VATICANO - El Papa a los estudiantes de los Ateneos Pontificios: "No es el conocimiento en si que puede hacer mal, pero la presunción, el 'jactarse de lo que se ha llegado - o se supone de haber llegado - a conocer. Justo de aquí derivan luego las facciones y las discordias en la Iglesia y, análogamente, en la sociedad”

lunes, 3 noviembre 2008

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – Todo lo que San Pablo escribe sobre la sabiduría cristiana y sobre la "falsa sabiduría", en particular en su primera Carta a los Corintios, dirigiéndose a las comunidades dónde estallaron encendidas rivalidades entre los discípulos, ha sido el tema de reflexión del discurso que el Santo Padre Benedicto XVI ha dirigido a docentes y estudiantes de las Universidades pontificias y eclesiásticas de Roma con ocasión de la inauguración del año Académico. Al término de la Concelebración Eucarística presidida la tarde del 30 de octubre por el Card. Zenon Grocholewski, Prefecto de la Congregación para la educación Católica, el Santo Padre Benedicto XVI ha bajado a la Basílica Vaticana para dirigir su saludo a los presentes.
San Paolo habla de la "sabiduría de la Cruz”, es decir, sobre la sabiduría de Dios, que se contrapone a la sabiduría de este mundo. De las dos sabidurías, solo una es verdadera, la divina, mientras que la otra en realidad es "necedad", ha explicado el Papa, quien ha continuado: "Ahora, la novedad sorprendente, que exige siempre ser redescubierta y acogida, es el hecho de que la sabiduría divina, en Cristo, nos ha sido dada, nos ha sido participada.… Esta contraposición entre las dos sabidurías no se identifica con la diferencia entre la filosofía, por una parte, y la filosofía y las ciencias, por otra. Se trata en realidad de dos posturas fundamentales. La "sabiduría de este mundo" es un modo de vivir y de ver las cosas prescindiendo de Dios y siguiendo las opiniones dominantes, según los criterios del éxito y del poder. La "sabiduría divina" consiste en seguir la mente de Cristo -es Cristo quien nos abre los ojos del corazón para seguir el camino de la verdad y del amor”.
Dirigiendo a continuación a los estudiantes, venidos a Roma para profundizar los conocimientos en el campo teológico y en otras materias, el Papa les ha recordado: "la formación espiritual según el pensamiento de Cristo sigue siendo fundamental para vosotros, y esta es la perspectiva de vuestros estudios.… Para conocer y comprender las cosas espirituales hay que ser hombres y mujeres espirituales, porque si se es carnal, se recae inevitablemente en la necedad, aunque uno estudie mucho y sea "docto" y "sutil razonador de este mundo"… Pablo exhorta a quienes se creen sabios según los criterios del mundo a "hacerse necios", para llegar a ser verdaderamente sabios ante Dios… Paolo - siguiendo a Jesús - se opone a un tipo de soberbia intelectual, en la que el hombre, incluso sabiendo mucho, pierde la sensibilidad por la verdad y la disponibilidad a abrirse a la novedad de la actuación divina”.
Sin querer inducir a subvalorar el empeño humano necesario para el conocimiento, a Pablo le interesa subrayar "qué es lo que vale realmente para la salvación y qué, en cambio, puede traer la división y la ruina" ha puesto en evidencia el Santo Padre, quien ha afirmado a continuación: "El apóstol denuncia el veneno de la falsa sabiduría, que es el orgullo humano. No es en efecto el conocimiento en si que puede hacer mal, pero la presunción, el 'jactarse de lo que se ha llegado - o se supone de haber llegado - a conocer. Justo de aquí derivan luego las facciones y las discordias en la Iglesia y, análogamente, en la sociedad. Se trata pues de cultivar la sabiduría no según la carne, sino según el Espíritu… Por tanto, según Pablo es siempre necesario purificar el propio corazón del veneno del orgullo, presente en cada uno de nosotros… El "pensamiento de Cristo", que por gracia hemos recibido, nos purifica de la falsa sabiduría. Y este "pensamiento de Cristo" lo acogemos a través de la Iglesia y en la Iglesia, dejándonos llevar por el río de su tradición viva… Permaneciendo fieles a ese Jesús que María nos ofrece, al Cristo que la Iglesia nos presenta, podemos empeñarnos intensamente en el trabajo intelectual, interiormente libres de la tentación del orgullo y gloriándonos siempre y solo en el Señor”. (S.L) (Agencia Fides 3/11/2008)


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