VATICANO - La lección que San Isidoro de Sevilla nos "deja a los cristianos de hoy, llamados a testimoniar a Cristo al inicio del nuevo milenio" ha sido el tema de la catequesis del Santo Padre

jueves, 19 junio 2008

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – San Isidoro de Sevilla, hermano menor de Leandro, Obispo de Sevilla y gran amigo del Papa Gregorio Magno, es considerado el último de los Padres cristianos de la antigüedad. Continuando el ciclo de catequesis sobre los Padres de la Iglesia, el Santo Padre Benedicto XVI se ha centrado durante la audiencia general del miércoles 18 de junio, en la figura de San Isidoro de Sevilla. Este se formó, desde el punto de vista cultural y espiritual, bajo la guía de su hermano Leandro. "La casa de Leandro y de Isidoro contaba con una biblioteca sumamente rica de obras clásicas, paganas y cristianas - ha explicado el Santo Padre -. Isidoro, que sentía la atracción tanto de unas como de otras, aprendió bajo la responsabilidad de su hermano mayor una disciplina férrea para dedicarse a su estudio, con discernimiento". De sus mismas obras se desprende "un conocimiento enciclopédico de la cultura clásica pagana y un profundo conocimiento de la cultura cristiana" que se reflejan en el eclecticismo de su producción literaria.
En 599 Isidro se convirtió en el sucesor de su hermano Leandro en la Cátedra episcopal de Sevilla. Pocos años después de su muerte, ocurrida en el 636, el Concilio de Toledo del 653 lo definió: "Ilustre maestro de nuestra época, y gloria de la Iglesia católica". "Isidoro fue, sin duda, un hombre de contraposiciones dialécticas acentuadas- ha explicado el Papa -. E incluso, en su vida personal, experimentó un conflicto interior permanente... entre el deseo de soledad, para dedicarse únicamente a la meditación de la Palabra de Dios, y las exigencias de la caridad hacia los hermanos de cuya salvación se sentía encargado, como obispo”.
Isidro tuvo que vivir en un período histórico y político particularmente complejo: en aquellas décadas los Visigodos, bárbaros y arrianos, habían invadido la península ibérica e Isidro , en su niñez, tuvo que experimentar la amargura del destierro. "A pesar de ello - ha continuado Benedicto XVI - estaba lleno de entusiasmo: experimentaba la pasión de contribuir a la formación de un pueblo que encontraba finalmente su unidad, tanto a nivel político como religioso, con la conversión providencial del heredero al trono, el visigodo Hermenegildo, del arrianismo a la fe católica. Sin embargo, no hay que minusvalorar la enorme dificultad que supone afrontar de manera adecuada los problemas sumamente graves, como los de las relaciones con los herejes y con los judíos”.
El Papa ha subrayado a continuación como es admirable la preocupación de Isidro "no dejar de lado nada de lo que la experiencia humana produjo en la historia de su patria y del mundo. No hubiera querido perder nada de lo que el ser humano aprendió en las épocas antiguas, ya fueran éstas paganas, judías o cristianas". Aunque para conseguir este objetivo, le sucedía a veces que "no lograra transmitir adecuadamente, como él hubiera querido, los conocimientos que poseía, a través de las aguas purificadoras de la fe cristiana”, de hecho " según las intenciones de Isidoro, las propuestas que presenta siempre están en sintonía con la fe católica, defendida por él con firmeza". El Santo Padre ha recordado en particular su capacidad de percibir la complejidad de muchos problemas teológicos y "a menudo proponer con agudeza soluciones que recogen y expresan la verdad cristiana completa. Esto ha permitido a creyentes a través de los siglos hasta nuestros días servirse con gratitud de sus definiciones”.
Preocupado de proponer a sus fieles una equilibrada y correcta relación entre vida activa y vida contemplativa, Isidro mira a Cristo como modelo, y escribe en una de sus obras: "De hecho, así como hay que amar a Dios con la contemplación, también hay que amar al prójimo con la acción. Es imposible, por tanto, vivir sin una ni otra forma de vida, ni es posible amar si no se hace la experiencia tanto de una como de otra". El Santo Padre ha concluido la catequesis con estas palabras: "Considero que esta es la síntesis de una vida que busca la contemplación de Dios, el diálogo con Dios en la oración y en la lectura de la Sagrada Escritura, así como la acción al servicio de la comunidad humana y del prójimo. Esta síntesis es la lección que nos deja el gran obispo de Sevilla a los cristianos de hoy, llamados a testimoniar a Cristo al inicio del nuevo milenio”.
Al término de los saludos en las diversas lenguas, Benedicto XVI ha recordado el Congreso Eucarístico Internacional, en curso en Québec, con estas palabras: "Mi pensamiento se dirige ahora a los participantes en el Congreso Eucarístico Internacional, que se está desarrollando en estos días en la ciudad de Québec en Canadá, sobre el tema 'La eucaristía, don de Dios para la vida del mundo'. Estoy espiritualmente presente en este solemne encuentro eclesial, y espero que sea para las comunidades cristianas canadienses y para la Iglesia universal un tiempo fuerte de oración, de reflexión y de contemplación del misterio de la sagrada Eucaristía. Que sea también una ocasión propicia para reafirmar la fe de la Iglesia en la presencia real de Cristo en el Santísimo Sacramento del altar. Pidamos para que este Congreso Eucarístico Internacional avive en los creyentes, no sólo del Canadá sino de tantas otras Naciones del mundo, la conciencia de los valores evangélicos y espirituales que han forjado su identidad a lo largo del curso de la historia". (S.L) (Agencia Fides 19/6/2008)


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