ASIA/FILIPINAS - NO SE PUEDE RESPONDER A NINGUNA ATROCIDAD CON LA ATROCIDAD DE LA PENA DE MUERTE: DESILUSIÓN EN LA IGLESIA DESPUÉS DE LA REVOCACIÓN DE LA MORATORIA

viernes, 12 diciembre 2003

Manila (Agencia Fides) – Desilusión y amargura son los sentimientos dominantes en la Iglesia católica de Filipinas después de que el 5 de diciembre, la presidente Gloria Arroyo revocó la moratoria sobre la pena capital en el país. La medida – explica Arroyo - se debe al crecimiento de las raptos y secuestros realizados con el fin extorsionar el país.
En los ambientes católicos, parroquias, movimientos eclesiales la desilusión es palpable. La Conferencia Episcopal ha afirmado el “No” a la pena capital, explicando que esa no funciona como un freno : “No creemos que la pena de muerte pare la criminalidad” ha dicho públicamente Mons. Fernando Capalla, Arzobispo de Davao y Presidente de la Conferencia Episcopal de Filipinas. Numerosos grupos, asociaciones y movimientos católicos están preparando iniciativas y manifestaciones contra la pena capital. Mientras tanto para finales de enero están ya previstas dos ejecuciones por inyección letal y otras 25 personas acusadas de rapto y 4 condenadas por delitos de droga, se encuentran ya en el banco de la muerte. En Filipinas se registra una media de un secuestro cada tres días. En el 2003 se produjeron unos 150 secuestros de miembros de las clases acomodadas, entre las cuales se encuentra la comunidad de los emigrantes chinos.
“Era necesario dar una fuerte señal contra estos secuestros” han dicho los representantes de la alta burguesía que en el Norte y Sur del país sufren la plaga de los raptos para extorsionar. También se ven afectadas las familias que tiene un miembro que trabaja en el extranjero, pues se considera que tiene dinero debido a las remesas que llegan del extranjero.
El chino Hong Yu Hua, jefe del grupo Ciudadanos Contra la Criminalidad, expresó su fuerte preocupación por el aumento de los raptos. El 18 de noviembre la china Shi Mei Zhi, de 32 años, administradora de una conocida multinacional en Filipinas, fue raptada y asesinada. Tres días después una joven china de 10 años fue secuestrada y matada en la escuela. El 2 de diciembre, le tocó la misma suerte a un niño de dos años. Los periódicos chinos editados en Filipinas traen noticias de este género todos los días. La comunidad china se encuentra envuelta en el terror. Algunos no llevan ya a sus hijos a la escuela o bien usan escolta. “Chinatown” en Manila ya no es tan animada cono antes: poca gente circula por las calles, las tiendas están desiertas, los restaurantes y salas de fiesta son poco frecuentados.
Según los observadores el problema de los secuestros está unido a la corrupción y la miseria que el gobierno no consigue contrarrestar con la firmeza necesaria. Las masas de pobres que viven en las barracas en la periferia de los centros urbanos, son consistentes a la vez que crece el fenómeno de la emigración del campo hacia la ciudad, lo que agrava el paro. Debido a los problemas sociales no resueltos aumenta la criminalidad que el gobierno espera contrarrestar en estos momentos aplicando la pena de muerte.
En 1987, el entonces presidente de Filipinas Corazón Aquino, abolió la pena de muerte en vigor bajo la dictadura de Fernando Arcos. La pena capital se introdujo en 1994 con el presidente Ramos, preocupado por la criminalidad creciente. En el 200,Año Jubilar, bajo la presión de numerosas organizaciones de defensa de los derechos humanos y de la Iglesia el gobierno congeló las ejecuciones promulgando una moratoria a tiempo indeterminado. (PA) (Agencia Fides 11/12/2003 Líneas: 45 Palabras: 591)


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