco ha sido fundamental: Cristo se le aparece como luz deslumbrante, le habla, lo conquista… lo que antes le parecía esencial y fundamental, ahora es para él como «basura»; ya no es «ganancia» sino pérdida, porque ahora lo único que cuenta es la vida en Cristo”.
El Papa ha explicado que "Jesús, hombre perfecto, es también nuestro Dios verdadero. En Él Dios se hizo visible para hacernos partícipes de su vida divina. De esta manera, se inaugura con Él una nueva dimensión del ser, de la vida, en la que también la materia está integrada, y mediante la cual surge un nuevo mundo". Eso ocurre por la fe y el Bautismo, sacramento de muerte y resurrección, de transformación en una vida nueva.
A este punto Benedicto XVI ha recordado que en torno al 1506, en estas tierras, se constituyó el primer reino cristiano subsahariano, gracias a la fe y a la determinación del rey Dom Afonso I Mbemba-a-Nzinga. "¡Dos etnias tan diferentes –banta y lusitana– pudieron encontrar en la religión cristiana una plataforma de entendimiento,- ha evidenciado el Pontífice -, esforzándose para que ese entendimiento perdurase y las divergencias –que las hubo, y graves– no separaran los dos reinos. De hecho, el bautismo hace que todos los creyentes sean uno en Cristo”.
A continuación el Pontífice ha lanzado este llamamiento: "Hoy os toca a vosotros, hermanos y hermanas, siguiendo la estela de aquellos heroicos y santos mensajeros de Dios, llevar a Cristo resucitado a vuestros compatriotas. Muchos de ellos viven temerosos de los espíritus, de los poderes nefastos de los que creen estar amenazados; desorientados, llegan a condenar a niños de la calle y también a los más ancianos, porque, según dicen, son brujos… Si nosotros estamos convencidos y tenemos la experiencia de que sin Cristo la vida es incompleta, le falta una realidad, que es la realidad fundamental, debemos también estar convencidos de que no hacemos ninguna injusticia a nadie si les mostramos a Cristo y le ofrecemos la posibilidad de encontrar también, de este modo, su verdadera autenticidad, la alegría de haber encontrado la vida. Es más, debemos hacerlo, es nuestra obligación ofrecer a todos esta posibilidad de alcanzar la vida eterna.… Ayudemos a que la miseria humana se encuentre con la Misericordia divina. El Señor nos hace sus amigos, se nos entrega, nos entrega su Cuerpo en la Eucaristía, nos confía su Iglesia… Que éste sea nuestro propósito común: cumplir todos juntos su voluntad: «Id al mundo entero y predicad el Evangelio a toda la creación». (S.L) (Agencia Fides 23/3/2009)


Compartir: