VATICANO - Mensaje del Papa en el Congreso sobre el Vaticano II en el Pontificado de Juan Pablo II: "La múltiple herencia doctrinal que encontramos en sus Constituciones dogmáticas, en las Declaraciones y en los Decretos, continúan estimulándonos a profundizar en la Palabra del Señor para aplicarla al hoy de la Iglesia"

miércoles, 29 octubre 2008

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - "No puedo no alegrarme por la elección de un tema que une dos argumentos de un interés completamente singular para mí: el Concilio Vaticano II, en el que tuve el honor de participar como experto, por una parte y la figura de mi querido Predecesor Juan Pablo II, por la otra, el cual ofreció una significativa contribución personal como Padre conciliar en dicho Concilio, conviviéndose luego, para querer divino, en primer ejecutor en los años de Pontificado". Escribe el Santo Padre Benedicto XVI en un Mensaje a los participantes en el Congreso Internacional sobre el tema "El Vaticano II en el Pontificado de Juan Pablo II", organizado por la Pontificia Facultad Teológica "San Buenaventura" - Seraphicum y el instituto de Documentación y Estudio del Pontificado de Juan Pablo II.
En el Mensaje dirigido al P. Marco Tasca, Ministro General de los Frailes Menores Conventuales y Gran Canciller de la Pontificia Facultad Teológica "San Buenaventura" - Seraphicum, el Papa subraya que "el Concilio manó del gran corazón del Papa Juan XXIII", aunque sería más exacto decir que ello "como todos los grandes acontecimientos de la historia de la Iglesia, manaron del corazón de Dios, de su voluntad salvífica… Hacer accesible al hombre de hoy la salvación divina fue para el Papa Juan el motivo fundamental de la convocatoria del Concilio y fue esta la perspectiva con la que trabajaron los Padres”.
Benedicto XVI recuerda que desde su elección al Pontificado tuvo ocasión de reafirmar que "los documentos conciliares con el pasar de los años no han perdido actualidad", y señala a su predecesor, Juan Pablo II, quien “acogió prácticamente en todos sus documentos, y más aún en sus elecciones y en su comportamiento como Pontífice, las fundamentales instancias del Concilio Ecuménico Vaticano II, convirtiéndose en su calificado intérprete y coherente testigo". Su preocupación constante fue dar a conocer las ventajas que podían manar de la acogida de la visión conciliar, "no sólo por el bien de la Iglesia, sino también por la de la misma sociedad civil y las personas que trabajan en la misma”.
El Santo Padre afirma a continuación: “Todos nosotros nos sentimos deudores de este extraordinario acontecimiento eclesial. La múltiple herencia doctrinal que encontramos en sus Constituciones dogmáticas, en las Declaraciones y en los Decretos, continúan estimulándonos a profundizar en la Palabra del Dios para aplicarla al hoy de la Iglesia, teniendo bien presentes las numerosas necesidades de los hombres y mujeres del mundo contemporáneo, extremadamente necesitado de conocer y experimentar la luz de la esperanza cristiana”.
En la parte conclusiva del Mensaje, Benedicto XVI recuerda: "el ansia por la salvación de la humanidad, que animaba a los Padres del Concilio orientando su empeño en la búsqueda de soluciones a los numerosos problemas actuales, no era menos viva en el corazón de San Buenaventura frente a las esperanzas y las angustias de los hombres de su tiempo. Ya que, por otro lado, los interrogantes de fondo que el hombre lleva en el corazón no cambian con el pasar del tiempo, y las respuestas elaboradas por el Doctor seráfico continúan siendo en su sustancia, válidas hoy… La meta última de todas nuestras actividades debe ser nuestra comunión con el señor viviente. Del mismo modo también para los Padres del Concilio Vaticano II el objetivo último de todos los elementos de renovación de la Iglesia fue conducirla al Dios viviente revelado en Jesucristo." (S.L) (Agencia Fides 29/10/2008)


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