VATICANO - En la Audiencia General el Papa Benedicto XVI recuerda que “lo que vivificó y sigue vivificando el camino hacia la plena comunión entre todos los cristianos es sobre todo la oración”

jueves, 24 enero 2008

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - “Los cristianos de las varias Iglesias y Comunidades eclesiales se unen en una invocación común pidiendo al Señor el restablecimiento de la plena unidad entre todos los discípulos de Cristo… Pidiendo la gracia de la unidad, los cristianos se unen a la oración misma de Cristo y se comprometen a trabajar activamente para que la humanidad entera lo acoja y lo reconozca como único Pastor y único Señor, y pueda así experimentar la alegría de su amor”. Son las palabras con las que el Santo Padre Benedicto XVI inició su catequesis dedicada a la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, durante la audiencia general del 23 de enero.
Como recordó el Papa, hace 100 años, en 1908, “un anglicano americano, admitido luego en la comunión católica, fundador de la “Society of the Atonement” (Comunidad de los Hermanos y Hermanas de la Expiación), el Padre Paul Wattson, junto con otro episcopaliano, el Padre Spencer Jones, lanzó la idea profética de un octavario de oraciones por la unidad de los cristianos. La idea fue acogida con favor por el Arzobispo de Nueva York y por el Nuncio Apostólico”. Luego el llamado a rezar por la unidad se extendió por toda la Iglesia gracias a la intervención, en 1916, de Benedicto XVI. “Cuando sopló el viento profético del Concilio Vaticano II -prosiguió el Santo Padre- se advirtió aún más la urgencia de la unidad. Luego de la cumbre conciliar continuó el camino paciente de la búsqueda de la comunión plena entre todos los cristianos, camino ecuménico que año a año ha encontrado precisamente en la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos uno de los momentos más significativos y enriquecedores”. Son significativas también las fechas elegidas: el calendario litúrgico en la primera Semana de Oración preveía para el 18 de enero la fiesta de la cátedra de Pedro, y el 25 de enero, en aquella ocasión como también hoy, la fiesta de la conversión de San Pablo. Por ello el Papa invitó a dar gracia sal Señor “por estos cien años de oración y de compromiso común entre tantos discípulos de Cristo”, para quien ideó esta iniciativa y para todos aquellos que la han promovido y enriquecido.
En su discurso, el Papa Benedicto XVI subrayó el hecho que El Concilio Vaticano II dedicase atención al tema de la unidad de los cristianos, “especialmente con el Decreto sobre el ecumenismo (Unitatis Redintegratio), en el cual, entre otras cosas, sed estacan con fuerza el rol y la importancia de la oración para la unidad... Gracias a este ecumenismo espiritual -santidad de la vida, conversión del corazón, oraciones privadas y públicas- , la búsqueda común de la unidad ha registrado en estos decenios un gran desarrollo, que se ha diversificado en múltiples iniciativas... En segundo lugar, el Concilio pone el acento en la oración común, aquella que viene elevada conjuntamente por católicos y otros cristianos al único Padre celeste... en la oración común, las comunidades cristianas se ponen juntas frente al Señor y, tomando conciencia de las contradicciones generadas por las divisiones, manifestando la voluntad de obedecer a su voluntad recurriendo con fe a su ayuda omnipotente... La oración común no es pues un acto voluntarista o puramente sociológico, pero es expresión del a fe que une a todos los discípulos de Cristo... Es la conciencia de nuestros límites humanos que nos empuja al abandono confiando en las manos del Señor”.
El Papa observó luego que “el mundo sufre por la ausencia de Dios, por la inaccesibilidad de Dios. Tiene el deseo de conocer el rostro de Dios. Pero, ¿cómo podrían y cómo pueden, los hombres de hoy, conocer ese rostro de Dios a través del rostro de Jesús si nosotros cristianos estamos divididos, si uno enseña contra el otro, si uno está contra el otro? Sólo en la unidad podemos mostrarle realmente a este mundo -que tiene tanta necesidad de ella- el rostro de Dios, el rostro de Cristo. Es también evidente que no es con nuestras propias estrategias, o con el diálogo y con todo lo que podamos hacer -aunque es tan necesario- que obtenemos esta unidad. Lo que podemos obtener es nuestra disponibilidad y capacidad de acoge resta unidad cuando el Señor nos la da. He ahí el sentido de la oración: abrir nuestros corazones, crear en nosotros esta disponibilidad que abre el camino hacia Cristo”.
El Papa Benedicto XVI concluyó su catequesis invitando a recoger la invitación a “orar sin cansarse”, que el apóstol Pablo dirigía al os primeros cristianos de Tesalónica: “Acojamos también nosotros esta exhortación del Apóstol, tanto para agradecer al Señor por los progresos cumplido sen el movimiento ecuménico, como para impetrar la plena unidad”. (S.L.) (Agencia Fides 24/1/2008; líneas 56, palabras 815)


Compartir: