VATICANO - El Papa a la Sociedad Italiana de Cirugía: “Cada paciente, incluso el paciente incurable, lleva consigo un valor incondicionado, una dignidad que debe ser honrada, que constituye el fundamento ineludible de todo actuar médico”

martes, 21 octubre 2008

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – “La misión específica que cualifica vuestra profesión médica y quirúrgica está constituida por la persecución de tres objetivos: sanar a la persona enferma o al menos tratar de incidir en modo eficaz sobre la evolución de la enfermedad; aliviar los síntomas dolorosos que la acompañan, sobre todo cuando está en fase avanzada; hacerse cargo de la persona enferma en todas sus humanas expectativas”. Lo recordó el Papa Benedicto XVI a los participantes del 110° Congreso nacional de la Sociedad Italiana de Cirugía, recibidos en audiencia el 20 de octubre.
“En el pasado frecuentemente uno se contentaba de aliviar el sufrimiento de la persona enferma – prosiguió el Santo Padre – no pudiendo detener la evolución del mal y mucho menos sanarlo. En el siglo pasado los desarrollos de la ciencia y de la técnica quirúrgica han hecho posible intervenir con creciente éxito en la situación del enfermo. Así la curación, que antes en muchos casos era sólo una posibilidad marginal, hoy es una perspectiva normalmente realizable, hasta el punto de atraer hacia sí la atención casi exclusiva de la medicina contemporánea”. Benedicto XVI, sin embargo, ha puesto en guardia contra el riesgo “de abandonar al paciente en el momento en que se advierte la imposibilidad de obtener resultados apreciables”. También cuando la curación ya no puede ser prospectada, se puede aliviar el sufrimiento del enfermo y sobre todo se le puede acompañar en su camino, mejorando en lo posible su calidad de vida. “Cada paciente, incluso el paciente incurable, lleva consigo un valor incondicionado, una dignidad que debe ser honrada, que constituye el fundamento ineludible de todo actuar médico. El respeto de la dignidad humana, en efecto, exige el respeto incondicionado de cada ser humano, nacido o no nacido, sano o enfermo, en cualquier condición se encuentre”, reafirmó el Santo Padre.
Prosiguiendo con su discurso, Benedicto XVI destacó la “relevancia primaria” de la relación de confianza recíproca que se debe instaurar entre médico y paciente, determinante para definir el plano terapéutico y en cierta medida su eficacia. “Aquello a lo que se debe apuntar e a una verdadera alianza terapéutica con el paciente – dijo el Papa – aprovechando aquella específica racionalidad clínica que permite al médico descubrir las modalidades de comunicación más adecuadas al paciente. Dicha estrategia comunicativa apuntará sobre todo a sostener, ciertamente respetando la verdad de los hechos, la esperanza, elemento esencial del contexto terapéutico. Es importante no olvidar nunca que son justamente estas cualidades humanas que, además de la competencia profesional en sentido estricto, el paciente aprecia en el médico”. Profundizando este tema, el Pontífice ha invitado a evitar “cualquier tentativo de intromisión del externo en esta delicada relación médico-paciente. Por un lado, es innegable que se debe respetar la autodeterminación del paciente, sin olvidar sin embargo que la exaltación individualista de la autonomía termina llevando a una lectura no realista, y ciertamente pobre, de la realidad humana. Por otro lado, la responsabilidad profesional del médico debe llevarlo a proponer un tratamiento que apunte al verdadero bien del paciente, consciente de que su específica competencia lo pone en la capacidad generalmente de evaluar la situación mejor que el mismo paciente”.
La última exhortación del Santo Padre se refirió al peligro de tratar al enfermo no como una persona sino como un objeto: “En nombre de las exigencias de la ciencia, de la técnica y de la organización de la asistencia sanitario, su habitual estilo de vida es completamente afectado. En cambio es muy importante no excluir de la relación terapéutica el contexto existencial del paciente, sobre todo de su familia. Para esto es necesario promover el sentido de responsabilidad de los familiares con respecto a su pariente: es un elemento importante para evitar la ulterior alienación que éste, casi inevitablemente, sufre cuando es confiado a una medicina altamente tecnologizada, pero desprovista de una vibración humana suficiente”. (S.L.) (Agencia Fides 21/10/2008)


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