VATICANO - Benedicto XVI en S. María de Leuca y Brindisi - “Sobre el mar de la vida y de la historia, María resplandece como Estrella de esperanza… siguiendo la Estrella de María podemos orientarnos en el viaje y mantener la ruta hacia Cristo”

lunes, 16 junio 2008

S. María de Leuca (Agencia Fides) – En la tarde del sábado 14 de junio, el Santo Padre Benedicto XVI inició una visita pastoral a Santa María de Leuca y Brindisi, presidiendo la Celebración Eucarística en la plaza ante el Santuario de Santa María de finibus terrae, en Santa María de Leuca. “Mi visita a Puglia – la segunda, después del Congreso Eucarístico de Bari – inicia como una peregrinación mariana, en este extremo de Italia y de Europa, en el Santuario de Santa María de finibus terrae”, dijo el Papa en la homilía, subrayando su deseo de que “en este lugar históricamente tan importante para el culto de la Bienaventurada Virgen María”, la liturgia estuviera dedicada a Ella, Estrella del mar y Estrella de la esperanza.
“Sin violencia, pero con su humilde ‘sí’, la Virgen nos liberó no de un enemigo terreno, sino del antiguo adversario – dijo el Papa en la homilía – dando un cuerpo humano a Aquél que le aplastaría la cabeza de una vez para siempre. Es por esto que, en el mar de la vida y de la historia, María resplandece como Estrella de esperanza. No brilla por su luz propia, sino que refleja la luz de Cristo, Sol que surge en el horizonte de la humanidad, de modo que siguiendo la Estrella de María podemos orientarnos en el viaje y mantener la ruta hacia Cristo, especialmente en los momentos oscuros y tempestuosos”.
Recordando la figura del apóstol Pedro, a quien están particularmente vinculados esos lugares y la Iglesia local, Benedicto XVI recordó que “para llegar a ser pescadores con Cristo es necesario ser antes ‘pescados’ por Él. San Pedro es testigo de esta realidad, como lo es San pablo, gran convertido, de quien dentro de pocos días inauguraremos el bimilenario de su nacimiento”. En el Santuario de Santa Maria de finibus terrae, se conjugan la fe de Pedro y la fe de María, dijo asimismo el Papa, exhortando a “sacar del doble principio de la experiencia cristiana: el mariano y el petrino”, que ambos, juntos, ayudan a “recomenzar desde Cristo”. “María os enseña a estar siempre a la escucha del Señor – siguió el Pontífice – en el silencio de la oración, a acoger con generosa disponibilidad su Palabra con el profundo deseo de ofreceros vosotros mismos a Dios, vuestra vida concreta… En modo complementario, también San Pedro os enseñará a sentir y a creer con la Iglesia, firmes en la fe católica; os llevará a tener el gusto y la pasión por la unidad, la comunión, la alegría de caminar juntos con los Pastores; y, al mismo tiempo, os hará participes del ansia de la misión, de compartir el Evangelio con todos, de hacerlo llegar hasta los extremos confines de la tierra”.
El nombre del lugar, “De finibus terrae”, “nos recuerda que la Iglesia no tiene confines, es universal – prosiguió el Santo Padre –. Y los confines geográficos, culturales, étnicos, incluso los confines religiosos son para la Iglesia una invitación a la evangelización en la perspectiva de la ‘comunión de las diversidades’”. Luego el Papa recordó la “elevada vocación” de la Iglesia de Puglia “a ser puente entre pueblos y culturas”, y evidenció que según la enseñanza de Jesús “la eficacia del testimonio es proporcional a la intensidad del amor. De nada sirve proyectarse hasta los confines de la tierra, si antes no se ama y no se ayudan los unos a los otros dentro de la comunidad cristiana… En un contexto que tiende a incentivar cada vez más el individualismo, el primer servicio de la iglesia es el de educar al sentido social, a la atención hacia el prójimo, a la solidaridad y a compartir. La Iglesia, dotada por su Señor de una carga espiritual que se renueva continuamente, se revela capaz de ejercitar una influencia positiva también en el plano social, porque promueve una humanidad renovada y relaciones humanas abiertas y constructivas, en el respeto y en el servicio en primer lugar de los últimos y de los más débiles”.
En todo el Sur de Italia, “las Comunidades eclesiales son lugares donde las jóvenes generaciones pueden aprender la esperanza, no como utopía, sino como confianza tenaz en la fuerza del bien. El bien vence y, si a veces puede parecer que es vencido por el atropello y la astucia, en realidad continúa trabajando en el silencio y en la discreción, dando frutos a largo plazo. Esta es la renovación social cristiana, basada en la transformación de las conciencias, en la formación moral, en la oración; sí, porque la oración da la fuerza para creer y luchar por el bien incluso cuando humanamente existe la tentación de desalentarse y de echarse atrás”. Benedicto XVI citó luego las iniciativas de la comunidad eclesial en el campo de la promoción humana y social, y recordó “que la Comunidad cristiana no puede y no debe nunca sustituir a las competencias legítimas e inherentes a las Instituciones, es más, las estimula y las sostiene en sus tareas y se propone siempre colaborar con ellas por el bien de todos, a partir de las situaciones de mayor molestia y dificultad”.
Al final de la homilía, el Santo Padre dijo que se dirigiría “en peregrinación espiritual a los varios Santuarios marianos del Salento, verdaderas joyas de esta península que constituyen como un puente sobre el mar”, y a la Virgen María confió “los pueblos que se asoman al Mediterráneo y los del mundo entero, invocando para todos desarrollo y paz”.(S.L.) (Agencia Fides 16/6/2008; líneas 58 palabras 921)


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