AMERICA/COLOMBIA - “La celebración del centenario de la Conferencia Episcopal quiere reforzar la fe y la identidad cristiana del pueblo colombiano, poniendo de manifiesto tantos aspectos positivos de la evangelización y de la promoción humana realizadas durante los pasados cien años”

jueves, 3 julio 2008

Bogota (Agencia Fides) – “La celebración del Centenario de la Conferencia Episcopal quiere reforzar la fe y la identidad cristiana del pueblo de Dios que peregrina en Colombia, poniendo de manifiesto tantos aspectos positivos de la evangelización y de la promoción humana realizadas durante los pasados cien años”, afirmó Mons. Luis Augusto Castro Quiroga, Presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, en su alocución al inicio de la Asamblea Plenaria, en la que realizó un balance de estos años al concluir su periodo. Recordó como “la paz ha sido una preocupación constante de la Iglesia durante este siglo de existencia” así como algunos temas innegociables: la familia, la educación, la justicia social, la moral cristiana.
Recordando lo dicho por los Obispos durante la Primera Asamblea Plenaria realizada en 1908: “El celo de vuestro bienestar presente y futuro, el amor entrañable que nos anima respecto de vosotros, tal ha sido, después de Dios, el motivo de nuestras deliberaciones y de nuestros propósitos”, el Presidente de la Conferencia Episcopal ha afirmado que estas palabras de de hace cien años “pueden y deben ser el mensaje de esta Conferencia del 2008: el amor entrañable del buen pastor que, con una pastoral misionera, se proyecta celosamente hacia el pueblo de Dios que peregrina en Colombia, velando por su bienestar presente y futuro”.
Durante estos cien años, ha constatado Mons. Castro Quiroga el Episcopado Colombiano se ha caracterizado por una significativa unidad y continuidad de criterios. A la vez ha habido “novedades o cambios de manera que podemos hablar de cien años de cambio en la continuidad”. Pero junto a esto no han faltado algunos retroceso preocupantes.
A continuación el Presidente de la Conferencia Episcopal ha pasado a señalar algunos de los principales desafíos que se plantean hoy en el país. En primer lugar el desafío ético, pues “muchos colombianos aún piensan que los atajos ilícitos (paramilitarismo, narcotráfico, soborno, secuestro, trampa y otras violencias) son la mejor manera para alcanzar lo que desean en términos de poder, de tener, de saber”. En segundo lugar, un desafío espiritual que debe llevar a todos a comprender que para alcanzar la paz en necesario la centralidad del amor, valorar el perdón, tener la certeza de la esperanza cristiana en los momentos difíciles y el valor de la promesa que invite a “los dirigentes y a sus opositores a formular promesas serias de paz, de serio cumplimiento y que abran al futuro que todos deseamos”
Un tercer desafío sería el pastoral, dado que “quedan muchos colombianos con las armas en las manos, y siguen matando”, por lo que es necesario hacer “una doble invitación pastoral: al desarme de las armas y del corazón, con miras a la paz y a asumir con responsabilidad los compromisos de justicia adquiridos”. Está también el desafío humanitario “que nos exige hablar y actuar a favor de las víctimas” así como el desafío social “que nos impulsa a insistir en la solidaridad de las fuerzas productivas del país para que puedan generar más oportunidades de empleo digno y de educación para los más pobres”. Señala también un desafío jurídico ya que es necesario “que se promueva una ley que genere las condiciones para una verdadera reconciliación que equilibre la tendencia a transformar las medidas de justicia en venganzas, amenazas y nuevas violencias y no en un serio avance hacia la paz de todos, incluidos los enemigos”.
Al resumir los retos que se perciben, Mons. Castro Quiroga aseguró que “urge en el futuro enfrentar los temas de la reconciliación en Colombia, de la comunicación de la Iglesia hacia fuera, de la ética en sus relaciones con la política, la sociedad y la religiosidad popular y el tema de la juventud ante la Iglesia hoy.”
Sobre la relación de la Iglesia con el Estado, la calificó como “positiva”, aunque dejó en claro “que no teníamos obligación de plegarnos a todas sus exigencias, manifestando nuestra oposición a algunas decisiones ministeriales en salud y educación pero también dejando ver la disponibilidad a una buena colaboración”.
Mons. Quiroga también ha recordado en su alocución que la Iglesia Católica nunca fue indiferente a quienes sufrían por la violencia y reiteró la insistencia en una salida negociada al conflicto. “Decidimos estar bien metidos en la consecución de la paz. Que no se diga nunca que mientras todos sufrían por la violencia, la Iglesia fue indiferente”, afirmó.
La intervención del Presidente de la Conferencia Episcopal concluyó pidiendo luz al Señor para “seguir hacia el futuro con el mismo ánimo y decisión apostólicos de los pasados cien años y renovamos en este aniversario nuestro vigor evangelizador y nuestra audacia apostólica”. (RG) (Agencia Fides 3/7/2008)


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