VATICANO - La catequesis del Papa dedicada a San Columbano: "con razón puede ser llamado un santo "europeo", pues como monje, misionero y escritor trabajó en varios países de Europa occidental”

jueves, 12 junio 2008

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – La catequesis que el Santo Padre Benedicto XVI ha tenido durante la audiencia general del miércoles 11 de junio ha estado dedicada al "santo abad Columbano, el irlandés más conocido de la Alta Edad Media". " con razón puede ser llamado un santo "europeo", pues como monje, misionero y escritor trabajó en varios países de Europa occidental" ha subrayado el Papa, recordando que "junto a los irlandeses de su tiempo, él era consciente de la unidad cultural de Europa".
Columbano nació alrededor del año 543 en la provincia de Leinster, en el sureste de Irlanda. A los veinte años entró en el monasterio de Bangor, en el Noreste de la isla, dónde Columbano llevó "una vida de oración, ascesis y estudio", y dónde también fue ordenado sacerdote. A la edad de cincuenta años, Columbano dejó la isla para emprender con doce compañeros una labor misionera en el continente europeo. "Debemos tener presente - ha recordado Benedicto XVI - que la migración de pueblos del norte y del este provocó un regreso al paganismo de regiones enteras que habían sido cristianizadas” . Alrededor del año 590 Columbano y sus compañeros llegaron a la costa bretona, acogidos con benevolencia por el rey de los francos de Austrasia (la actual Francia), quien le concedió la antigua fortaleza romana de Annegray, destrozada y abandonada. Después de construir sobre estas ruinas la primera ermita, los monjes empezaron la labor de reevangelización.
" La fama de estos religiosos extranjeros que, viviendo de oración y en gran austeridad, construían casas y roturaban la tierra, se difundió rápidamente, atrayendo a peregrinos y penitentes- ha continuado el Papa -. Sobre todo muchos jóvenes pedían ser acogidos en la comunidad monástica para vivir como ellos esta vida ejemplar que renovaba el cultivo de la tierra y de las almas". A continuación se edificó un segundo monasterio en Luxeuil, que posteriormente se convertiría en el centro de la irradiación monástica y misionera de tradición irlandesa sobre el continente europeo. Un tercer monasterio fue erigido por en Fontaine.
En Luxeuil Columbano vivió durante casi veinte años y aquí escribió sus obras mayores: la Regula monachorum que traza la imagen ideal del monje; la Regula coenobialis, una especie de código penal para las infracciones de los monjes, con castigos más bien sorprendentes para la sensibilidad moderna; De poenitentiarum misura taxanda, con la que introdujo en el continente la confesión y la penitencia privada y reiterada, con la penitencia, que preveía una proporción entre la gravedad del pecado y la reparación impuesta por el confesor. "Estas novedades despertaron la sospecha de los Obispos de la región - ha dicho el Papa en su catequesis -, una sospecha que se convirtió en hostilidad cuando Columbano tuvo la valentía de reprenderles abiertamente por las costumbres de algunos de ellos".
Intransigente sobre cualquier cuestión moral, Columbano también entró en conflicto con el rey Teodorico, a quien había reprendido por sus relaciones adulteras. Este, en el año 610, decretó la expulsión de Columbano y de todos los monjes de origen irlandés de Luxeuil. Pero el barco que tenía que transportarlos hacia Irlanda encalló a poca distancia de la playa, y el capitán renunció a la empresa, por miedo a ser maldecido por Dios y volvió con los monjes a tierra firme. Estos empezaron una nueva obra de evangelización: remontaron el río Rin y, después de una primera etapa en Tuggen, cerca del lago de Zurich, fueron a la región de Bregenz cerca del lago de Constancia, para evangelizar a los alemanes. Poco después Columbano, a causa de hechos políticos poco favorables a su obra, decidió atravesar los Alpes con la mayor parte de sus discípulos. Sólo quedó un monje llamado Gallus. De su monasterio se desarrollaría la famosa abadía de Sankt Gallen, en Suiza
“Al llegar a Italia, Columbano fue recibido en la corte imperial longobarda- ha afirmado el Santo Padre -, pero muy pronto tuvo que afrontar grandes dificultades: la vida de la Iglesia estaba lacerada por la herejía arriana, todavía mayoritaria entre los longobardos por un cisma que había separado a la mayor parte de las Iglesias de Italia del norte de la comunión con el obispo de Roma. Columbano se integró con autoridad en este contexto, escribiendo un hermoso libelo contra el arrianismo y una carta a Bonifacio IV para convencerle a comprometerse decididamente en el restablecimiento de la unidad ". El rey de los longobardos, en el 612 o 613, le asignó un terreno en Bobbio, dónde Columbano fundó un nuevo monasterio que después se convertiría en un centro de cultura comparable al famoso de Montecassino, y dónde murió el 23 de noviembre de 615.
"El mensaje de san Columbano se concentra en un firme llamamiento a la conversión y al desapego de las cosas terrenas en vista de la herencia eterna- ha recordado el Santo Padre al final de la catequesis -. Su austeridad, sin embargo, nunca es un fin en sí misma, sino que no es más que un medio para abrirse libremente al amor de Dios y corresponder con todo el ser a los dones recibidos de El, reconstruyendo en sí la imagen de Dios y al mismo tiempo trabajando la tierra y renovando la sociedad humana".
Hombre de gran cultura, Columbano fue también "un incansable constructor de monasterios, ya sea como predicador penitencial intransigente, dedicó todas sus energías a alimentar las raíces cristianas de la Europa que estaba naciendo. Con su energía espiritual, con su fe, con su amor a Dios y al prójimo se convirtió en uno de los padres de Europa: nos muestra hoy dónde están las raíces de las cuales puede renacer nuestra Europa". (S.L) (Agencia Fides 12/6/2008)


Compartir: