ASIA/CHINA - Testimonios de fe y de solidaridad de los católicos de las zonas afectadas por el terremoto: “cuanto más grave la dificultad, más necesidad hay de que los católicos manifestemos el amor de Dios”

jueves, 12 junio 2008

Shi Jia Zhuang (Agencia Fides) – “Tengo 61 años, he vivido ya tres terremotos de más de 7 grados en la escala de Richter. Aquí en nuestro distrito somos cerca de mil fieles. Además de confortarnos unos a otros, llevamos ante todo nuestra solidaridad. Cuanto más grave la dificultad, más necesidad hay de que los católicos manifestemos el amor de Dios, alentando a los no católicos a superar sus problemas con nuestra fe y nuestra esperanza, ayudándoles con la caridad”: son las palabras no de un sacerdote o de una religiosa, sino de un humilde campesino católico, que da su testimonio desde el epicentro del sismo que sacudió la región de Si Chuan. Este católico del distrito de Xiu Shui continúa: “Luego del terremoto faltaban muchas cosas, sobretodo verduras. Dije a mis paisanos: ‘vayan a mi huerto y llévense todo lo que hay’. Estoy convencido de que basta una fe fuerte para lograr superar esta tragedia, y estaremos nuevamente en pie, con la oración y el apoyo del Papa y de la Iglesia Universal”.
La mamá de una niña de dos años y medio, que después del terremoto había perdido la palabra y la sonrisa, declara “que buenas que son las hermanas”. Gracias a las religiosas “número 9” y “número 14” (las 26 religiosas voluntarias de Jinde Charities han sido “numeradas” para facilitar el trabajo), la niña ha vuelto a sonreír y también a pronunciar algunas palabras. La mamá y los abuelos también han vuelto a sonreír. Las historias parecidas a estas son muchísimas, prácticamente incontables. El apoyo moral, la desinfección, los cuidados sanitarios y la ayuda a los niños para realizar sus tareas, hacer que recuperen la sonrisa... son las principales tareas de las hermanas que trabajan en la zona del terremoto. En este momento las hermanas, con su característico hábito, son las más “buscadas” y “solicitadas” en el área. Muchas veces las hermanas fueron a llevar ayuda material y terminaron quedándose en la zona para dar un soporte moral según las necesidades de los damnificados.
El 8 de junio se celebra una fiesta tradicional china que reúne a todos los miembros de las familias. Zhang Lu, un joven católico de Shi Jia Zhuang, se preocupó de como los afectados por el cisma podían celebrar esa fiesta. Enterándose de que en una escuela de Cheng Du, capital de Si Chuan, lugar donde se produjo el terremoto, faltaban medicinas, las compró así como otras cosas que faltaban, con la ayuda de sus amigos católicos. A continuación se puso en camino a las 4 de la mañana del 6 de junio con el coche lleno, hacía Cheng Du. Recorrió más de 2,000 kilómetros en más de 20 horas, atravesando tres provincias, cruzando prácticamente el continente del centro norte al suroeste. Finalmente llegó a la capital de Si Chuan a la una de la mañana del 7 de junio, para que los niños de la escuela pudieran utilizar lo que había llevado en la celebración del 8 de junio. Después de haber descargado todo, inmediatamente volvió a ponerse en camino pues había recibido otros pedidos: “debo regresar inmediatamente a nuestra comunidad para responder a los nuevos pedidos —afirmó—. ¿Cuál es mi motivación? Nada en especial, somos católicos, y debemos ayudarnos los unos a los otros porque esto es lo que nos enseña la fe”. (NZ) (Agencia Fides 12/06/2008; líneas 36 palabras 556)


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