AMERICA/GUATEMALA - Mensaje para el Día Nacional del Migrante: “Ante esta realidad de detenciones injustificadas, de muertes, de deportaciones masivas, de violaciones a los derechos humanos, de pobreza creciente, quedarnos indiferentes es hacernos cómplices”:

jueves, 4 septiembre 2008

Guatemala (Agencia Fides) – “Madre tierra, vida de los pueblos” es el titulo del Mensaje firmado por Mons. Álvaro Ramazzini, Obispo de San Marcos y Presidente de la Pastoral de Movilidad Humana de la Conferencia Episcopal de Guatemala con motivo de la celebración del Día Nacional del Migrante que la Iglesia de Guatemala celebra el próximo domingo 7 de septiembre.
“En este año – se lee en el Mensaje - queremos llamar la atención, nacional e internacional, sobre el drama vivido por la población migrante al recibir el impacto inhumano de las deportaciones y señalar en el contexto guatemalteco, la íntima relación existente entre la injusta distribución de los bienes de la tierra y el aumento de la pobreza, causa fundamental de las migraciones forzadas”.
Según explica Mons. Ramazzini, “los flujos de emigrantes de los países pobres hacia los países ricos, están determinados actualmente por factores de índole económica”. Efectivamente “el aumento de la pobreza, la falta de oportunidades y la deficiente implementación de procesos de desarrollo integral y sostenible, son causa y efecto de la brecha creciente entre los países ricos y los países pobres y entre los sectores ricos y los empobrecidos de cada país”. Esta brecha es fruto de la globalización en la cual “la dinámica del mercado absolutiza con facilidad la eficacia y la productividad como valores reguladores de todas las relaciones humanas” lo que hace de la globalización “un proceso promotor de inequidades e injusticias múltiples”.
Según el Obispo “los problemas surgidos de una situación de injusticia estructural, que golpea siempre con mayor fuerza a los pobres, tienen que ser resueltos desde los criterios éticos”. Recuerda a continuación el Presidente de la Pastroal de Movilidad Humana que independientemente de las razones que han llevado el emigrante a abandonar su país, este se ve inmerso por fuerza en “un drama profundamente humano, que afecta definitivamente su vida emocional y efectiva” debido a “la separación familiar, la pérdida de su lengua materna, la pérdida de las raíces culturales, vivir el rechazo dentro de la nueva cultura, la pérdida de los lazos afectivos con la naturaleza, madre tierra, las actitudes de xenofobia y el abuso de la mano de obra de los migrantes”.
Está también el problema de las detenciones y deportaciones irregulares en México y Estados Unidos que “conlleva siempre el riesgo de vulnerar los derechos humanos”. Una muestra de ello es la violencia que sufren los emigrantes cuando tienen que cruzar los países de transito en las zonas fronterizas y que “favorecen los delitos de la trata de personas a través de la explotación sexual, prostitución, trabajo o servicios forzados, la esclavitud, o las prácticas análogas a la esclavitud y la servidumbre”. Además la migración indocumentada no ha disminuido “sino que se ha desplazado por nuevas rutas, usando vías más peligrosas debido a las políticas y leyes de migración, cada vez más restrictivas”. Por ello, “ la vulnerabilidad de los migrantes se agudiza, aumenta el número de muertes, mayor dependencia de los coyotes y un mayor costo para llegar al destino”.
“Como discípulos de Jesucristo no debemos ni podemos dejar pasar el dolor injusto y la exclusión que sufren a diario nuestros hermanos y hermanas migrantes. Ante esta realidad de detenciones injustificadas, de muertes, de deportaciones masivas, de violaciones a los derechos humanos, de pobreza creciente, quedarnos indiferentes es hacernos cómplices”, afirma el Obispo. Al mismo tiempo realiza un llamamiento a las diócesis, parroquias, congregaciones religiosas y comunidades a escuchar el clamor de los emigrantes y realizar algún gesto de solidaridad a favor de la población migrante. Y a las autoridades les pide “que promuevan y defiendan la dignidad y el respeto a los derechos humanos de los migrantes y refugiados en nuestro país”. (RG) (Agencia Fides 4/9/2008)


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