AFRICA/KENIA - Las esperanzas suscitadas por el encuentro entre Kibaki y Odinga deben traducirse lo más pronto posible en una mejoría de la seguridad del país.

miércoles, 30 enero 2008

Nairobi (Agencia Fides)- Cautas esperanzas ha suscitado en Kenia el encuentro del 29 de enero entre el Presidente Mwai Kibaki y el líder de la oposición Raila Odinga, ante la presencia del ex Secretario General de la ONU, Kofi Annan, encargado de mediar en la crisis iniciada al día siguiente de las elecciones del 27 de diciembre. Annan ha dicho estar convencido que los problemas políticos inmediatos pueden ser resueltos en cuatro semanas, pero que para salir definitivamente de la crisis es necesario al menos un año. Los dos exponentes políticos han resaltado la intención de trabajar juntos para traer la paz y resolver los problemas de fondo del país. En su intervención el Presidente Kibaki, condenó duramente la violencia e invocó la unidad nacional y la reconciliación: “Todos nosotros tenemos una sola patria, Kenia. Debemos respetar la santidad de las víctimas humanas, cada uno debe poder vivir y trabajar en cualquier parte del país. Que todos los líderes vayan a sus regiones y lleven este mensaje”.
“Los dos líderes parecen haber manifestado la intención de salir de la espiral de violencias que está golpeando el País, pero esta intención se debe traducir en actos concretos en las calles de Kenia. Me pregunto si quien tiene acceso al fuego del odio étnico y tribal está aún en capacidad de controlarlo y apagarlo”, comenta a la Agencia Fides una fuente de la Iglesia local.
“Si no son controladas las bandas que depredan, torturan, asesinan y violan a las personas no se saldrá del clima de odio y violencia, que corre el riesgo de sedimentarse en el ánimo de la población”, prosigue nuestra fuente. “Aquello que vemos lamentablemente no es muy alentador. La limpieza étnica prosigue. En Kikuyo, una ciudad a unos 21 km de Nairobi, en el camino hacia Naivasha, bandas de jóvenes detienen personas en búsqueda de aquellos que son de la etnia rival. Gracias al cielo la policía ha intervenido con fuera para esparcirlos pero se trata de todas maneras de una señal inquietante. Kikuyo, que toma el nombre de la etnia del Presidente, es un sector residencial donde viven muchas personas que trabajan en el centro de Nairobi. En esta localidad tiene su sede un centro universitario de investigación y otras importantes instituciones. No se trata por lo tanto de un slum, donde se ha formado una mezcla explosiva compuesta por pobreza y tribalismo. En los slum la situación es peor que en otras zonas de la capital. Los servicios mínimos ya no están garantizados. En Kibera, por ejemplo, los autobuses no se detienen más porque los paraderos son controlados por bandas de delincuentes que saquean a chóferes y pasajeros”.
“En esta situación de caos uno se pregunta si el ejército intervendrá. Hasta ahora, en efecto, es la policía, en particular la paramilitar, la que enfrente a los violentos. Los militares han intervenido como refuerzo solo en Nakuru y en Naivasha, en la Rift Valley, donde los helicópteros del ejército han lanzado lacrimógenos para esparcir a las bandas de criminales que depredaban y aterrorizaban a la población, pero no han disparado contra la muchedumbre como ha sido dicho en un inicio”, dice la fuente a Fides.
Mientras tanto, en Nakuru, donde ha sido asesinado Michael Kamau Ithondeka, vicerrector del Seminario Mathias Mulumba (ver Fides 28/1/2008), ha sido decidida la evacuación de 10 parroquias para garantizar la seguridad del personal religioso y laico. Los funerales del sacerdote católico tendrán lugar el viernes 1 de febrero. (L.M.) (Agencia Fides 30/1/2008 líneas 40 palabras 603)


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