VATICANO - Benedicto XVI a la audiencia general saluda Karekin II, Patriarca Supremo y Catholicos de todos los armenios, y habla de la "acción del Espíritu Santo al servicio de la unidad". Llamamiento por el Myanmar

jueves, 8 mayo 2008

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - En la audiencia general de esta semana, miércoles 7 de mayo, estuvo también presente Su Santidad Karekin II, Patriarca Supremo y Catholicos de todos los armenios, en visita oficial, a quien saludo el Santo Padre Benedicto XVI, al inicio de la catequesis con estas palabras: "Expreso de nuevo mi alegría por haberle podido acoger esta mañana: su presencia reaviva en nosotros la esperanza de la unidad plena entre todos los cristianos". Después de haberle agradecido en por la acogida reservada recientemente en Armenia al Cardenal Secretario de Estado, Benedicto XVI ha recordado "la inolvidable visita que el catholicos hizo a Roma en el año 2000, poco después de su elección". A continuación el Santo Padre ha subrayado "el empeño de la Iglesia Apostólica Armena por el diálogo ecuménico", recordando que "estos días de inmediata preparación para la solemnidad de Pentecostés nos alientan a reavivar la esperanza en la ayuda del Espíritu Santo para avanzar por el camino del ecumenismo. Nosotros tenemos la certeza de que el Señor Jesús no nos abandona nunca en la búsqueda de la unidad, dado que su Espíritu actúa incansablemente para apoyar nuestros esfuerzos orientados a superar toda división y a coser todo desgarre en el tejido vivo de la Iglesia”.
Según la narración evangélica, en los últimos días de su misión terrenal Jesús prometió a los discípulos que enviaría el Espíritu Santo "para que siguiera haciéndoles experimentar su presencia". Los Evangelios afirman que, después de la resurrección, Jesús entró en el Cenáculo, "saludó a los discípulos con las palabras «La paz con vosotros» y, soplando sobre ellos, les dijo: ‘Recibid el Espíritu Santo’. Les autorizaba a perdonar los pecados. El Espíritu Santo, por tanto, se presenta como fuerza del perdón de los pecados, de renovación de nuestros corazones y de nuestra existencia… Después, en la fiesta de Pentecostés, el Espíritu Santo se muestra con otros signos: a través del viento impetuoso, de lenguas de fuego, y los apóstoles hablan todos los idiomas. Este último es un signo de que la dispersión de Babilonia, fruto de la soberbia que separa a los hombres, ha quedado superada por el Espíritu, que es caridad y que da unidad en la diversidad. Desde el primer momento de su existencia la Iglesia habla todos los idiomas, gracias a la fuerza del Espíritu Santo y a las lenguas de fuego, y vive en todas las culturas, no destruye nada de los dones ni de la historia propia, sino que los asume todos en una unidad nueva y grande que reconcilia la unidad con la multitud de formas”.
El Pontífice ha puesto en evidencia que el Espíritu Santo " une con su fuerza en la caridad divina a los hombres dispersos, creando así la grande y multiforme comunidad de la Iglesia en todo el mundo”. A continuación ha recordado la oración de los discípulos con Maria, reunidos en el Cenáculo, después de la Ascensión de Jesús: " Sabían que no podían por sí solos crear, organizar la Iglesia: la Iglesia tiene que nacer y ser organizada por la iniciativa divina; no es una criatura nuestra, sino un don de Dios. Sólo así crea también unidad, una unidad que tiene que crecer. La Iglesia en todo tiempo, en particular, en estos nueve días entre la Ascensión y Pentecostés, se une espiritualmente en el Cenáculo con los apóstoles y con María para implorar incisamente la efusión del Espíritu Santo. Movida por su viento impetuoso será capaz de anunciar el Evangelio hasta los confines de la tierra”.
En la parte conclusiva de la catequesis, el Santo Padre ha evidenciado que los cristianos no pueden resignarse ni ceder al desaliento ante las dificultades y las divisiones, ya que el Señor les pide "preservar en la oración para mantener viva la llama de la fe, de la caridad y de la esperanza, de las que se alimenta el anhelo por la unidad plena". Recordando la centralidad de la oración en el camino ecuménico, reafirmando una vez más en su reciente viaje a Estados Unidos, Benedicto XVI ha invocado los dones del Espíritu Santo para todos los cristianos, " para que en el servicio común y generoso al Evangelio puedan ser en el mundo signo del amor de Dios por la humanidad”.
Al término de la audiencia, el Papa ha lanzado esta llamamiento por Myanmar: "Hago mío el grito de dolor y de ayuda de la querida población de Myanmar, que de repente, a causa de la fuerte violencia del ciclón "Nargis", ha visto destruidas numerosísimas vidas, además de bienes y medios de subsistencia. Como ya he asegurado en el mensaje de solidaridad enviado al presidente de la Conferencia Episcopal, estoy espiritualmente cerca de las personas afectadas. Quisiera repetir de nuevo a todos la invitación a abrir el corazón a la piedad y a la generosidad para que, gracias a la colaboración de los que pueden y desean prestar su ayuda, se alivien los sufrimientos causados por una tragedia tan enorme". (S.L) (Agencia Fides 8/5/2008; Líneas: 58 Palabras: 863)


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