VATICANO - "La vida y el pensamiento de Máximo quedan poderosamente iluminados por una inmensa valentía para testimoniar la realidad íntegra de Cristo, sin reduccionismos ni compromisos": catequesis del Papa dedicada a San Máximo al Confesor

jueves, 26 junio 2008

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - "La vida y el pensamiento de Máximo quedan poderosamente iluminados por una inmensa valentía para testimoniar la realidad íntegra de Cristo, sin reduccionismos ni compromisos. De este modo presenta lo que es realmente el hombre, cómo debemos vivir para responder a nuestra vocación. Tenemos que vivir unidos a Cristo para quedar de este modo unidos a nosotros mismos y al cosmos, dando al mismo cosmos y a la humanidad su justa forma". Son las palabras con las que el Santo Padre Benedicto XVI ha presentado la figura del monje San Máximo, uno de los grandes Padres de la Iglesia de Oriente del tiempo tardío durante la audiencia general de miércoles 25 de junio.
A Máximo, nacido en Palestina en torno al 580, la Tradición cristiana le asignó el título de Confesor "por la intrépida valentía con la que supo testimoniar --"confesar"--, incluso con el sufrimiento, la integridad de su fe en Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, salvador del mundo", ha explicado el Papa. Encaminado desde pequeño a la vida monástica y al estudio de las Escrituras, Máximo, debido a las invasiones barbáricas, se refugió en África. Aquí se distinguió por la valentía en la defensa de la ortodoxia, ya que había nacido la teoría según la cual en Cristo sólo habría una voluntad, la divina. "Y así san Máximo - ha recordado el Papa - afirma con gran decisión: la Sagrada Escritura no nos muestra a un hombre amputado, sin voluntad sino a un verdadero hombre completo: Dios, ha asumido realmente en Jesucristo, la totalidad del ser humano - obviamente excepto el pecado - por lo tanto también una voluntad humana".
San Máximo fue llamado a Roma en el año 649, para tomar parte en el Concilio Lateranense, convocado por el Papa Martín I en defensa de las dos voluntades de Cristo, contra el edicto del emperador, que prohibía discutir sobre dicha cuestión. A causa de esta iniciativa el Papa Martín fue arrestado, procesado y condenado a muerte, consiguiendo la conmutación de la pena en el definitivo destierro en Crimea, dónde murió el 16 de septiembre de 655, después de dos largos años de humillaciones y tormentos.
Poco tiempo más tarde, en el 662, también Máximo, junto a dos sus discípulos, fueron sometidos a un extenuante proceso por el mismo motivo, aunque ya había superado los ochenta años de edad. " El tribunal del emperador le condenó, con la acusación de herejía, a la cruel mutilación de la lengua y de la mano derecha, los dos órganos de expresión, la palabra y los escritos, con los que Máximo había combatido la doctrina errada de la voluntad única de Cristo. Por último, el santo monje, mutilado, fue exiliado en la Cólquida, en el Mar Negro, donde murió, agotado por los sufrimientos, a los 82 años, el 13 de agosto del mismo año 662”.
Recordando las decenas de sus obras importantes que han llegado hasta nosotros, el Santo Padre ha subrayado que "el pensamiento de Máximo nunca es sólo teológico, especulativo, replegado en sí mismo, pues siempre tiene como punto de llegada la realidad concreta del mundo y de la salvación... Al hombre, creado a su imagen y semejanza, Dios le ha confiado la misión de unificar el cosmos. Y como Cristo ha unificado en sí mismo al ser humano, en el hombre el Creador ha unificado al cosmos. Nos ha mostrado cómo unificar en la comunión de Cristo el cosmos y de este modo llegar realmente a un mundo redimido. A esta poderosa visión salvífica se refiere uno de los teólogos más grandes del siglo XX, Hans Urs von Balthasar, quien - "relanzando" la figura de Máximo - define su pensamiento con la incisiva expresión de Kosmische Liturgie, "liturgia cósmica". En el centro de esta solemne "liturgia" siempre está Jesucristo, único salvador del mundo. La eficacia de su acción salvadora, que ha unificado definitivamente el cosmos, está garantizada por el hecho de que Él, a pesar de ser Dios en todo, también es íntegramente hombre, incluyendo la "energía" y la voluntad del hombre”.
El Santo Padre ha continuado: "El "sí" universal de Cristo nos muestra claramente cómo dar el valor adecuado a todos los demás valores. Pensemos en valores hoy justamente defendidos como la tolerancia, la libertad, el diálogo. Pero una tolerancia que dejara de saber distinguir el bien del mal sería caótica y autodestructiva. Del mismo modo, una libertad que no respetase la de los demás y no hallase la medida común de nuestras libertades sería anárquica y destruiría la autoridad. El diálogo que no sabe sobre qué dialogar se convierte en una palabrería vacía. Todos estos valores son grandes y fundamentales, pero pueden ser verdaderos únicamente si tienen un punto de referencia que les une y les confiere la verdadera autenticidad. Este punto de referencia es la síntesis entre Dios y el cosmos, es la figura de Cristo en la que aprendemos la verdad sobre nosotros mismos, así como el lugar de todos los demás valores, para descubrir su significado auténtico”. Antes de la audiencia general, el Santo Padre se acercó a la calle de los Fundamentos para bendecir la estatua de San Luis Orión (1872-1940), Fundador de la Pequeña Obra de la Divina Providencia, y al final de los saludos en las diversas lenguas, el Papa se ha dirigido al numeroso grupo de la Familia Orionina, reunido alrededor del Vicario de Cristo para celebrar la fiesta del Papa, con estas palabras: "Que la inauguración de la estatua de vuestro Fundador constituya, para todos sus hijos espirituales, un renovado estímulo a continuar en el camino trazado por san Luigi Orión especialmente para llevarle al Sucesor de Pietro - como él mismo dijo - 'los pequeños, las clases humildes, los pobres obreros y los marginados de la vida que son los más amados por Cristo y los verdaderos tesoros de la Iglesia de Jesucristo'. (S.L) (Agencia Fides 26/6/2008)


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