ASIA/MYANMAR - “La compasión es el lenguaje común entre las poblaciones de Myanmar, después del ciclón Nargis” afirma a la Agencia Fides el Arzobispo de Yangón

miércoles, 18 junio 2008

Yangón (Agencia Fides) – Después del ciclón Nargis, en el momento de la ayuda de emergencia y mientras se buscaba retomar el ritmo normal de la vida, “el lenguaje común de la población birmana, que une a budistas, cristianos y fieles de otras religiones, es el de la compasión”, lo afirma en un mensaje enviado a la Agencia Fides S.E.R. Mons. Charles Maung Bo, Arzobispo de Yangón. En una sentida carta, enviada a Fides, el Arzobispo cuenta como los monjes budistas hicieron todo lo posible por salvar vidas humanas y por ayudar a los sobrevivientes en las aldeas cristianas; y como, por su parte, los voluntarios católicos llevaron ayuda, alimentos y medicinas, a las víctimas en zonas completamente budistas.
La solidariedad no distingue entre religiones: “Todos los grupos religiosos han sido víctimas del ciclón. Todos los lugares de culto, iglesias, monasterios y templos budistas y conventos fueron golpeados por Nargis, destruyendo algunos de los lugares más sagrados y famosos de la región”, afirma Mons. Bo. Pero, sobre todo, no hay que olvidar a quien ha dado su vida por el próximo. Es el caso de p. Andrew Soe, sacerdote de la diócesis de Pathein, quién murió intentando salvar algunas personas arrastradas por el ciclón. Su cuerpo fue encontrado 18 días después del desastre.
Hoy –subraya el Arzobispo– muchos sobrevivientes se dedican sin reservas a ayudar al prójimo. En un país de mayoría budista “la compasión ha despertado como una forma de curación luego del diluvio del mal. Iglesias y monasterios se han convertido en campos de prófugos, donde muchas víctimas han encontrado ayuda y consuelo”. Y, antes de que llegaran las ayudas del gobierno y de las ONG, “espontáneos gestos de caridad han unido a budistas y cristianos en el ayudarse y apoyarse mutuamente”, afirmó.
La compasión y la misericordia han involucrado también a miembros de otras comunidades religiosas, como hindúes y musulmanes: en Bogalay un templo hindú abrió sus puertas para dar alimento a una multitud de necesitados. Y por las calles de la capital Yangon los comerciantes musulmanes donan el alimento a las víctimas del desastre.
Los voluntarios católicos, recuerda el Arzobispo, no dudaron en correr grandes riesgos para alcanzar los pueblos más alejados, llenos de cadáveres de personas y restos de ganado, para llevar ayuda a los pocos sobrevivientes. “Han sido los primeros en socorrer a las madres que han perdido a sus hijos, a reunir a los huérfanos, a consolar a las pequeñas comunidades rurales afectadas, con la oración y con su simple presencia”.
“Es la compasión el lenguaje común en esta fase post-desastre” concluye el Arzobispo. Continúan llegando mientras tanto las ayudas a las comunidades católicas locales: la Obra “Ayuda a la Iglesia que sufre” ha recogido y asignado más de 80.000 euros, destinados a la Arquidiócesis de la capital Yangon y a la diócesis de Pathein, para que se realicen las primeras intervenciones con el fin de poner nuevamente en funcionamiento las iglesias y estructuras religiosas dañadas.
(PA) (Agencia Fides 18/6/2008)


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